Cuando empezamos a planificar nuestras vacaciones enseguida comprendimos que necesitábamos algo diferente a lo que habíamos hecho otros años: necesitábamos un viaje organizado.
Habíamos pasado una temporada un poco estresante por diversos temas y llegó el mes de abril y prácticamente no habíamos tenido tiempo de mirar qué destino nos convencía más, ni mucho menos habíamos dedicado tiempo a leer diarios de Los Viajeros, ni a leer guías y organizar un recorrido.
Y ya que nos habíamos decidido por un viaje organizado, ¿por qué no un crucero fluvial? Pues eso, nos dirigimos a una oficina de Viajes Nautalia, y pronto elegimos uno del catálogo de Politours: CRUCERO DEL RHIN ROMÁNTICO Y EL MOSELA.
Pero después de tantos años organizándonos las vacaciones, nos pica mucho el gusanillo de organizar, aunque solo sea, una parte del viaje. Así que como el crucero no empieza hasta el lunes, tenemos dos días para la aventura: buscar vuelos a Düsseldorf, buscar hoteles, organizar la visita a esa ciudad y a Colonia, desde donde parte el crucero...
El aeropuerto internacional de Dusseldorf se encuentra a 9 Km. al norte de la ciudad. El transporte hacia la ciudad se realiza en autobuses, trenes, taxis... Para llegar a nuestro hotel, desde el aeropuerto, la línea S1 de S-Bahn, que se encuentra en la Terminal C.
Y sin darnos cuenta, ya estamos camino del Hotel Lindenhof (97,00€ noche, en alojamiento y desayuno), un hotel boutique, a un paso de la estación y a dos del centro de Düsseldorf.
Tras dejar las maletas en la habitación, ha llegado el momento de explorar Düsseldorf, la capital de Renania del Norte-Westfalia, que está considerada como la ciudad más cosmopolita de Alemania.
Sus habitantes dicen que, aunque deben su importancia y desarrollo al Rhin, que atraviesa la ciudad, su nombre se lo dio el Düssel, mucho más pequeño.
Lo primero que hacemos es dirigirnos a la zona del puerto. Tras esquivar una manifestación llegamos a la Platz des Landtages, donde nos encontramos con el edificio del Parlamento de Renania del Norte-Westfalia (Landtag Nordrhein-Westfalen). La verdad es que no llamaría mucho la atención si no fuera por su simbolismo: se han evitado en su construcción los ángulos rectos, dominan las formas circulares y los espacios abiertos, dando a entender que es un lugar puesto a disposición de todos. El nuevo parlamento se inauguró en 1988, siendo el primer edificio construido totalmente nuevo para tal fin en Alemania después de la Segunda Guerra Mundial (hasta ese momento se habían reconstruido los edificios destruidos durante dicha contienda).
¡Cuánta información contiene la tablet!

A su lado está la Rheinturn, una torre de telecomunicaciones que es el edificio más alto de la ciudad. Como otras muchas de estas torres, como la de Berlín, tiene un restaurante con un mirador, desde donde, según comentan, hay unas vistas impresionantes de la ciudad (lástima de cielo nublado). El restaurante se llama Top 180, pero sólo está situado a 172 metros del suelo. Estos alemanes siempre tan exagerados.

Estamos a un paso del Medienhafen, la zona portuaria, llena de bares, restaurantes, cafés y discotecas. La verdad es que cuesta imaginarse que esta zona ha sido, hasta hace poco, una zona de trabajo, de industria y de comercio. El traslado de la actividad al otro puerto supuso la reconstrucción de esta parte y, con ello, muchas empresas de comunicación, moda, diseño, etc. se trasladaron a Hafen.

En los lugares que antes ocupaban almacenes, ahora se levantan algunos ejemplos de arquitectura de vanguardia, como las Casas Danzantes de Frank O. Gehry. Es un conjunto de tres edificios con una composición llena de movimiento y asimetría. Cada uno de los edificios tiene su propia personalidad gracias al revestimiento, yeso blanco, paneles de acero inoxidable y ladrillo. Este edificio nos recuerda, por sus lineas, a uno de Praga, que también se llama Casa Danzante, pero que todo el mundo conoce como Ginger y Fred.

