Partimos puntualmente a las 23:55 del aeropuerto de Vantaa-Helsinki rumbo a Singapur, donde tenemos previsto el aterrizaje a las 16:40 del martes día 8 tras ¡11:45 horas de vuelo!



Al hacerlo nos dirigimos al control fronterizo para el chequeo de pasaportes. Singapur no exige visado a los ciudadanos españoles si pretendes hacer turismo, pero sí son estrictos con lo que introduces en el país: tabaco, chicles, alimentos... hay un montón de artículos que no se pueden llevar so pena de fuertes multas o, al menos, de llevarte un susto cuando te pasen el equipaje por el escaner. Nostros no tuvimos problemas: algun@s fumamos pero al ir advertidos casi no llevábamos tabaco encima. Craso error como escribiré más tarde...
Del control al MRT, el metro, trasporte que elegimos para llegar a nuestro destino, que es eficacísimo en esta ciudad-estado: tres billetes hasta la parada de Bayfront, la del Marina Bay Sands, nos costaron 2,40 SDG a cada uno, unos dos pavos por cabeza. Intercambios en Tanah Merah y Bugis y en 25 minutos estábamos subiendo las escaleras del hotel (Bayfront tiene parada mismo en el Marina). Todo muy rápido y limpio. El hall del hotel es enorrrrrrrrrme: hay que tener en cuenta que son tres edificios con una recepción común, y recordar que hay miles de habitaciones. De todos modos, es un cinco estrellas: todo está tan bien organizado a todos los niveles que apenas tardamos 15 minutos en hacer el ckeck-in, pese a que había varios (y variopintos) huéspedes delante de nosotros. Nos atendió una chica amabilísima que enseguida nos facilitó las llaves que daban acceso a todo: ascensores, habitaciones, infinity pool... Como curiosidad hay que decir que nos ofreció habitación de fumadores, cosa que nos extrañó pero que por supuesto aceptamos; y que tenía tal sistema de extracción de humos que en ningún momento olió a tabaco, cosa rarísima...
Bueno, nuestra habitación era esta:




Decir que las vistas eran espectaculares es quedarse muy corto. Tras un aseo rápido hicimos lo que habíamos venido a hacer aquí: subir a la planta 56 y darnos un chapuzón en la que probablemente es la piscina más impresionante del mundo (acompañado de una caña y unos mojitos, éstos a razón de 25 SDG por cabeza):




Al acabar nos acercamos al Skypark, un mirador en la esquina de la piscina que impresiona en cualquier momento del día, pero de noche ofrece panorámicas abrumadoras:





El día siguiente, miércoles 9, lo comenzamos con un pedazo buffet en el restaurante Rise, en la planta baja del hotel. Pagamos 45 SDG cada uno, unos 100 euros por los tres, pero valió la pena:


Ya repuestos y con fuerzas nos propusimos cumplir nuestro plan del día: visitar Little India y Chinatown, pasear algo por el downtown y los quays y terminar haciendo algunas compras en algún mercadillo callejero (en Bugis dimos con uno muy trande y bullicioso) o en los Shoppes del Marina, que son espectaculares pero, eso sí, fuera de nuestro presupuesto. Tuvimos que aprovisionarnos de tabaco en el 7Eleven del hotel ya que, como quedó dicho, no nos atrevimos a introducir el nuestro tras lo que habíamos leído acerca de las famosas restricciones singapurenses; y la coña nos salió aproximadamente en 13 o 14 euros el paquete de Marlboro, más o menos.


Aquí quedan las fotos del día:














Tras la cena y la tragaperras un último paseo por el hotel, y a descansar. Al día siguiente nos esperaba otro largo vuelo hasta nuestro siguiente destino: Melbourne.