Aprovechando que podemos entrar a algunas de las atracciones de Disneyland Park una hora antes del resto de visitantes, madrugamos. Nuestro objetivo está en Discoveryland: Buzz Lightyear Laser Blast (a matar marcianos). Y después el Orbitón (vaya mareo) y los Misterios del Nautilus.

Tenemos que dejar claro que no somos muy amantes de los loops, por lo que algunas de las atracciones ya estaban descartadas desde el primer momento, como Space Mountain. Por desgracia, algunas de las atracciones que teníamos marcadas como imprescindibles están cerradas por mantenimiento, como el Vuelo de Peter Pan, o Indiana Jones y el Templo Maldito o el simulador de Star War.
Como en Walt Disney Studios están a punto de empezar algunos espectáculos, nos vamos para allá. Vemos la Escuela de Jedis, flojito.

Y nos encantamos con el maravilloso CinéMagique y Stitch Live. Para volver a mi infancia, nada como circular por el Cars Quatre Routes Rally, en el que me sentí cual Penélope Glamour.
Una vez más la cola en Crush Coaster o Buscando a Nemo hace que desistamos de ella, así que nos decidimos por ir a comer una hamburguesa al restaurante que hay junto al escenario de la Escuela de Jedis (no siempre se puede comer bien). Y volvemos a Disneyland Park para ver el paseo de Micky, Minni, Donald y Daisy (¡vaya elegancia!), volvemos a los Piratas del Caribe y damos una vuelta hasta Frontierland.


Frontierland está en obras: no funciona el barco, ni el Big Thunder Mountain… Decidimos probar en el Phantom Manor y, a media atracción… Terror, también se estropea y nos hacen salir de ella caminando, por las tripas de la atracción.

Hoy la cena es en el bufet del Hotel, que la verdad es que está muy bien y después damos un paseo por el lago: hace una noche preciosa.