Más allá, en el otro extremo del río, está el Roggendorf-Haus, con esos muñequitos de colores añadidos en 2002. Estas esculturas son la obra Flossis de la artista Rosalie y se fabricaron originalmente para el Museo del Plástico Alemán (Düsseldorf es la ciudad más importante del comercio de plásticos del mundo). Unos edificios más allá está el rascacielos conocido como Colorium, caracterizado por una colorida fachada que se consigue con más de 2200 paneles de vidrio de color, que sirven de aislante térmico.


Pero ahora lo que queremos es sumergirnos en el corazón de la ciudad. Muy cerca está el Carlstadt, el distrito más pequeño de Düsseldorf, antigua ciudadela. Pero sin ninguna duda, lo más “interesante” de este barrio es la Carlsplatz, donde hay un mercado permanente cubierto, abierto de lunes a sábados y con un puesto de salchichas que casi consigue que se nos salten las lágrimas. Son casi las 16:00 horas y ya hace un buen rato que tenemos un cosquilleo en el estómago. Ahora sí que las cosas se ven de otro color.

Nos acercamos a Marktplatz, una plaza casi cuadrada que era el lugar donde se celebraban eventos y actos públicos. En uno de sus lados, las tiendas y restaurantes ocupan las plantas bajas de los edificios, mientras que la parte oeste está ocupada por la Grupello-Haus y la norte por el edificio del antiguo Ayuntamiento o Rathaus. La parte sur de la plaza está dominada por el edificio de la tesorería de la ciudad. En el centro de la plaza se encuentra una de las estatuas ecuestres más importantes de Alemania, creada en 1711 por Gabriel de Grupello. El monumento representa al Elector Jan Wellem.

Parece que la ciudad está de fiestas y el centro de la plaza está ocupado por un gran escenario que hace que no podamos disfrutar de ellas como nos gustaría. También hay puestos de salchichas, crepes, chuches,... Vamos que no le falta detalle.
Y un poco más arriba está la Burgplatz, también llena de puestos de comida y de propaganda que celebra que el Tour de Francia de 2017 partirá desde esta ciudad. Esta plaza recibe el nombre del castillo que había en ella. La zona era un pueblo de pescadores que, después de recibir el título de ciudad en 1288, tras la victoria de la ciudad en la batalla de Worringen, se extendió hacia el sur. Por ello se constituyó ese castillo que recogía información aduanera y por tanto tenían privilegios sobre el Rhin. Pero todo lo que queda del castillo es la Schlossturm.

Aquí la gente aprovecha para descansar en los escalones que unen la plaza con el paseo del Rhin, con el Rheinuferpromenade. No es un mal sitio para ver pasar a turistas, habitantes de la ciudad,…
Una de las cosas que siempre me ha llamado la atención cuando he visitado Alemania, es la cantidad de esculturas y monumentos callejeros que aluden a sus tradiciones, a sus leyendas,… Así, en Burgplatz nos encontramos con la fuente de los niños acróbatas o Radschlägerbrunnen. Al parecer, en 1288, el triunfo sobre el arzobispo de Colonia en la batalla de Worringen provocó mucha alegría entre los habitantes de la ciudad, lo que hizo que los niños exhibieran su alegría dando volteretas. Parece que todavía en la actualidad hay algunos niños acróbatas que piden a la gente dinero “eene penning”.

En un extremo de la plaza está el Stadterhebungsmonument o Monumento de los Privilegios concedidos a Düsseldorf. Es un monumento impresionante que conmemora el 700 aniversario de la, ya nombrada varias veces, batalla de Worringen, que hizo que el antiguo pueblo adquiriera el titulo de ciudad. En él se representan, con muchísimos detalles, diferentes escenas de la batalla.

