Aunque ayer ya tuvimos una ligera toma de contacto con tierras belgas, hoy podíamos definirlo como nuestro primer día en ellas de forma oficial.
La mañana se había levantado fresca y nublada, la cual iba a ser la tónica general a lo largo de los días que íbamos a estar.
El plan de hoy era pasar casi todo el día visitando Bruselas (capital de Bélgica y de la UE) y a ultima hora acercarnos a ver el famoso ayuntamiento de Lovaina (famosa ciudad universitaria).
Era domingo y al llegar a Bruselas notamos que por ser el día que era se encontraba bastante tranquila, con lo que pudimos estacionar prácticamente en el centro. Una vez aparcamos el coche, nos fuimos directos a la Gran Plaza, pasando antes por un mercado de productos artesanales que se encontraba de camino
La Gran Plaza es espectacular, el ayuntamiento y el resto de edificios que la forman la convierten en una de las más bonitas que habíamos visto. Desde la misma salen distintas calles por las que se puede recorrer el centro de la ciudad.
En la misma plaza se encuentra la oficina de turismo, donde nos hicimos con un plano de la ciudad con el que poder pasear y disfrutar de ella sin perdernos.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
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Después de dar unas cuantas vueltas por ella (había que contemplarla bien..., jajaja...,) nos pusimos en marcha para visitar todo su casco antiguo y sus lugares más importantes como:
La galería con sus tiendas y chocolaterías.
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La Catedral y su sorprendente pulpito, (no sería el único que veríamos por estas tierras).
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Y como no su emblemático Maneken Pis. (Parece que me esta meando en la cabeza el “jodío” niño).
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La ciudad tenía bastantes turistas, pero no era tan agobiante como en Praga con lo que se podía pasear y disfrutar tranquilamente de ella.
Las calles estaban llenas de tiendas, que para ser domingo se encontraban algunas abiertas, bombonerías con sus fuentes manando chocolate, bares con infinidad de variedades de cervezas y sobre todo restaurantes de todo tipo de comidas, donde los camareros te "increpan amablemente" para que comas en su local. Así que como era casi la hora de comer terminamos por aceptar la invitación de uno de ellos.
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Era un restaurante de comida griega, en el que comimos unas deliciosas pitas con su bebida por menos de 25 €.
Una vez terminamos (y reposamos) de comer, decidimos seguir con la visita, que iba sorprendiéndonos a cada momento.
Estábamos en la tierra del chocolate, los gofres y los crepes, con lo que esta vez el postre no lo perdonaríamos y..., las imágenes hablan por si solas.
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Una vez adquirimos más calorías de las debidas, seguimos con nuestro paseo por el resto de la ciudad hasta llegar el Palacio Real.
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Desde allí nos volvimos al parking para coger el coche, pues para visitar el famoso Atomium había que ir al otro lado de la ciudad.
El Atomium se puede visitar por dentro, yendo por su interior de bola en bola a traves de unas escaleras mecánicas. Junto al él hay un parque ( donde se celebro la Exposición Universal) donde se encuentra La Pequeña Europa (es un recinto que se puede visitar donde se encuentran los monumentos mas importantes de Europa a pequeña escala).
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La tarde se nos iba acabando pero aun nos quedaba por visitar Lovaina y su ayuntamiento, con lo que decidimos ir dejando Bruselas para coger la carretera que iba de camino.
Una vez llegamos a Lovaina, no pudimos salir del coche en diez minutos ya que nos cayó una tormenta de las buenas, dando fe de que el tiempo en Bélgica es muy, muy, muy cambiante.
Finalmente dejo de llover y nos fuimos a ver la ciudad. Había muchísimo ambiente, sus calles se encontraban llenas de mercadillos artesanales y en alguna de sus plazas, escenarios con concursos de baile, ya que se celebraba un festival bastante importante de música.
Por fin llegamos a la plaza para poder contemplar su espectacular edificio el cual es considerado como el ayuntamiento más bonito del mundo.
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Y ya que estaba el festival, aprovechamos la estancia para tomar unas cervecitas y terminar de gastar las pocas fuerzas que nos quedaban. Agotados de tanta "fiesta" no fuimos al hotel,pues tocaba descansar.
Nuestra día en Bruselas y Lovaina había sido como siempre, llegar, pasear, visitar pero sin rumbo más o menos fijo..., quizás no sea la forma más correcta, pero lo disfrutamos a nuestra manera. Bélgica nos estaba gustado mucho, pero aún nos quedaba su plato fuerte.