Sábado 25 de Mayo:
Todo viaje tiene su fin, y el de este viaje había llegado, éste sería nuestro último día en Israel. Había sido un buen viaje y en unas fechas en las que no estamos acostumbrados ya que por nuestro trabajo sólo podemos hacerlo en fechas de vacaciones escolares. Pero aún nos quedaban un par de cosas por visitar.
Todavía estábamos en shabat, ya que dura hasta el atardecer del sábado. Pudimos comprobarlo en el desayuno buffet del hotel, habían tapado la máquina del café de todos los días con un paño blanco y la habían sustituido por unas jarras de cristal que se mantenían calientes en una placa, y además la tostadora, eléctrica también, había desaparecido misteriosamente, dejando un hueco vacío en su rincón de todos los días. Nos apañamos con lo que había y a las 8 en punto estábamos preparados en la puerta del hotel, donde nos pasarían a recoger para la última excursión del viaje.
En muchas guías y diarios había leído que un sábado en Jerusalén poco se puede hacer, que es difícil aprovechar el tiempo viendo cosas, así que aprovechamos para contratar una excursión a Palestina para visitar Belén y Jericó. Al ser zonas de mayoría musulmana no les afectaba el shabat. La volvimos a contratar con Bein Harim tours, la misma que nos llevó a Masada el primer día, y también en español. Esta vez la impresión que tuvimos fue peor que la primera, no nos convenció mucho la visita. Si tuviera que repetir lo haría por mi cuenta, sin duda. A Belén es fácil llegar en bus público, y a Jericó, con un poco de planificación, tampoco es complicado.
Para empezar se suponía que teníamos guía en español, excepto en Jericó, donde ponía claramente que no estaba incluido. Cuando pasaron a recogernos en un autobús para llevarnos al punto de encuentro donde encontraríamos el autobús definitivo el guía no hablaba español, así que toda la comunicación fue en inglés. En nuestro caso no había problema porque para cosas así nos defendemos bien, pero si alguna persona que no sepa inglés se apunta a esta excursión confiando en que le hablarán en español lo pasará mal. Ya en nuestro autobús un guía nos iba contando cosas de camino a Belén, que era la primera parada, pero todo en inglés. Entrar en Palestina fue lo más fácil del mundo. No nos paró nadie, ni subió ningún policía, ni nos pidieron pasaportes... vamos, como si hubiéramos ido a un barrio más de Jerusalén. Otras personas que han ido me han contado que sí tuvieron controles más estrictos, yendo en tours organizados, pero en nuestro caso nada de nada, todo la mar de sencillo.
De todo lo que vimos por el camino y que el guía nos contaba lo que más llamó la atención fueron unos carteles rojos que se encontraban saliendo de la carretera, justo en la entrada de las ciudades palestinas. En ellos se podía leer en hebreo, árabe e inglés, que se estaba entrando en una zona A, donde los ciudadanos israelís, independientemente de su religión, tienen prohibida la entrada Es decir, que los israelís, sean judíos o árabes (o lo que sea) pueden moverse por las carreteras principales que cruzan Palestina, que al parecer están controladas por las autoridades israelís, pero no entrar en las ciudades. De esta forma pueden llegar a las playas del Mar Muerto, por ejemplo, pero no pueden visitar Belén, Hebrón, Ramala, Jericó, etc.
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Entramos en la ciudad de Belén, que no tiene nada de bucólico pueblo de pastores ni nada parecido. Es una ciudad moderna, algo fea y destartalada. Estuvimos dando vueltas buscando no sé muy bien el qué, pasando varias veces por las mismas calles, y en un momento que el autobús se metió por una calle estrecha que no tenía salida casi nos quedamos allí atascados para dar la vuelta. Cuando por fin nos metimos en el centro de la ciudad se subió el guía, uno de los escasos palestinos cristianos que quedan (son el 10% de la población), que sería el encargado de enseñarnos la basílica de la Natividad. El guía se puso a dar las explicaciones en inglés y siguió adelante, entonces le dije que si lo podía decir en español, ya que nosotros habíamos pagado la excursión en este idioma. De todos los que íbamos sólo 4 hablábamos español, pero el guía lo repitió sin ningún problema. Durante toda la visita primero explicaba en inglés y luego en nuestro idioma.
