En realidad este no es un diario de viaje. Se trata de un post que escribí en el foro, pero que Angemi ha sugerido que convierta en un diario añadiéndole alguna foto.
El miercoles aterricé de mis vacaciones, y tengo claro que de no haber sido por la información que he recopilado de estos foros, no habrían sido un éxito. Me toca, pues, retribuir lo recibido y comentar algunas cosas de mi viaje. Hemos pasado quince noches fuera: siete noches en Estambul, cuatro en Capadocia y cuatro en Roma.
Esto último ha sido un pequeño capricho personal. Me hacía ilusión hacer coincidir las dos capitales del Imperio Romano en un solo viaje. En Roma, la capital más hermosa de Europa en mi opinión, he estado en numerosas ocasiones, unas seis o siete, y solo voy a decir una cosa, ya que este no es el sitio: que desde mi último viaje he encontrado la ciudad algo más organizada a la hora de lidiar con el turismo de masas, y que está aprendiendo a ofrecer alternativas muy interesantes a quienes deseen ver algunos monumentos de una forma distinta y sin agobios, pero que si siguen abusando así, y esto vale para los romanos o para los españoles, van a matar la gallina de los huevos de oro.
Cuando la gente le termine de perder el miedo a destinos como por ejemplo Turquía, no van a poder recuperar a los turistas que pierdan, atraídos por mejores servicios y precios. Cuando pagué doce euros por un minúsculo plato de pasta (una cantidad no más grande que mi puño) en un recóndito bar del Trastévere que ni siquiera estaba en un sitio particularmente frecuentado, y alejado de las zonas más masificadas, supe que mi próximo viaje a Roma -volveré, pues Roma es Roma- será muy distinto: se acabaron los restaurantes y los hoteles,y la próxima alojaré en un apartamento alejado del centro y comeré como un romano, haciendo la compra en el súper de la esquina.
Turquía. Hemos viajado cuatro personas: mi mujer y yo, y mis dos hijos, de dieciséis -los cumplió en Estambul- y trece. Si más adelante hablo de precios caros o baratos, hay que relativizarlo: Turquía es un destino incontestablemente barato. Punto. Si vas a pasar tres, cuatro o cinco días en Estambul, no te compliques la vida, disfruta y no te preocupes: se come fantásticamente, y generalmente los precios de los monumentos (aquí hay alguna excepción de la que hablaré), el transporte y la comida son muy asequibles. Obviamente si viajan cuatro adultos dependiendo de los ingresos de solo dos de ellos durante tantos días, hay que cuidar el presupuesto, y cuando empiezas a pasar tiempo allí, dejas de traducir a euros y comienzas a pensar directamente en liras. Así, cuando te cobran cincuenta liras por algo que sabes que puedes obtener por treinta en otro sitio, dices que es caro, aunque, comparado con España, siga siendo barato.
Eso sí, advertir que los precios han subido de manera generalizada en Turquía. No solo han subido los precios de los museos. También lo han hecho los precios de la hostelería. Antes de salir, había buscado las cartas de muchos restaurantes, y casi sin excepción, los precios de las cartas parecen haber subido entre un 10 y un 20 por ciento de lo que figuraba en las cartas colgadas de internet.
Voy a intentar organizar el post -o diario-. Como líneas generales, diré que lo que he visto me ha encantado, y que de mi viaje me traigo a España dos postales visuales y una sonora. La visión del Bósforo a la altura de la fortaleza de Rumeli, mientras navegaban esos enormes buques de carga por una franja de agua tan estrecha,

los globos llenando el amanecer en Capadocia

y la llamada a la oración replicándose una a una en las numerosas mezquitas del casco histórico de Estambul.