Tres cosas me han sorprendido especialmente en Santo Antao: la amabilidad de sus gentes, los paisajes y los colores.
En Santo Antao he visto muchos países en una única isla. Santo Antao son barrancos profundos. Son minúsculas aldeas que se reclinan en profundos valles comprimidos entre montañas. Son acantilados inaccesibles. Son barquitas de colores. Santo Antao son ritmos pausados y cultivos tropicales. Son picos y volcanes, campos de lava de colores terrosos. Es una isla donde los pueblos pesqueros y agrícolas se abrazan de la mano de carreteras de adoquines. Son escarpadas y despellejadas montañas.
Adaptarse a sus costumbres es la mejor forma de disfrutar Santo Antao. Las cosas funcionan a la santoantoniana. No hay que organizar nada. Las soluciones se presentan en el camino cuando las necesitas.
Puedes pedir a cualquier desconocido que te guarde el equipaje, que te lo transporten a otro sitio, que te preparen algo de comer en cualquier aldea. Ellos te avisan si te equivocas de camino. Sin duda, todo esto cambiará cuando construyan nuevas carreteras, cuando lleguen los chinos, cuando los turistas dejemos de dar las gracias por todo pensando que podemos irrumpir en sus vidas y exigir que se adapten a nosotros en vez de adaptarnos nosotros a ellos.
En Santo Antao no hay aeropuerto, y el barco desde Sao Vicente es el único medio de transporte.
Dos navieras cubren la travesía desde Mindelo hasta Porto Novo. Son Armas y Polaris, con dos frecuencias diarias cada una (mañana y tarde).
Nuestro ferry a Santo Antao partía de Mindelo a las 8:00. Hay que estar unos minutos antes en el puerto para entregar el equipaje. Se oye mucho acento francés en el barco. Los franceses siempre han presumido de ser grandes “randonneurs” y amantes de la naturaleza.
Durante los 50 minutos de navegación, Santo Antao nos muestra su contorno montañoso. No es un perfil especialmente sugerente desde la distancia, pero es que sus secretos se destapan en las distancias cortas. Y por ello es para pasearla con calma. Es para escuchar los alegres “Bom día” que acompañan las sonrisas de los niños o las miradas honestas de los adultos.
Nada más desembarcar en Porto Novo aguardaba una comitiva de bienvenida, compuesta por la muchedumbre de conductores de vehículos compartidos o privados, portando carteles que indicaban los diferentes lugares de la isla a los que se dirigían. Nosotros fijamos la mirada en los que nos interesaban y nos montamos en el remolque de una pick-up que se dirigía a Corda.
LAS CARRETERAS DE SANTO ANTAO
Carretera de montaña de Porto Novo a Ribeira Grande
Recorrer la carretera adoquinada del interior de la isla de Santo Antao es un espectáculo para la vista. El vehículo traquetea por la carretera de adoquines en continuo zarandeo ascendente nada más salir de Porto Novo. Me gusta lo que empiezo a conocer de Santo Antao, esos colores de coladas volcánicas, rojizos, amarillos, marrones, que contrastan con el azul intenso del mar que cada vez queda más lejos, más abajo.
El desierto volcánico da paso al verdor de los bosques de montaña en los alrededores de Cova. La exhibición continúa y cada poco paramos para contemplar lo que parece increíble, profundísimos valles cultivados en terrazas a cada lado de la carretera. Por la zona de Corda divisamos un paisaje repleto de montañas, salvaje y a la vez colonizado por el ingenio de los humanos; hacia un lado el valle de Ribeira da Torre, y hacia el otro la Serra da Garça y el valle de Cha de Pedras. La montaña por la que circulamos se afila tanto que la carretera incluso llega a estar suspendida de un precipicio a cada lado.
Carretera de Ribeira Grande a Cruzinha
Alucinante trayecto durante una hora atravesando la Serra de Garça. Había oído de las maravillas de Santo Antao, había visto algunas fotos, pero no me la imaginaba tan, tan espectacular. Menuda sorpresa. No había interiorizado su verdadera dimensión hasta que me situé en medio de sus fértiles valles labrados por el hombre y rodeados por espigadas crestas montañosas.
Las laderas de la Serra de Garça encierran aldeas que se encajan en el escaso espacio plano. Coculi y Garça son las principales. Las siluetas de las montañas son imponentes; se yerguen altivas encerrando el valle. Los bancales de cultivo trepan montaña arriba.
Tras superar Cha de Igleja parece que ya no hay nada más allá. Se acaba la carretera y la furgoneta circula despacio por las cerradas curvas que describe la pista de tierra que finaliza en Cruzinha. Cruzinha es un puerto pesquero dominado por el sosiego. Su playa negra de cantos rodados se apoya en altos acantilados. Es también el punto de inicio de la popular ruta de senderismo costera que conduce a Ponta do Sol.
Acantilados de Cruzinha
Carretera costera de Ponta do Sol a Porto Novo
De Ponta do Sol a Porto Novo recorremos una costa salpicada por pueblecitos costeros, que cada vez se va haciendo más árida. Ribeira Grande y Vila das Pombas son las principales poblaciones marítimas, sin olvidar otras más pequeñas como Sinagoga y Janela. Curiosamente, Sinagoga nos recuerda que las islas acogieron a un buen número de judíos cuando fueron expulsados de España y Portugal.
En las proximidades de Porto Novo no crece nada, ni siquiera pastan cabras. Todo son campos de roca volcánica en colores ocres. La ladera que cae hacia Porto Novo me recuerda mucho a El Julán de El Hierro, caracterizada por su color amarillento y su pendiente uniforme.