[align=center]Basílica de la Natividad. Belén.
Todo viaje tiene su fin, y el de este viaje había llegado, éste sería nuestro último día en Israel. Había sido un buen viaje y en unas fechas en las que no estamos acostumbrados ya que por nuestro trabajo sólo podemos hacerlo en fechas de vacaciones escolares. Pero aún nos quedaban un par de cosas por visitar.
Todavía estábamos en shabat, ya que dura hasta el atardecer del sábado. Pudimos comprobarlo en el desayuno buffet del hotel, habían tapado la máquina del café de todos los días con un paño blanco y la habían sustituido por unas jarras de cristal que se mantenían calientes en una placa, y además la tostadora, eléctrica también, había desaparecido misteriosamente, dejando un hueco vacío en su rincón de todos los días. Nos apañamos con lo que había y a las 8 en punto estábamos preparados en la puerta del hotel, donde nos pasarían a recoger para la última excursión del viaje.
En muchas guías y diarios había leído que un sábado en Jerusalén poco se puede hacer, que es difícil aprovechar el tiempo viendo cosas, así que aprovechamos para contratar una excursión a Palestina para visitar Belén y Jericó. Al ser zonas de mayoría musulmana no les afectaba el shabat. La volvimos a contratar con Bein Harim tours, la misma que nos llevó a Masada el primer día, y también en español. Esta vez la impresión que tuvimos fue peor que la primera, no nos convenció mucho la visita. Si tuviera que repetir lo haría por mi cuenta, sin duda. A Belén es fácil llegar en bus público, y a Jericó, con un poco de planificación, tampoco es complicado.
Para empezar se suponía que teníamos guía en español, excepto en Jericó, donde ponía claramente que no estaba incluido. Cuando pasaron a recogernos en un autobús para llevarnos al punto de encuentro donde encontraríamos el autobús definitivo el guía no hablaba español, así que toda la comunicación fue en inglés. En nuestro caso no había problema porque para cosas así nos defendemos bien, pero si alguna persona que no sepa inglés se apunta a esta excursión confiando en que le hablarán en español lo pasará mal. Ya en nuestro autobús un guía nos iba contando cosas de camino a Belén, que era la primera parada, pero todo en inglés. Entrar en Palestina fue lo más fácil del mundo. No nos paró nadie, ni subió ningún policía, ni nos pidieron pasaportes... vamos, como si hubiéramos ido a un barrio más de Jerusalén. Otras personas que han ido me han contado que sí tuvieron controles más estrictos, yendo en tours organizados, pero en nuestro caso nada de nada, todo la mar de sencillo.
De todo lo que vimos por el camino y que el guía nos contaba lo que más llamó la atención fueron unos carteles rojos que se encontraban saliendo de la carretera, justo en la entrada de las ciudades palestinas. En ellos se podía leer en hebreo, árabe e inglés, que se estaba entrando en una zona A, donde los ciudadanos israelís, independientemente de su religión, tienen prohibida la entrada Es decir, que los israelís, sean judíos o árabes (o lo que sea) pueden moverse por las carreteras principales que cruzan Palestina, que al parecer están controladas por las autoridades israelís, pero no entrar en las ciudades. De esta forma pueden llegar a las playas del Mar Muerto, por ejemplo, pero no pueden visitar Belén, Hebrón, Ramala, Jericó, etc.
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Entramos en la ciudad de Belén, que no tiene nada de bucólico pueblo de pastores ni nada parecido. Es una ciudad moderna, algo fea y destartalada. Estuvimos dando vueltas buscando no sé muy bien el qué, pasando varias veces por las mismas calles, y en un momento que el autobús se metió por una calle estrecha que no tenía salida casi nos quedamos allí atascados para dar la vuelta. Cuando por fin nos metimos en el centro de la ciudad se subió el guía, uno de los escasos palestinos cristianos que quedan (son el 10% de la población), que sería el encargado de enseñarnos la basílica de la Natividad. El guía se puso a dar las explicaciones en inglés y siguió adelante, entonces le dije que si lo podía decir en español, ya que nosotros habíamos pagado la excursión en este idioma. De todos los que íbamos sólo 4 hablábamos español, pero el guía lo repitió sin ningún problema. Durante toda la visita primero explicaba en inglés y luego en nuestro idioma.
