Último día entero, ya que el vuelo de vuelta el mediodía de mañana sábado, apenas nos deja unas horas aprovechables para desayunar, dar un pequeño paseo por la Marina Rubicón y entregar las llaves de la habitación del hotel, antes de entregar el coche en el aeropuerto de Arrecife, y dirigirnos hacia el embarque.
Aunque nuestro plan era acabar los últimos días visitando lo más cercano a Playa Blanca, barajamos opciones, y nos vamos a dar una vuelta por el núcleo turístico más importante de Lanzarote,
PUERTO DEL CARMEN
a 25 kilómetros de Playa Blanca, tomando la coñazo de la carretera LZ 2 a Arrecife, pasando por la pxxx ROTONDA DE LOS CAMELLOS, y desviándonos en Macher hacia los 6 kilómetros de playas de PUERTO DEL CARMEN.
Metemos en coche en un parking, y a patearrrr por este pueblo, históricamente una aldea marinera llamada La Tiñosa, hasta el año 1957, en que decidieron dedicarle el nombre a la patrona de los marineros Nuestra señora del Carmen, que más contenta que unas pascuas, decidió otorgarles sus favores a partir de los años 60, levantando hoteles, restaurantes, casinos, bares, tiendas, masajes y uñas, un campo de golf, y panaderias Granier, y presentándose en los sueños de miles de estresadas españolitas y españolitos, irlandenses e irlandesas, británicas y británicos, alemanes y alemanas, escandinavos y escandinavas, y de Alfredo Landa, hasta alcanzar el record actual de unos 11000 habitantes y 30000 plazas de alojamiento.
Dando una vuelta por el pueblo, y paseando por la larguísima Avenida de las Playas, el paseo marítimo de Puerto del Carmen, certificamos la concurrencia de público, pero también nos entretenemos viendo como se zambullen unos buceadores, como se van desperezando poco a poco los bares y cafés con terrazas con vistas al mar, como colocan sus mercancías en los tenderetes los vendedores del mercadillo de los viernes, como se levantan las persianas de los comercios, como las nubes cubren todo el gran núcleo de casas blancas del pueblo y el puerto, …
Tomamos un café en una terraza marítima, fisgoneamos por los puestos del mercadillo, subimos y bajamos por los estrechos callejones blancos, y abandonamos Puerto del Carmen o La Tiñosa, residencia durante sus últimos 18 años del Premio Nobel portugués José Saramago, el del “Ensayo sobre la ceguera”, cuya casa museo sigue abierta al público a apenas 5 minutos del pueblo, y también como curiosidad, sede cada mes de mayo del Ironman (and woman) Lanzarote, prueba en la que unos 2000 machotes y machotas
, deben nadar 3’8 kms, pedalear 180 kms en bici, y acabar reventaos con una marathon de 42 kms.
FERIA DE MANCHA BLANCA
En línea recta hacia el norte, rodamos los 15 kms que nos separan de Mancha Blanca, y aparcamos a la entrada del pueblo, puesto que el acceso al recinto ferial en la Ermita de los Dolores esta cortado con vallas. En ese recinto ferial, vamos al segundo día de la 31ª Feria de Artesanía de Lanzarote, en la que muestran sus creaciones y productos artesanos de toda Canarias durante 4 días.
En una gigantesca carpa instalada en una loma del animadísimo recinto ferial, al lado de la iglesia, lleno de puestos de comida, atracciones de feria, escenarios, bares móviles, pasamos un buen tiempo entretenidos, recorriendo las decenas de puestos de artesanía canaria de madera, joyería y bisutería, tejidos, cuero, metal, cuchillería, aloe, cochinilla, cestería de palma, gofio, cerámica, ropa, etc.
Compramos un par de cosas de cuero y cestería, y tras tomar una cerveza en una terraza con vistas a la ermita, cogemos la bajada que pasa por encima de las pistas deportivas del pueblo, que vamos dejando a nuestra derecha, hasta llegar al coche. Cogemos la carretera LZ 67, la del sendero a la Caldera Blanca, el Centro de Visitantes e Interpretacíon y el PN Timanfaya, hasta Yaiza, y de allí, la sempiterna LZ 2, y en media hora nos plantamos en Playa Blanca, donde vamos directamente en el puerto deportivo de la Marina Rubicón, al RESTAURANTE CASA BRÍGIDA.
El placer de la comida en la terraza del puerto deportivo, una exquisita ensalada de sardinas ahumadas sobre variedad de tomates, una fina y deliciosa vieja, una sepia a la plancha de podium con acompañamiento, postres y bebida, y una propina incluida por una atención amable, nos cuesta 60 € por 2 pax. Con la alegría de la pancha contenta, nos vamos a conquistar el último reducto de la isla que nos queda de nuestra campaña, un lugar especial a 10 kms de Playa Blanca,
LAS PLAYAS PAPAGAYO DE LOS AJACHES
un parque natural que ocupa un quesito de 300 km2 en toda la punta sureste de Lanzarote, al que se puede acceder por tres rutas de entrada, en Femés, Playa Quemada y las Playas del Papagayo, y cuya superficie contiene un macizo volcánico de 7,5 kms, y unas cuantas de las calas más bonitas de la isla, como constituyen las playas del Papagayo, un conjunto de cinco preciosas y espectaculares playas repartidas en 2 kms de acantilados, bautizadas como Playa Mujeres, Playa del Pozo o de la Cruz, Playa del Papagayo, Puerto Muelas, y la Caleta del Congrio. Para disfrutar del Monumento Natural de los Ajaches, existe toda una red de senderos en el parque, tanto costeros como interiores, que aprovechan algunos de los caminos reales y senderos más antiguos de la isla.
https://s3-eu-west-1.amazonaws.com/ayuntamiento.yaiza/wp-content/uploads/2011/06/GuiaSenderismoLosAjaches.pdf
Como vamos a pasar toda la tarde en las PLAYAS DEL PAPAGAYO, nosotros accedemos lógicamente por la entrada que tienen en el extremo sureste de la isla, punto más cercano a Playa Blanca. Tras coger el desvío al parque, se rueda siempre sobre tierra, y el precio de entrada por coche es de 3 €. Pasados unos cientos de metros de tierra y polvo, el camino se bifurca, y unas señalizaciones indican hacia que playas se dirigen cada cual, ya que están separadas las unas de la otras por peñones.
En la cima de cada peñón se encuentran los aparcamientos y los garitos para tomar algo en las terrazas sobre las calas, desde los que se baja por escaleras a la playa elegida. Desde arriba, la vista del litoral de aguas turquesas, con las islas de Fuerteventura y de Lobos, y el núcleo blanco de Playa Blanca, es magnífica. Abajo, en la arena, sin nada de saturación, hay espacio de sobra para extender las toallas, pero nosotros las pegamos a las paredes del peñón para aprovechar la sombra que se agradece, por el sol abrasador.
La tarde transcurre entre baños en un agua limpia y de temperatura perfecta, y charla y relax a la sombra del peñón, y para acabar el día y el diario, nos sentamos en una de las terrazas panorámicas de arriba, de esas de atardeceres y música, y nos tomamos unas cervezas para brindar e irnos despidiendo de la isla de Lanzarote, diciéndole que estamos encantados de haberla conocido.