Carretera a Tarrafal
Llegar por carretera a Tarrafal rodeado de volcanes no es experiencia para impacientes. Viajar hasta este pequeño pueblo costero al sur de la isla de Santo Antao requiere su tiempo.
Los 4x4 de Porto Novo a Tarrafal parten en torno a las 11 am, o antes si han conseguido suficientes pasajeros. Hay pocas plazas, por lo que a veces puede resultar imposible encontrar hueco.
La carretera a Tarrafal está primero asfaltada tras abandonar Porto Novo, después adoquinada, y finalmente desaparece cualquier tipo de pavimento para traquetear por una pista de tierra y piedras que es más deficiente conforme avanzamos, y se termina circulando por la playa. Al mismo tiempo, el paisaje va intensificando su dramatismo. Resulta sobrecogedor encontrarse en medio de un desierto de lava que combina diversos colores. Nos rodean rojizos, ocres, marrones, blanquecinos, en un homenaje a la soledad. El 4x4 debe subir a las alturas volcánicas de la isla para después bajar trágicamente hasta la costa donde se ubica Tarrafal. Un cono volcánico por aquí, otro por allá, colores terrosos que se fortalecen bajo el sol, a imitación de los desiertos bolivianos.
Carretera de Caldeira das Patas
Magistral escenario es el que compone la Caldeira das Patas, una caldera volcánica atravesada por la Ribeira das Patas. Accedemos desde Porto Novo tomando la carretera que se dirige a Ribeira da Cruz, pasando por la aldea de Curral das Vacas. En Cha de Morto apreciamos una bonita panorámica de la caldera volcánica, cuyo centro ocupa una pequeña aldea sentada sobre el cañón del río. Unos kilómetros más adelante, una desviación conduce a Alto Mira, aldea agrícola en recóndito enclave.
Carretera de Ribeira da Torre a Xoxo
De Ribeira Grande parte uno de los pocos tramos de carretera asfaltada de la isla, la cual se interna en el formidable valle de Ribeira da Torre. La carretera finaliza en la pequeña aldea agrícola de Xoxo. Más allá, hay que seguir caminando ……… y …………. merece muchísimo la pena.
Carretera del Valle de Paul
Hay que recorrer 7 Km de carretera adoquinada para adentrarse en el Valle de Paul partiendo de Vila das Pombas. La carretera finaliza en la aldea de Cha Manuel dos Santos tras recorrer varias pequeñas aldeas que se dispersan entre cultivos tropicales.
PUEBLOS DE SANTO ANTAO
Ponta do Sol
En Ponta do Sol se percibe animación. Es el punto más norteño de la isla y el principal centro turístico de Santo Antao, por lo que es la población que dispone de más hoteles y restaurantes. La vida en el puerto es tranquila. Un grupillo se enzarza en una partida de cartas en la calle. Algunos pescadores lanzan sus cañas, mientras otros arreglan las redes. La mayoría sólo miran, sentados en el puerto. Los turistas contemplan las estampas de la vida local, de las olas y de las barquitas de colores.
Presenciamos un atardecer muy bonito. La puesta de sol sobre el mar enmarcada por los acantilados de fondo pone la guinda perfecta.
Ribeira Grande
A escasa distancia de Ponta do Sol, su ubicación la hace menos atractiva, a orillas de la desembocadura de un río de cauce seco en esta época.
Vila das Pombas (Paul)
Esta localidad costera es el punto de enlace de transportes entre la carretera costera y el hermoso Valle de Paul. En algunas agradables cafeterías se puede pasar el rato mirando el mar en una costa que se conforma en acantilados.
Tarrafal
Tarrafal es para relajarse, para saborear los minutos a la sombra mirando el mar.
Pasear por la tarde por la playa de Tarrafal resulta delicioso. Es su principal punto de encuentro. La playa de arena negra forma una medialuna entre los acantilados ocres, rojizos……….. de múltiples tonalidades según cómo incide el sol. El oleaje es fuerte y apenas podemos mojarnos los pies. En otras épocas del año el mar está tranquilo y se puede practicar snorkell y buceo, pero entre enero y marzo las olas chocan contra la costa y resulta peligroso bañarse.
Un momento consagrado en Tarrafal es la puesta de sol. Oriundos y visitantes se congregan frente al mar, buscando cada uno una posición a su gusto a lo largo del paseo marítimo de tierra que finaliza en la playa.
Las noches de Tarrafal se inundan de millones de estrellas. Más impresionante debía de ser hasta hace un par de años cuando cortaban la electricidad por la noche. De todas formas, no hay más que alejarse de las luces para observar la Vía Láctea dibujada en el cielo. La música suena en los locales y en las casas. La gente cena al aire libre. Es como si sus habitantes se pasasen todo el año de vacaciones.
Playa de Tarrafal
Porto Novo
Si algún lugar en Santo Antao desprende cierto aire urbano, ése es Porto Novo. Las calles están adoquinadas. Hay tiendas, bares, vendedoras ambulantes, montones de alugueres y taxis, y una Terminal marítima pulcra, digna del primer mundo……..con escaleras mecánicas y todo. Los niños juegan a subirlas y bajarlas, entusiasmados con semejante modernidad.
Todos los turistas que llegan a Santo Antao pasan por Porto Novo, y por tanto es el principal nudo de comunicación de la isla. Quizá por eso la gente se ha maleado un poco y los niños piden dinero.
El paseo marítimo conduce a una pequeña playa de arena negra en la que lucen sus colores las barquitas de pescadores. Tan coloridas como algunas fachadas o como las ropas de la gente.