El avión de United Airlines procedente de NY nos llevó puntualmente al aeropuerto de Cancún a eso de las 13:30 hora local. Al ir a recoger nuestros equipajes echamos en falta uno que parece ser no salió de NY . Tras la pertinente reclamación, dejar la llave de la maleta (nos indicaron que si o si iban a abrirla) y nuestra dirección en Cancún, nos dirijimos al pertinente trámite de inmigración (has de rellenar un formulario en el avión), cuyo resguardo has de conservar para la salida (de lo contrario ya te advierten que obtener un duplicado tendrá coste). También tuvimos la “suerte” que la “ruleta de la fortuna” (el botón que decide si tu equipaje va a ser inspeccionado o nos “sonriera” y tuviésemos que abrir las cinco maletas que llevábamos. En fin, una serie de inconvenientes que nos hacía demorar la salida del aeropuerto y que puso a prueba la paciencia de nuestro transporte contratado con “Galeana transfer” (página disponible en facebook).
Al salir de la terminal nos encontraba nuestro cartel con los apellidos de nuestras respectivas madres, un detalle que pudimos coordinar con la amabilidad de Galeana. Fue muy ilusionante observar la cara de sorpresa de ellas al verse así reconocidas. El traslado (que nos costó 900 pesos para los 9 en una única furgoneta) nos llevó hasta nuestro hotel, el OASIS SMART CANCUN. Antes de despedirnos, volvimos a confirmar el transfer al día siguiente para hacernos llegar a la marina de Punta Sam, y le pedimos consejo de donde comer bien amenizado con música mexicana, indicándonos que nos recomendaba el restaurante “La Parrilla”.
En la recepción del hotel estuvimos más tiempo del que hubiéramos querido para hacer el Check In, puesto que nuestras notas nos indicaban que ya habíamos pagado la estancia mientras que a ellos no les constaba. A estas alturas del día ya empezábamos a pensar que nuestra estancia en México estaría gafada con tanto inconveniente , pero intentábamos mantener la sonrisa y la mirada alta. Dejamos las maletas en el hotel con la intención de salir a comer alguna cosa, y nos decidimos por un restaurante cercano con AC que se llama “Rolandi’s”. La comida estaba buena, el servicio impecable y el AC adecuado para todo el bochorno que nos estaba cayendo a esas horas de la tarde. Nuestros mayores se retiraron a descansar a las habitaciones después del pertinente tequila reposado que nos ofrecieron, y quedamos a eso de las 20h para salir a cenar. Mientras tanto, nosotros nos pusimos el traje de baño y bajamos a lo que nosotros nos pareció el paraíso . Una piscina de sillones blancos, cuellos de cisne, agua caliente (por el mismo clima de México), bañeras de hidromasaje y, en aquellas horas de la tarde, música en directo de estilo reggae bajo la sombra de las palmeras. La sensación de cansancio dio paso a la de inmensa felicidad: los niños chapoteaban en el agua alucinando por las instalaciones, el bienestar del entorno y la sensación de que el largo cansancio de los días precedentes iban quedando atrás.
Al finalizar la tarde, nos preparamos para salir a ver algo de Cancún ya que no teníamos mucha hambre todavía (ni después) y desde la recepción nos recomendaron de acercarnos a la plaza de las Américas, un lugar del que no tenemos nada que destacar puesto que es idéntico a cualquier centro comercial que podáis conocer y que no recomendamos por falta de encanto. Decir que nos llevaron dos taxis aparcados en el hotel que nos cobraron precios diferentes por el trayecto (80 y 100 pesos) de lo que no quisimos discutir, mientras que para nuestro siguiente trayecto a “La Parrilla” nos decidimos por contactar con el servicio de “Taxi seguro Cancun” (que podéis encontrar en facebook). Ya era de noche y según los comentarios del foro subir a un taxi en la Avenida no era lo más recomendable a esas horas. El trayecto nos costó 70$ por taxi (a una distancia superior de la que nos habían trasladado con anterioridad) y además nos dieron sendas invitaciones para una consumición en el restaurante.
La Parrilla
¿Qué podemos decir de este lugar? Inigualable. Nuestras expectativas eran comer bien, mexicano y con mariachi. Todo se cumplió a las mil maravillas, raciones enormes, servicio atento y encantador (como en casi todo nuestro viaje) y el canto con el Mariachi. Por 10 dolares, la banda nos tocó la canción de “Juan Charrasqueado”, mientras FlyDash, una de las abuelas y nosotros cantábamos abrazados de pie en nuestras mesas . Las lágrimas se dejaron ver en nuestras mejillas por la emoción de vernos inmersos en nuestra idea más folclórica y delirante de México. La cena continuó mientras un camarero llevaba tres bandejas de bebidas en la cabeza y otros tantos lo seguína con algunas copas de la misma manera, bajo un techo lleno de banderines y la gente en pie aplaudiendo.
Dejando mucha comida sobre la mesa, y con los ojos llenos de ilusión nos retiramos después de contactar de nuevo con la empresa “Taxi seguro Cancún” para acercarnos ya tarde a nuestro hotel. En este punto cabe decir, que si bien el servicio es serio y correcto, tardan mucho en hacerte llegar un transporte, por lo que si se tiene necesidad de él es mejor planificarlo con tiempo.