[align=center]Basílica de la Natividad. Belén.
La basílica de la Natividad es realmente un único templo compartido por la Iglesia Ortodoxa Griega, la Iglesia apostólica armenia y la Iglesia católica. Se trata de la iglesia más antigua del mundo aún en uso, ya que por azares de la historia no fue destruida en las sucesivas invasiones. Dentro había mucha gente, y además tenían algunas partes en obras. Según nos contó el guía están limpiando la iglesia y reformándola y al volver a España busqué fotos antiguas y se nota la diferencia, antes era un lugar oscuro y tenebroso y hoy es mucho más claro y acogerdor. La parte más visitada es la ortodoxa, ya que en la cripta se encuentra la cueva donde se supone que nació Jesús, y la cosa para entrar era de varias horas. Esto no sé si sería cierto o no, pero lo he leído en muchos sitios ya, así que si es verdad lo suyo sería ir a primerísima hora de la mañana para encontrar menos gente. Por esta razón digo que si repitiera lo haría por mi cuenta, la estación central de autobuses está bastante cerca andando y es cómodo ir en bus desde Jerusalén.
Entramos a la zona católica y nos dejaron un rato para verla, incluyendo el pequeño claustro, pero también nos tuvimos que ir porque iba a empezar una misa. Según el guía es muy habitual, que haya misas constantemente de grupos religiosos que están allí por peregrinación y que eso interrumpe siempre las visitas. La verdad es que en cuanto a organización esta visita dejó mucho que desear.
Un poco con los ánimos caídos nos fuimos al siguiente punto de Belén, el campo de los pastores, el lugar donde estaban los pastores el día del nacimiento y dónde se les apareció el ángel y todo eso. Es como un pequeño parque con una iglesia y una pequeña cueva. Según el guía no pasaba nada por no haber visto la de la Natividad, ya que ésta era muy parecida Estuvimos un rato allí y luego salimos hacia Jericó, pero en vez de ir directos pasamos por Jerusalén a dejar a gente que sólo había contratado medio tour, para la visita a Belén, por lo que tardamos más de la cuenta en llegar a la otra ciudad. De camino pasamos junto al famoso muro de la vergüenza que separa Jerusalén de los territorios palestinos. También paramos en una tienda que al parecer pertenecía a una cooperativa donde vendían objetos hechos a mano en madera de olivo, muy popular en la zona, pero que de paso vendían todo tipo de recuerdos, así que era otra tienda de souvernis. No compramos nada porque los precios estaban por las nubes, pero nos dieron un vasito de limonada bastante buena.
Jericó es una de las ciudades más antiguas del mundo, si no la más, y hoy en día es una ciudad musulmana sin mucho encanto. Paramos primero en una especie de centro comercial donde nos llevaron a comer a un restaurante tipo buffet, que era caro (la moneda en Palestina sigue siendo el sheckel israelí), y que además con el calor que hacía tampoco teníamos mucha ganas de darnos una comilona. Al entrar vimos que había un puesto de falafel en pan de pita que tenía buena pinta, y esa fue nuestra comida. Mientras esperábamos al resto de la gente curioseamos un rato por las tiendas de souvernirs que había allí, pero era todo carísimo, unos precios exagerados, así que no compramos nada. Salimos fuera a ver una fuente, cuyas aguas abastecieron ya a la antigua Jericó, la que dice la Biblia que cayeron sus murallas con el sonido de las trompetas de los israelís cuando la conquistaron. Cuando estuvo todo el grupo entramos en el recinto arqueológico para ver las ruinas que aún se conservan. La visita, ya todo en inglés, fue interesante, sobre todo teniendo en cuenta que estábamos pisando lo que se considera el núcleo urbano más antiguo del mundo, que se dice pronto. Lo malo es que hacía un calor insufrible y estar a toda la solana con esas temperaturas agota a cualquiera.
