Esta noche la hemos pasado atracados en uno de los muelles de Rüdesheim, la capital de Rheigau, una región famosa por su extraordinario vino de Riesling.
Ayer, cuando paseamos por sus calles, ya vimos que los famosos bierganten de Alemania, aquí habían sido sustituidos por winegarten.
Hoy parece que vamos más relajados: hasta las 9:30 no empezamos la visita, así que tenemos tiempo más que suficiente para desayunar y pasear por cubierta. Y allí, a lo lejos, se ve la Torre del Águila, una torre gótica tardía de la fortificación de la ciudad que fue reconstruida en el siglo XV.

Mientras nos trasladamos al centro de la localidad, Roser, que es la guía que tenemos esta mañana, nos comenta que Rüdesheim se ha convertido en el centro turístico más visitado de la zona y la verdad es que no es difícil imaginar el motivo: ¡QUÉ BONITO QUE ES RÜDESHEIM!
Ya en el núcleo de la ciudad nos encontramos con la Parroquia de St Jakobus (de Santiago), que fue construida en el siglo XI, con la aportación del caballero Johann Brömser. La torre está coronada por una veleta con la media luna y la estrella para recordar la época de las cruzadas, en las que participó Brömser. Fue destruida por los bombardeos de la segunda guerra mundial y se empezó su reconstrucción en 1944.


A su lado está la Marktplatz, donde hay una fuente coronada por un caballero que alza una copa de vino. Al parecer, durante las fiestas de la vendimia, por sus caños mana vino, en lugar de agua.

Siguiendo por Oberstrasse, encontramos una gran cantidad de lugares para comer y beber, de balcones con miradores de madera tallada, y tiendas para los turistas.


Pero si hay alguna calle bonita es Drosselgasse, que fue citada por primera vez en un documento del siglo XV. Es un callejón que casi es un túnel, por el gran número de letreros que tiene. Hoy en día es muy popular por sus tabernas, donde se pueden degustar los famosos vinos de Riesling. Pero a las 10:00 de la mañana, la verdad es que no hay cuerpo que resista un vinito y está bastante apagada. Tendremos que volver más tarde.


Volviendo a Oberstrasse, al final de la calle, está la Residencia de los Brömser, que actualmente alberga el Siegfried's Mechanisches Musikinstrumente (Museo de los Instrumentos musicales mecánicos automáticos), una colección de instrumentos musicales mecánicos, como pianolas, cajas de música, tocadiscos…

Pero ahora lo que tenemos que hacer es coger el Seilbahn, el teleférico que nos lleva hasta el Niederwalddenkmal. Roser se encarga de recaudar el dinero de todos aquellos que queremos subir, es decir, de todos, y para allá que nos vamos.
En lo alto ya se ve el Niederwalddenkmal. Este monumento gigantesco, de 38 metros de altura, fue erigido entre 1877 y 1883 y simboliza la restauración del imperio alemán en 1871 y la unificación alemana. La Germania, el personaje de la columna, se sitúa delante del trono, mientras sostiene en su manos la espada del imperio y la corona imperial. En el podio se representan 133 personas. Se trata principalmente de los generales y los príncipes que han jugado un papel importante en el Imperio y en la guerra contra Francia. También se exhiben un guardia de Prusia y un soldado de infantería sajona que lleva un tambor. En el centro está Guillermo i sobre un caballo y rodeado de las demás figuras. En los lados, a la izquierda se representa la alegoría de la guerra y a la derecha la de la paz. En la base de la columna aparece el águila imperial, con el escudo de armas de Prusia en el pecho y los escudos de los distintos estados, junto con dos coronas de laurel, símbolo de la victoria y del poder de los emperadores desde la época romana. Por debajo del relieve principal hay otro relieve que muestra al Padre Rhin, que pasa un cuerno de vigilancia a su hija Mosela. Este relieve se refiere a las conquistas hechas durante la guerra, con las que le Rhin se ha convertido en la nueva frontera.


Junto al Niederwalddenkmal hay un mirador, desde donde hay unas vistas impresionantes.

Ya abajo, lo primero que hacemos es comprar nuestro recuerdo para colgar en el árbol de navidad. Ya hace años que empezamos esta tradición y la verdad es que cada vez nuestro árbol queda más bonito. Si hay algo que no falta en Alemania son tiendas de estos artículos que están abiertas todo el año. La figura típica de la decoración navideña es un soldado de madera que se llama Nussknacker o Cascanueces. Según el folklore alemán, los cascanueces son amuletos de buena suerte y protectores del hogar. Las leyendas dicen que un cascanueces representa el poder y la fuerza, y es un guardián fiel de la familia ante los malos espíritus. El cascanueces muestra sus dientes a los espíritus indeseables ahuyentándolos y actúa como talismán de buena suerte y prosperidad. Parece que al principio eran de metal, ya que su función principal era la de cascanueces, pero con el paso del tiempo su función cambió y ahora solo es una figura decorativa (la verdad es que, con el precio que tienen, no me veo cascando una nuez con uno).