Aunque nuestro plan era acabar los últimos días visitando lo más cercano a Playa Blanca, barajamos opciones, y nos vamos a dar una vuelta por el núcleo turístico más importante de Lanzarote,
PUERTO DEL CARMEN

a 25 kilómetros de Playa Blanca, tomando la coñazo de la carretera LZ 2 a Arrecife, pasando por la pxxx ROTONDA DE LOS CAMELLOS, y desviándonos en Macher hacia los 6 kilómetros de playas de PUERTO DEL CARMEN.

Metemos en coche en un parking, y a patearrrr por este pueblo, históricamente una aldea marinera llamada La Tiñosa, hasta el año 1957, en que decidieron dedicarle el nombre a la patrona de los marineros Nuestra señora del Carmen, que más contenta que unas pascuas, decidió otorgarles sus favores a partir de los años 60, levantando hoteles, restaurantes, casinos, bares, tiendas, masajes y uñas, un campo de golf, y panaderias Granier, y presentándose en los sueños de miles de estresadas españolitas y españolitos, irlandenses e irlandesas, británicas y británicos, alemanes y alemanas, escandinavos y escandinavas, y de Alfredo Landa, hasta alcanzar el record actual de unos 11000 habitantes y 30000 plazas de alojamiento.

Dando una vuelta por el pueblo, y paseando por la larguísima Avenida de las Playas, el paseo marítimo de Puerto del Carmen, certificamos la concurrencia de público, pero también nos entretenemos viendo como se zambullen unos buceadores, como se van desperezando poco a poco los bares y cafés con terrazas con vistas al mar, como colocan sus mercancías en los tenderetes los vendedores del mercadillo de los viernes, como se levantan las persianas de los comercios, como las nubes cubren todo el gran núcleo de casas blancas del pueblo y el puerto, …

Tomamos un café en una terraza marítima, fisgoneamos por los puestos del mercadillo, subimos y bajamos por los estrechos callejones blancos, y abandonamos Puerto del Carmen o La Tiñosa, residencia durante sus últimos 18 años del Premio Nobel portugués José Saramago, el del “Ensayo sobre la ceguera”, cuya casa museo sigue abierta al público a apenas 5 minutos del pueblo, y también como curiosidad, sede cada mes de mayo del Ironman (and woman) Lanzarote, prueba en la que unos 2000 machotes y machotas

FERIA DE MANCHA BLANCA

En línea recta hacia el norte, rodamos los 15 kms que nos separan de Mancha Blanca, y aparcamos a la entrada del pueblo, puesto que el acceso al recinto ferial en la Ermita de los Dolores esta cortado con vallas. En ese recinto ferial, vamos al segundo día de la 31ª Feria de Artesanía de Lanzarote, en la que muestran sus creaciones y productos artesanos de toda Canarias durante 4 días.

