Al despertar en el bus y mirar por la ventana, el paisaje y la luz ya es completamente diferente a lo que hemos visto en Perú. Nos espera la empresa del Logde que hemos contratado para pasar tres dias-dos noches en la selva: Monte Amazónico. Nos da tiempo de desayunar, pasear y comprar algunos productos antes de subir al bote a motor que nos lleva en una hora hasta el logde.

El programa contratado nos promete un trek por la selva de dos horas nada mas llegar, pero la realidad es que nuestro guía nos dedica escasos 50 minutos a recorrer lentamente en grupo un sendero que sale desde los mismos bungalows. El primer contacto con la selva no es muy impactante. Supongo que el no ver ni un solo insecto o animal no ayuda mucho.

Después del almuerzo, con arroz, y una siesta en la hamaca, nos citan para la isla de los monos, a la que se llega en barca en unos minutos. Allí nos encontramos con otros grupos de otros logdes y siguiendo todos el mismo sendero llegamos a una zona donde los monos ya esperan a los turistas. El guía lleva plátanos para ayudar a que los monos bajen de los arboles. Es final de temporada seca y la comida escasea para los animales. La sorpresa es que el primer mono que llega coge la fruta que le ofrezco, la tira al suelo y se pone a chillar tendiendo la mano pidiendo no se qué. Al rato, vemos como uno de los turistas ofrece galletas y estas si que son aceptadas y devoradas en directo para satisfacción de todos los presentes, los cuales empiezan a sacar todas las porquerías imaginables para ofrecer a los monitos sibaritas.

Y en menos de una hora desde nuestra salida ya estábamos en el logde, relajados.

Después de la cena, con arroz, y ver una hermosa puesta de sol en la orilla del río, toca el buscar caimanes nocturnos. La barca carga a todo el grupo para recorrer el rio y foco en mano el guía localiza unos cuantos caimanes blancos en la arena que quedan inmóviles unos segundos antes de volver al agua. Mañana será otro día.