La visita fue corta, la verdad, y al salir nos dijo el guía que nos teníamos que montar en otro autobús que llegaba entonces para llevarnos de vuelta a Jerusalén, ya que el nuestro iba a Tel Aviv Como digo, llevan un jaleo con los autobuses que no es normal, pero nos devolvieron a nuestro hotel sin problema. Antes de dejar la ciudad paramos en un mirador donde se veía el monte de las Tentaciones, el lugar donde Jesús hizo el ayuno y fue tentado por el diablo. Allí se puede ver un monasterio al que se puede llegar en un funicular pero no subimos. En el mirador había una tienda de souvernis donde no compramos nada, pero nos ofrecieron gratis unos dátiles.
Sobre las 5 de la tarde estábamos de vuelta en el hotel, y como era la hora de la merienda gratuita pues la aprovechamos, pero teníamos unas horas libres hasta que nos fuéramos al aeropuerto, ya que nuestro vuelo salía a las 5 de la madrugada. El resto de la tarde aprovechamos para volver a la ciudad vieja y conocer el barrio armenio, que no lo habíamos visitado aún. Es una zona tranquila, lejos del bullicio de otros barrios, y que no está restaurada como el barrio judío. Los puntos más importantes son la iglesia de San Marcos, construida en el lugar donde vivían los padres del evangelista, y el monasterio de Santiago, de origen georgiano pero cedido a la iglesia armenia. En todo el barrio vimos algunas tiendas de cerámica armenia, y es que tiene bastante fama por su belleza y buen acabado.
Para cenar volvimos al centro de la ciudad, y al ser ya de noche vimos que la ciudad poco a poco volvía a la normalidad. Empezaban a funcionar los autobuses y algunos restaurantes abrían ya. Nosotros optamos por un chino, donde cenamos bastante bien y sin gente, ya que era un poco temprano aún, y tras eso volvimos al hotel a buscar las maletas. Cogimos el bus hasta la estación de tren de Yitzhak Navon, donde sale el tren de alta velocidad al aeropuerto. De camino pasamos por el barrio judío ortodoxo de Mea Shearim, y como era el final de Shabat estaba lleno de gente por la calle, incluso el bus. Muchos hombres ataviados con los típicos trajes negros y sus sombreros fedora, y las mujeres con ropas que parecían recién sacadas de una película ambientada en los 50. Desde luego es una curiosa de ver.
Cuando llegamos a la estación nos dieron una mala noticia, el servicio de tren estaba cortado por un problema técnico y no sabían cuándo se iba a restaurar, así que tuvimos que buscar un plan B. Por suerte, al lado está la estación de autobuses, donde llegamos unos días antes, y en una calle cercana salía el bus del aeropuerto, el 485 y teníamos aún margen de tiempo para cogerlo. Sin embargo leímos en internet que no se puede comprar billete por anticipado, sólo al conductor y pagando el efectivo, y casi no nos quedaban sheckels, así que tuve buscar corriendo un cajero donde sacar lo justo para pagar. Al final todo salió bien y a las 10 en punto estábamos de camino al aeropuerto de Ben Gurión.
Antes de facturar nos encontramos un mostrador con dos chicas que sí que controlaban los pasaportes exhaustivamente, y nos preguntaron que por qué habíamos ido a Jordania, que si teníamos familia o amigos allí, etc., En un momento dado la chica que nos "interrogaba" nos dijo que habíamos estado en Eurovisión... yo flipé porque pensaba que lo tenían registrado o algo, pero no, era porque llevaba puesta la sudadera oficial que me había comprado con el logo del certamen Nosotros no tuvimos muchos problemas, pero el chaval que iba delante de nosotros estuvo allí un rato retenido mientras se llevaban su pasaporte para verificar algo, y un amigo nuestro tuvo que se había ido unos días antes hasta tuvo que enseñar fotos de Jordania para justificar su estancia allí
Una vez hecha la facturación, pasamos el control de seguridad y entramos ya en la zona de salidas, sin ninguna complicación. Nos quedaban todavía una cuantas horas para llegar a casa y estábamos cansados de todo el día por ahí, pero volvíamos contentos porque el viaje había salido bien, y sobre todo, lo habíamos disfrutado muchísimo. ):;[/align]