Partimos desde Sevilla rumbo a Lisboa y por el camino hacemos nuestra primera parada para conocer la bonita ciudad de Évora. Lo primero que me sorprende es que hay mucho más turismo que la vez anterior que visité la ciudad, hace unos 8 años.
Dejamos el coche fuera de las murallas de la ciudad y damos un paseo por sus bonitas calles de fachadas blancas y amarillas.
No tenemos otra intención que dar una vuelta y visitar la Capilla de los Huesos, un lugar cuanto menos peculiar. La decoración de la capilla intenta transmitir el mensaje de que algún día todos estaremos así, con lo cual viaja todo lo que puedas antes de que llegue ese día. La segunda parte del mensaje es cosa mía.
Como ya os comentaba se nota el aumento del turismo en la ciudad, recuerdo que la otra vez que vine estuve sin gente en la capilla de los huesos y me costó 2€, ahora vale 4€ y hay muchos visitantes. Aún así es un lugar en mi opinión que merece la pena ser visitado. La zona superior de la iglesia cuenta con una terraza desde la que se obtienen buenas vistas sobre los tejados del centro histórico.
Si por algo se ha caracterizado este viaje es porque ha sido uno en los que más nos hemos reído y creo que el museo de pesebres tuvo mucho que ver. Junto con la visita a la capilla de los huesos se puede visitar un Museo de arte religioso y un Museo de Belenes de diferentes partes de Portugal y del mundo, éste último nos arrancó más de una sonrisa. Vaya por delante mi total ignorancia sobre el arte de montar belenes. Algunos eran muy originales y bonitos pero otros eran un poco extraños, por lo menos para mí. Si le sumamos que nos entró un "pavo quinceañero" muy tonto, el resultado no fue otro que un ataque de risa floja de esa que no se te quita ni a la de tres. Tómense estos ejemplos con una nota de humor.
Dejamos el coche fuera de las murallas de la ciudad y damos un paseo por sus bonitas calles de fachadas blancas y amarillas.
No tenemos otra intención que dar una vuelta y visitar la Capilla de los Huesos, un lugar cuanto menos peculiar. La decoración de la capilla intenta transmitir el mensaje de que algún día todos estaremos así, con lo cual viaja todo lo que puedas antes de que llegue ese día. La segunda parte del mensaje es cosa mía.
Como ya os comentaba se nota el aumento del turismo en la ciudad, recuerdo que la otra vez que vine estuve sin gente en la capilla de los huesos y me costó 2€, ahora vale 4€ y hay muchos visitantes. Aún así es un lugar en mi opinión que merece la pena ser visitado. La zona superior de la iglesia cuenta con una terraza desde la que se obtienen buenas vistas sobre los tejados del centro histórico.
Si por algo se ha caracterizado este viaje es porque ha sido uno en los que más nos hemos reído y creo que el museo de pesebres tuvo mucho que ver. Junto con la visita a la capilla de los huesos se puede visitar un Museo de arte religioso y un Museo de Belenes de diferentes partes de Portugal y del mundo, éste último nos arrancó más de una sonrisa. Vaya por delante mi total ignorancia sobre el arte de montar belenes. Algunos eran muy originales y bonitos pero otros eran un poco extraños, por lo menos para mí. Si le sumamos que nos entró un "pavo quinceañero" muy tonto, el resultado no fue otro que un ataque de risa floja de esa que no se te quita ni a la de tres. Tómense estos ejemplos con una nota de humor.
Creo que se inspiraron en la saga de terror Saw
No sé si es la vaca del pesebre o el gallo de Portugal
No sé si es la vaca del pesebre o el gallo de Portugal
A la salida continuamos con nuestro paseo por las calles de la ciudad. Recorremos algunas de sus plazas, la catedral y el templo romano hasta que el sol se planta en todo lo alto, es la hora de hacer un descanso para almorzar. Os recomendamos el restaurante O Templo, buen trato y comida casera típica de la zona a muy buen precio.
El centro de la ciudad está repleto de pastelerías con unas vitrinas que hacen imposible resistirse a probar la repostería del lugar. También es una buena zona donde comprar una botella de vino de Alentejo para poder disfrutarla mientras se escribe el diario del viaje.
El centro de la ciudad está repleto de pastelerías con unas vitrinas que hacen imposible resistirse a probar la repostería del lugar. También es una buena zona donde comprar una botella de vino de Alentejo para poder disfrutarla mientras se escribe el diario del viaje.