Días 6 y 7. Nuwara Eliya. ✏️ Diarios de Viajes de Sri Lanka

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Días 6 y 7: de camino a Nuwara Eliya paramos en Ramboda Falls. O nuestro conductor nos paró donde le dio la gana, o las Ramboda Falls son un fraude en toda regla que no merecen ni una foto. Si tanto habla la gente de ellas voy a pensar que Fernando nos timó, porque tanta gente no puede estar equivocada. ¿O si?

Llegamos a Nuwara Eliya, donde haremos dos noches en el Glendower hotel, decandente total pero con cierto encanto. En verano seguramente sea más agradable, en mayo algo fresco y húmedo. Dos noches con desayuno 110$.

El primer día por la tarde intentamos ir al Lovers Leap siguiendo las indicaciones de la lonely planet. Cuando llevábamos alrededor de una hora caminando por el arcén de una carretera de mierda por los "suburbios" chabolistas de la llamada "Little England", respirando el purísimo humo negro de los modernos coches del país, desistimos y nos dimos la vuelta. Un paseo de lo más agradable, con unas maravillosas vistas de la uralita de los techos de las viviendas de esta gente, y la niebla a lo lejos tapando las montañas.

El segundo día fuimos hasta Horton Plains. Digo "hasta" porque una vez en la entrada dimos la vuelta. En el hotel contratamos el transporte para los dos por 5.000 rupias. La lonely hablaba de unas 3.500 por cabeza, así que me quede súper contento con el detalle, sobre todo porque la mierda de tiempo de las High Lands es eso, una mierda. Durante la hora de trayecto no dejó de llover, con más o menos niebla a ratos. Pero lo q vimos durante el paseo tampoco nos pareció nada distinto a lo q ya estamos acostumbrados los asturianos: carreteras estrechas rodeadas de verde, con lluvia y niebla. Quizás en un día soleado se vean unas maravillosas plantaciones de te, pero desde luego yo no las vi.

Una vez de vuelta a Nuwara Eliya dimos un paseo, previo pago de 300 rupias, por Victoria Park. Bueno, no está del todo mal: es un pequeño oasis de tranquilidad, césped recién cortado, parterres de florecillas de todos los colores, un riachuelo maloliente, botellas de plástico y latas de cerveza aquí y allá, y un pequeño lago marronáceo que rodea lo q ellos llaman un jardín japonés.

Por recomendación de tripadvisor fuimos a comer al Salamiya: un italiano regentado por dos mujeres (madre e hija quizás) situado de camino al Gregory Lake. Otra vez un agradable paseo, como os podéis imaginar, solo q en esta ocasión además teníamos q ir sorteando la mierda de los caballos y las vacas que andan sueltos por ahí deambulando entre los coches, tuktuks, motos, camiones y autobuses (en este país puedes morir atropellado por un montón de medios de transporte)

Llegamos al Salamiya (una casa de color verde, por una vez fácil de encontrar) y la camarera nos dijo que la cocinera tardaría 5 minutos en llegar. Sin problema, pensamos.

Media hora después llegaron dos japoneses y la camarera les dijo que la cocinera tardaría 10 minutos en llegar. Increíble, pensamos, habíamos viajado en el tiempo. Claro q también pensamos que la cocinera en lugar de acercarse había ido alejándose lentamente.

El caso es que 45 minutos después llegó, deshaciéndose en aimsorryser sousorryser. Al final nos hizo la comida, a nosotros y a los japos. Dos pizzas y un plato de pasta (rico rico) por 3.050 rupias. Todo ello amenizado por los últimos temazos de grandes cantantes de éxito del país, como Luis Fonsi con su Despacito o Rihanna con su no sé qué...

Vuelta al hotel a no hacer nada (seguía lloviendo sin parar) hasta q salimos a cenar al restaurante indio del Grand Hotel: tandoori chicken y no sé qué de cordero más una cerveza (son enormes) por 3.200 rupias.


Al día siguiente casi no llovía, pero la niebla no levantaba ni a tiros. Un amable srilankes nos llevó, por el módico precio de 1.000 rupias, a Nanu Oya, a coger el tren de las 9,30. La idea era coger el tren temprano para evitar mucha niebla en este trayecto que todo el mundo define como imprescindible, maravilloso, divino. Llegamos a las 9,15 y el tipo de la oficina nos informa de q el tren viene media hora tarde. Ni tan mal, pensamos. Ah, que no, q lo entendimos mal: hora y media tarde. Estupendo: casi dos horas esperando en la preciosa estación de tren de Nanu Oya, más 4 horas de trayecto a Ella, daban como resultado otro día perdido, porque antes de las 16.00 no llegaríamos al hotel, y haciéndose de noche a las 18.30... Al final el tren llegó "solamente" con una hora de retraso. Al principio niebla a tutiplén, pero por fin despejó, y pudimos disfrutar de este imprescindible, maravilloso y divino trayecto en Observation Saloon por 1.000 rupias, para nada atestado de turistas como leí en más de un sitio. Es más: cuando nos bajamos del tren en Ella comprobamos que de 2 y 3 clase se bajaban manadas de blancos.

¿Y qué decir del viaje? Pues que si coges el Alvia Oviedo-León la cosa es muy similar. Montañas, verde, y un tostón de viaje de mucho cuidado. A ver: el paisaje es bonito, las vistas son muy guapas, sí, pero más de lo mismo durante 4 horas. Y teniendo en cuenta que es prácticamente igual a lo visto durante el trayecto en coche desde Kandy hasta Nuwara Eliya, pues ya está todo dicho. Eso sí: la foto en la puerta del tren, en marcha, imprescindible.

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