Este nuevo día ha traído consigo cansancio y pereza para moverse por la congestionada Atenas. También hace un calor pegajoso y hemos de reservarnos para tomar luego un vuelo nocturno hasta la ciudad turca de Izmir. Así que dedicamos la mañana a pasear por toda la genuina zona de El Pireo.
A pesar de que los alrededores del puerto son vibrantes, una vez que entras en las calles interiores de esta circunscripción incluida en el área metropolitana de Atenas, uno se da cuenta de la relajación que existe en el país. Mucha desidia y poco interés de los ciudadanos por intentar arreglar las cosas de una nación que se desmorona y que ha vivido el siglo XXI a golpe de rescates y profundas crisis de liquidez.

Muchas quejas y poca acción. Creo que el primer impulso para levantar económicamente un país deben darlo sus propios ciudadanos con una mentalidad abierta y una actitud activa. Pero en Grecia, ni siquiera en Atenas, he logrado percibir alguna de esas cosas. Los ciudadanos tienden a mantener una forma de vida conservadora, con poca iniciativa y buscando soluciones a base de remiendos y embustes. Miedo da de pensar que España se interne en esta senda tan peligrosa. Grecia ha vivido tantos años de las subvenciones y ha generado tan poco que su población se ha ido anestesiando hasta quedar inconsciente. Y he aquí que cuando te despiertas tienes a la troika (el CE, el BCE y el FMI) interviniéndote el Estado.
Y todo el párrafo anterior viene a colación debido a la ingente cantidad de suciedad, excrementos perrunos, olores a orina, contenedores rebosantes de basura y garabatos gigantes estampados sobre los muros que te encuentras casi en cualquier zona de Atenas. El hedor está prácticamente omnipresente. Hay vagones de las líneas de metro más antiguas que no se limpian desde hace años. Las personas toman café al mediodía dejando transcurrir el tiempo y disfrutando de una vida contemplativa. Por supuesto, en España también tenemos mucho de esto, pero cuando llegas a Grecia te explicas muchas cosas.
El Pireo, a pesar de su decadencia, me resulta sumamente atractivo. No solo estamos ante el otrora puerto más importante del mundo antiguo, sino que también guarda algunas joyas arquitectónicas ortodoxas. Hay tres grandes templos cristianos muy cercanos: La Trinidad, San Espiridión y San Nicolás. A pesar de no ser muy antiguos, tanto sus fachadas como sus interiores son llamativos y dignos de una visita, especialmente el primero y el último. También hay cafeterías, mercados y muchos comercios pequeños. Un paseo muy recomendable siempre marcado por un halo de deterioro.

Tras recorrer El Pireo, ponemos rumbo al aeropuerto de Atenas. El próximo destino será la región turca de Esmirna (Izmir). Por desgracia, no hay tiempo para visitar su capital, pero en un buen viaje por el mundo heleno, no hay que dejar nunca atrás la costa de Asia Menor, la cual alberga a ciudades ruinosas tan valiosas para la Historia de la humanidad como Éfeso, Mileto o Pérgamo. Al fin y al cabo, la cultura griega en el occidente de la actual Turquía fue tan prolífica como la de Ática, el Peloponeso o las islas. Asia menor es esencial para conocer también Grecia.
No hay tiempo para extender el tiempo, valga la redundancia (ni el dinero), por los numerosos lugares fascinantes que ofrece Turquía, así que nuestras miras simplificadas se concentran en Éfeso. Hacia allá nos dirigimos previo paso por el aeropuerto de Esmirna. Y desde esta modernísima instalación, tomamos un autobús hasta Selcuk, población donde se encuentra la antigua ciudad de Éfeso.