2017-09-20, miércoles. Machu Picchu. ✏️ Diarios de Viajes de America Sur

---

Madrugón. Sin desayunar, a las 4:00 ya nos encontrábamos haciendo cola en la parada del bus. Delante tendríamos más de 300 personas. A las 5:30 llegaron varios autobuses. Partimos hacia Machu Picchu sobre las 5:45.

Al llegar a la entrada del complejo había muchísima más gente que la que habíamos visto en el pueblo. La explicación es que además de los que subíamos en bus, muchos otros llegaban caminando.

Entramos cuando el sol no había hecho su aparición sobre las montañas. Alrededor de las 6:15 comenzamos a vislumbrarlo. Apenas soy capaz de transcribir mediante palabras la emoción que se siente en esos momentos. Diríamos que uno se siente un ser privilegiado, y así es. La panorámica de la ciudadela desde la terraza de acceso, cuando el sol le regala sus primeros rayos del amanecer, producen una sensación en la que se mezclan y confunden sueños, alegrías, vibraciones, magia, dicha y un sinfín de ideas antes inimaginables.

Paseo con Saúl por las ruinas de la ciudadela: Templo del Sol, Centro Botánico, Plaza Sagrada, Palacio de la Princesa, Templo del Cóndor, Tumba Real, Intihuatana, Roca Sagrada, Plaza Sagrada, etc.

A las 9:15 nos despedimos de él, pues en ese momento concluye su labor o compromiso.

Salimos de la zona arqueológica, pasamos por el Toilette, desayunamos, y Bego y yo nos acercamos a la entrada de la montaña Wayna Picchu. Accedemos a las 10:17 y salimos a las 12:49.

De esta subida y de esta experiencia, no hay mucho que decir. O expresado de otro modo, hay tanto que decir, que no sirven las palabras. Se trata de una pendiente muy prolongada, con escaleras muy desiguales, donde hay que guardar el equilibrio sin descuidarse, pues la caída puede ser de varios cientos de metros. En algunas zonas existe, a modo de pasamanos, una soga. En otros momentos, un cable de acero. En términos alpinistas, diría que es una Vía Ferrata continua. El porcentaje de desnivel, supongo que supera el 85%.

Cuando uno se encuentra en el punto más alto y puede permitirse el lujo de mirar alrededor, más que la atmósfera que te rodea, son las sensaciones que te envuelven. Desde ese punto, toda la ciudadela, las montañas que la circundan, el río Vilcanota, las trece curvas de la carretera, las terrazas de cultivos, las casas sin tejados, todo conforma un paisaje hermoso. Mi satisfacción no era por haber subido hasta esta cima, si no porque Bego ha conseguido subir. Por un momento te quedas contemplando todo lo que tu vista alcanza, lo cercano y lo lejano, las cumbres y los valles, las terrazas y las pendientes, el cielo, las nubes, la luz que irradia el astro rey y, estando absorto, sumergido en tus pensamientos y en tus reflexiones, te sientes dichoso.

Ésta es la primera vez que he venido hasta aquí. Seguramente ésta será, también, la última ocasión que vaya a tener la fortuna de haber llegado hasta aquí.

Me hubiera gustado acercarme hasta el Templo de la Luna, pero está cortado el paso. Tras un largo rato intentando entender el porqué de aquella ciudad, descendemos con muchísimo cuidado. A veces, arrastrando el trasero, ya que la inseguridad y el peligro son muy altos.

Una vez abajo, continuamos paseando y así podemos ver el templo del Condor, entre otros.

Los Incas fueron muy ambiciosos, extendieron su imperio de norte a sur por casi media Sudamérica. Y a su paso por esta región, no excesivamente alta, debían de buscar un asentamiento que sirviera de control, de lugar de descanso para tropas y viajeros. Los valles son excesivamente angostos, estrechos, con poca luz solar. Aquí arriba, en Machu Picchu encontraban, buena orientación al norte solar, (hacia el sol), un lugar idóneo para controlar el paso que provenía de la Puerta del Sol, distante 1,5 km. al sureste, lugar de paso obligatorio en la ruta del camino Inca, camino que unía el norte del Imperio con el Cusco. El resto: terrazas para cultivos, asentamiento de las casas, templos, caminos, etc. no dejan de ser el resultado de mucha paciencia y una buena técnica arquitectónica.

Hacia las 3:30 salimos nueva y definitivamente del complejo arqueológico para ir a tomar el bus de regreso. Una hora en fila para poder acceder a un autobús, y por fin en Aguas Calientes. Comemos en la feria alimentaria que se está celebrando en la plaza del pueblo.

Pasamos por el hotel a recoger las mochiles y nos acercamos a la estación de ferrocarril. A las 19:00 arrancamos y desandamos el camino ferroviario hecho el día anterior.

Llegada al hotel en Cusco y pernocta.

---