Ahora sí que Drosselgase está animada. Lo mismo que nosotros, porque, ante tanta oferta, y con unos precios, que la verdad, no están nada mal, decidimos comprar aquí los recuerdos para nuestra familia y amigos.
Las 12:45 es la hora señalada en el “todos a bordo”. A las 13:30 Gabriel ya nos espera junto a las escaleras de acceso al restaurante para que adivinemos cuánto pesan dos melones. Mientras comemos, navegamos dirección a Maguncia, a Mainz.
Maguncia es la capital de Renania-Palatinado. Nació a partir de un campamento militar romano y, cómo no, fue dañada durante la segunda guerra mundial, pero, a pesar de ello, la ciudad conserva una parte importante de su casco antiguo, en el que destacan las construcciones realizadas en piedra de color rojo, de arenisca, principalmente.
La primera parada la hacemos junto al muelle, donde Ari nos enseña unos paneles donde se representan los distintos estados alemanes. Seguimos la ruta y pasamos junto a una playa fluvial abarrotada de gente.


Junto al moderno ayuntamiento conviven otras históricas construcciones barrocas o renacentistas, como Neues Zeughaus (Nuevo arsenal), el Heilig-Geist-Spital, un hospital para peregrinos de 1236, o las torres Eisenturm y Holzturm.

El hijo más famoso de la ciudad es, sin duda, Johanes Genfleisch zun Gutenberg, inventor de la imprenta de tipos metálicos móviles. Cerca del Ayuntamiento está el Gutenberg Museum, con una reconstrucción de su taller. La colección incluye incunables de gran valor, entre ellos la Biblia de Gutemberg y el “Libro de los Salmos”. Este museo se encuentra en un palacio renacentista, Zum Römischer Kaiser, que, hasta 1763 fue un hotel en el que se alojaron, entre otros, Voltaire y Goethe, y donde Mozart fue concertista.

Muy cerca, junto al ábside de la catedral, está la Nagelsäuse. La gente podía comprar clavos e insertarlos en la madera de la columna, creando dibujos. Con el dinero que se recaudaba se financiaban vacaciones para niños de familias pobres y para ayudas a las esposas de los soldados participantes en la primera guerra mundial.
Pero si por algo es conocida Maguncia es por su catedral, la Kaiserdom St. Martin und St. Stephan. Junto con las de Speyer y Worms, son las tres únicas catedrales románicas de época imperial que se han conservado casi intactas. Ante nuestros ojos se levanta una inmensa mole roja con seis torres, cuatro en los lados de los ábsides y dos gigantescas sobre los dos cruceros. . Un elemento característico de esta catedral es la galería de columnas que bordea todo el perímetro del edificio, justo debajo de la línea del tejado.

Enfrente de la catedral está la Fuente del Mercado (Marktbrunnen), una de las más importantes fuentes renacentistas de Alemania. Es una donación del Príncipe elector y cardenal Alberto de Maguncia y hecha a mano. La Marktbrunnen es una de las primeras fuentes arquitectónicas formadas con adornos del renacimiento.


La Marktplatz es la más espectacular de Maguncia. Alberga una serie de casas bellamente decoradas. En el centro de la plaza, se está la Heunensäule, una columna de arenisca roja, con una base con una serie de sombreros, de tocados, que reflejan el paso de la historia de Maguncia.

Muy cerca está la Gutenbergplatz, donde se encuentra una estatua, la Guternbergdenkmal, en bronce del inventor de la imprenta. Como indica la placa, su verdadero nombre era Johannes Gensfleisch zun Gutenberg, pero obvió el apellido de la familia, ya que significa “sopa de gallina” y claro, no quedaba muy bien para un inventor de su categoría…

Desde allí llegamos a Schillerplatz, la plaza más bella de la ciudad. Aquí hay un gran número de palacios renacentistas y barrocos, como el Osteiner Hof. Destaca la Fastnachtbrunnen o Gran Fuente de Carnaval, obra en bronce de 1967, con más de 200 símbolos y fantasías del famoso carnaval de Mainz.

A partir de aquí tenemos tiempo libre. Ari nos indica que, una de las cosas que se pueden hacer en esta ciudad es comprar productos dietéticos y de omeopatía, ya que son mucho más baratos que en España. También nos recomienda un par de comercios para comprar productos de belleza y perfumes. Nosotros nos decidimos por visitar DM, pero para comprar crema de protección solar…
De regreso a la Catedral, nos dirigimos al sur de la misma, al Alstadt, un conjunto de calles estrechas y casas de vigas entramadas. La calle más bonita es la Kirschgarten o Campo de Cerezos, un conjunto bien conservado de casas históricas de muro de entramado de madera de los siglos XVI al XVIII, como Zum Aschaffenberg Haus, la casa de este tipo más antigua de Mainz que fue construida alrededor de 1500 y la fuente Marienbrunnen. Por desgracia, el paseo no resulta tan agradable como podría ser, ya que un borracho, una vez espantados otros turistas, nos ha escogido como su objetivo y no hace más que perseguirnos por todas las calles.
Una vez esquivado, podemos disfrutar de esta maravilla. Y después vamos a Augustinastrasse, otro de los rincones más bellos de la ciudad.

Ya de regreso al barco, pasamos ante Peter Kirche, que no podemos visitar, el Landesmuseum, con su caballo rampante y el arco triunfal de Dativius Victor, del siglo III d.C.



Y ya en el barco, esperando que llegue la hora de cenar, disfrutamos de la luna llena, ...