En una gigantesca carpa instalada en una loma del animadísimo recinto ferial, al lado de la iglesia, lleno de puestos de comida, atracciones de feria, escenarios, bares móviles, pasamos un buen tiempo entretenidos, recorriendo las decenas de puestos de artesanía canaria de madera, joyería y bisutería, tejidos, cuero, metal, cuchillería, aloe, cochinilla, cestería de palma, gofio, cerámica, ropa, etc.

Compramos un par de cosas de cuero y cestería, y tras tomar una cerveza en una terraza con vistas a la ermita, cogemos la bajada que pasa por encima de las pistas deportivas del pueblo, que vamos dejando a nuestra derecha, hasta llegar al coche. Cogemos la carretera LZ 67, la del sendero a la Caldera Blanca, el Centro de Visitantes e Interpretacíon y el PN Timanfaya, hasta Yaiza, y de allí, la sempiterna LZ 2, y en media hora nos plantamos en Playa Blanca, donde vamos directamente en el puerto deportivo de la Marina Rubicón, al RESTAURANTE CASA BRÍGIDA.

El placer de la comida en la terraza del puerto deportivo, una exquisita ensalada de sardinas ahumadas sobre variedad de tomates, una fina y deliciosa vieja, una sepia a la plancha de podium con acompañamiento, postres y bebida, y una propina incluida por una atención amable, nos cuesta 60 € por 2 pax. Con la alegría de la pancha contenta, nos vamos a conquistar el último reducto de la isla que nos queda de nuestra campaña, un lugar especial a 10 kms de Playa Blanca,
LAS PLAYAS PAPAGAYO DE LOS AJACHES

un parque natural que ocupa un quesito de 300 km2 en toda la punta sureste de Lanzarote, al que se puede acceder por tres rutas de entrada, en Femés, Playa Quemada y las Playas del Papagayo, y cuya superficie contiene un macizo volcánico de 7,5 kms, y unas cuantas de las calas más bonitas de la isla, como constituyen las playas del Papagayo, un conjunto de cinco preciosas y espectaculares playas repartidas en 2 kms de acantilados, bautizadas como Playa Mujeres, Playa del Pozo o de la Cruz, Playa del Papagayo, Puerto Muelas, y la Caleta del Congrio. Para disfrutar del Monumento Natural de los Ajaches, existe toda una red de senderos en el parque, tanto costeros como interiores, que aprovechan algunos de los caminos reales y senderos más antiguos de la isla.
https://s3-eu-west-1.amazonaws.com/ayuntamiento.yaiza/wp-content/uploads/2011/06/GuiaSenderismoLosAjaches.pdf

Como vamos a pasar toda la tarde en las PLAYAS DEL PAPAGAYO, nosotros accedemos lógicamente por la entrada que tienen en el extremo sureste de la isla, punto más cercano a Playa Blanca. Tras coger el desvío al parque, se rueda siempre sobre tierra, y el precio de entrada por coche es de 3 €. Pasados unos cientos de metros de tierra y polvo, el camino se bifurca, y unas señalizaciones indican hacia que playas se dirigen cada cual, ya que están separadas las unas de la otras por peñones.

En la cima de cada peñón se encuentran los aparcamientos y los garitos para tomar algo en las terrazas sobre las calas, desde los que se baja por escaleras a la playa elegida. Desde arriba, la vista del litoral de aguas turquesas, con las islas de Fuerteventura y de Lobos, y el núcleo blanco de Playa Blanca, es magnífica. Abajo, en la arena, sin nada de saturación, hay espacio de sobra para extender las toallas, pero nosotros las pegamos a las paredes del peñón para aprovechar la sombra que se agradece, por el sol abrasador.

La tarde transcurre entre baños en un agua limpia y de temperatura perfecta, y charla y relax a la sombra del peñón, y para acabar el día y el diario, nos sentamos en una de las terrazas panorámicas de arriba, de esas de atardeceres y música, y nos tomamos unas cervezas para brindar e irnos despidiendo de la isla de Lanzarote, diciéndole que estamos encantados de haberla conocido.