El día siguiente nos esperaba la primera excursión: Isla Contoy + Isla Mujeres. Nuestro transfer nos recogería a las 08h de nuestro hotel para llevarnos a la marina, mientras que Joel (propietario de la empresa 4-explore.com) con quien teníamos contratado la excursión, nos confirmaba que estaría esperándonos allí por la mañana .
Al salir de la terminal nos encontraba nuestro cartel con los apellidos de nuestras respectivas madres, un detalle que pudimos coordinar con la amabilidad de Galeana. Fue muy ilusionante observar la cara de sorpresa de ellas al verse así reconocidas. El traslado (que nos costó 900 pesos para los 9 en una única furgoneta) nos llevó hasta nuestro hotel, el OASIS SMART CANCUN. Antes de despedirnos, volvimos a confirmar el transfer al día siguiente para hacernos llegar a la marina de Punta Sam, y le pedimos consejo de donde comer bien amenizado con música mexicana, indicándonos que nos recomendaba el restaurante “La Parrilla”.
En la recepción del hotel estuvimos más tiempo del que hubiéramos querido para hacer el Check In, puesto que nuestras notas nos indicaban que ya habíamos pagado la estancia mientras que a ellos no les constaba. A estas alturas del día ya empezábamos a pensar que nuestra estancia en México estaría gafada con tanto inconveniente , pero intentábamos mantener la sonrisa y la mirada alta. Dejamos las maletas en el hotel con la intención de salir a comer alguna cosa, y nos decidimos por un restaurante cercano con AC que se llama “Rolandi’s”. La comida estaba buena, el servicio impecable y el AC adecuado para todo el bochorno que nos estaba cayendo a esas horas de la tarde. Nuestros mayores se retiraron a descansar a las habitaciones después del pertinente tequila reposado que nos ofrecieron, y quedamos a eso de las 20h para salir a cenar. Mientras tanto, nosotros nos pusimos el traje de baño y bajamos a lo que nosotros nos pareció el paraíso . Una piscina de sillones blancos, cuellos de cisne, agua caliente (por el mismo clima de México), bañeras de hidromasaje y, en aquellas horas de la tarde, música en directo de estilo reggae bajo la sombra de las palmeras. La sensación de cansancio dio paso a la de inmensa felicidad: los niños chapoteaban en el agua alucinando por las instalaciones, el bienestar del entorno y la sensación de que el largo cansancio de los días precedentes iban quedando atrás.
Al finalizar la tarde, nos preparamos para salir a ver algo de Cancún ya que no teníamos mucha hambre todavía (ni después) y desde la recepción nos recomendaron de acercarnos a la plaza de las Américas, un lugar del que no tenemos nada que destacar puesto que es idéntico a cualquier centro comercial que podáis conocer y que no recomendamos por falta de encanto. Decir que nos llevaron dos taxis aparcados en el hotel que nos cobraron precios diferentes por el trayecto (80 y 100 pesos) de lo que no quisimos discutir, mientras que para nuestro siguiente trayecto a “La Parrilla” nos decidimos por contactar con el servicio de “Taxi seguro Cancun” (que podéis encontrar en facebook). Ya era de noche y según los comentarios del foro subir a un taxi en la Avenida no era lo más recomendable a esas horas. El trayecto nos costó 70$ por taxi (a una distancia superior de la que nos habían trasladado con anterioridad) y además nos dieron sendas invitaciones para una consumición en el restaurante.
La Parrilla
¿Qué podemos decir de este lugar? Inigualable. Nuestras expectativas eran comer bien, mexicano y con mariachi. Todo se cumplió a las mil maravillas, raciones enormes, servicio atento y encantador (como en casi todo nuestro viaje) y el canto con el Mariachi. Por 10 dolares, la banda nos tocó la canción de “Juan Charrasqueado”, mientras FlyDash, una de las abuelas y nosotros cantábamos abrazados de pie en nuestras mesas . Las lágrimas se dejaron ver en nuestras mejillas por la emoción de vernos inmersos en nuestra idea más folclórica y delirante de México. La cena continuó mientras un camarero llevaba tres bandejas de bebidas en la cabeza y otros tantos lo seguína con algunas copas de la misma manera, bajo un techo lleno de banderines y la gente en pie aplaudiendo.
Dejando mucha comida sobre la mesa, y con los ojos llenos de ilusión nos retiramos después de contactar de nuevo con la empresa “Taxi seguro Cancún” para acercarnos ya tarde a nuestro hotel. En este punto cabe decir, que si bien el servicio es serio y correcto, tardan mucho en hacerte llegar un transporte, por lo que si se tiene necesidad de él es mejor planificarlo con tiempo.
El día siguiente nos esperaba la primera excursión: Isla Contoy + Isla Mujeres. Nuestro transfer nos recogería a las 08h de nuestro hotel para llevarnos a la marina, mientras que Joel (propietario de la empresa 4-explore.com) con quien teníamos contratado la excursión, nos confirmaba que estaría esperándonos allí por la mañana .