Por el lado izquierdo se narra la muerte y destrucción acaecida durante la guerra, en el medio, aparecen dos manos con monedas, pertenecientes al conde Adolf V de Berg y a su esposa, sobre un pergamino donde se firma el título de ciudad que adquiere tras la victoria, y finalmente, en la zona derecha, los beneficios y el periodo de esplendor que ello ocasionó, representados con redes de pesca y cajas de fruta.



También se representan los papas Nicolás IV, León X y Pablo VI, que contribuyeron también al desarrollo de Düsseldorf con diferentes decretos, como ascender la iglesia de la ciudad a la categoría de basílica.

Al lado desemboca el riachuelo Düssel, que da nombre a la ciudad. Es muy curioso ver, en uno de los pilares de la barandilla, elementos relacionados con el poder, como un casco de guerrero, una corona, etc., sin embargo, en el pilar contrario, se sitúan los elementos de la vida cotidiana, representado con diferentes tipos de sombreros.

Cerca está el callejón Schneider-Wibbel-Gasse, que recibe su nombre de una obra teatral que cuenta las peripecias de Wibbel el sastre que vivía en Düsseldorf durante el periodo de la ocupación por las tropas francesas. Realmente la trama de la historia se basa en una historia ocurrida a un panadero que vivía en el Berlín de la época del rey Federico Guillermo IV, pero el escritor cambió el protagonista, la ciudad y la época, vamos unas licencias literarias en toda regla.
El carácter del sastre se ha convertido en todo un símbolo popular de la ciudad. Según cuenta la historia, durante la ocupación de Napoleón fue llamado por el Kurfürst (príncipe elector de kaisers) del land para ir a la guerra. Pero decidió pagar a otro individuo que se le parecía para que fuera haciéndose pasar por él, mientras él se escondía en la bodega de su casa. Su mujer era la única que lo sabía. Pero hubo un pequeño fallo, y es que no contó con que el suplantador muriera. Como se suponía que él había muerto y no podría salir nunca más de su escondite urdió un plan junto con su mujer para decir que él era el hermano gemelo del sastre, que había venido al funeral. Y efectivamente fue al entierro, y parece ser que no pudo evitar decir "¡caramba soy un cadáver muy guapo!".
El Schneider Wibbel está escondido, y sólo sale a bailar con su música a las 11, 13, 15, 18 y 21 horas. Nosotros estamos plantados a las 18:00 para ver el espectáculo, que la verdad, decepciona un poco. Como curiosidad en agosto de 2010 las letras que se encuentran bajo el reloj, en el que se puede leer Schneider Wibbel, fueron retiradas y en su lugar se puso el nombre del restaurante que había en la parte inferior. Ello provocó el resentimiento y enojo por parte de los ciudadanos, a pesar de no estar incluido en la lista de monumentos.

En el mismo callejón. Hay una figura de bronce de Wibbel, que, al parecer, aquel que la frote conseguirá la felicidad. Lo ponen tan fácil que no dudamos ni un minuto en tocarla.

Cerca, al final de la calle, hay un relieve con una persona que defeca monedas de oro. La inscripción dice, más o menos, “este cuento probablemente no sea cierto, aunque rara vez se enseña a vivir sabiamente y a ahorrar” (estos alemanes siempre tan prácticos).

Antes de regresar al hotel damos un paseíto por Marktstrasse junto a Berger strasse donde se encuentra la cervecería Uerige, uno de los locales históricos de la ciudad, que fabrica su propia cerveza desde 1862. El local está lleno de salas donde no cabe ni un alfiler, en las mesas de la calle lo mismo. Nos quedamos con las ganas de probar esta cerveza.

Por cierto, los habitantes de Düsseldorf, aseguran que Altstadt o ciudad antigua es el bar más grande del mundo, längste Theke der Welt, porque aquí se pueden encontrar más de trescientos bares, pubs y discotecas.
Mañana será otro día: todavía tenemos que encontrar un supermercado donde comprar la cena.