Por fin llegó el día, como siempre nos levantamos con ese cosquilleo en la tripa y sin haber dormido mucho debido a los nervios del viaje que comenzamos. Esta es una sensación que nos invade en cada viaje, y espero que no cese nunca, es como la sensación de niño pequeño cuando te levantabas el día de los Reyes Magos esperando los regalos. Para mi es como una recompensa a todo un año trabajando, como un premio que llevas esperando mucho tiempo y que por fin ha llegado.
Nuestro avión sale del Aeropuerto Adolfo Suarez de Madrid, Terminal 4 a las 10:20. Llegamos al aeropuerto con tiempo suficiente para tomar un desayuno en una de sus cafeterías. Reconozco que aunque no me gustan mucho esas cafeterías, sí me gusta esa sensación cuando te tomas el café mientras esperas a que anuncien tu puerta de embarque.
La llegada a nuestro destino final, Osaka, se hará de rogar un poco ya que hacemos una "pequeña" parada en Helsinki. Pequeña no fue, estaba bromeando, ya que la escala duraba 9 horas por lo que nos lo teníamos que tomar con relax. La forma que tuvimos de aprovechar dicha escala, como no podía ser de otra manera, fue realizando una visita rápida a la ciudad. Pudimos ver mínimamente algunos de los puntos más turísticos con el fin de dejarnos la miel en los labios y volver algún día para visitarla en profundidad.
Nuestro segundo y último avión salía de Helsinki a las 00:45 (hora de Helsinki) y llegaba a Osaka a las 16:25. El vuelo transcurrió sin problemas. Era la primera vez que volábamos con Finnair y la verdad es que no fue nada mal, el avión era cómodo y la comida y entretenimiento durante el vuelo fue bastante bueno, tanto la ida como a la vuelta. En cuanto a la comida, como siempre, te dejan elegir entre dos menús, cualquiera de los dos apetecibles; en cuanto a la bebida yo opté por cerveza japonesa para la ida y finlandesa a la vuelta.
Tomamos la maletas (que sí llegaron ), aunque no os vayáis a creer tenía mis dudas después de la larga escala en Helsinki, y nos dispusimos a buscar una casa de cambio para cambiar parte del dinero. Una recomendación es que busquéis un poco, nosotros nos paramos en la primera casa de cambio y no fue la mejor. Justo antes de entrar en la estación de tren, sin salir del aeropuerto, vimos otra casa de cambio con mejor cambio. Supongo que el cansancio del viaje y las prisas por llegar al hotel, nos hicieron caer en la trampa.
Una vez en la estación nosotros tomamos un Rapi:t que nos llevaría a la estación de Namba. Los billetes los cogimos por internet días antes, a través también de un enlace que había en la web de Japonismo, por lo que nos asegurábamos un sitio en el tren ya que lo compras con reserva de asiento. Enseñamos el boucher y lo cambiamos por los billetes, nos indicaron la puerta - anden y llegamos sin pérdida. El tren es una chulada, parece que estás dentro de una película del futuro. Cómodo donde los haya, con bastante espacio entre asientos; con un compartimento al final de cada vagón para dejar las maletas, la verdad que muy recomendable para llegar a la ciudad. El precio de los billetes fue 9.25 €/per. Cuando subes al tren y ves como es, empiezas a hacerte una idea de la forma de vida que hay en Japón, tan moderna y en muchas ocasiones estrambótica. Mientras estábamos esperando a que llegase vimos pasar el famoso tren Haruka de Hello Kitty, el cual también te lleva a la ciudad.
Tren Haruka de Hello Kitty
Rapi:t
Una vez en la estación de Namba buscamos la entrada del metro para coger la línea roja, parada M20 hasta la M19 (Shinsaibashi) tan solo una parada (precio del metro 180 ¥/per). Indicar a este respecto que el metro en Japón, en general es bastante lioso, ni ellos se aclaran muchas veces. Así que preguntando y con indicaciones y señales, se llega a Roma....:) Las estaciones de metro, sobre todo en Tokyo, son como ciudades subterráneas; son una vida totalmente paralela llena de tiendas de todo tipo, restaurantes y centros comerciales. Hemos llegado a ver estaciones de metro con más de 30 salidas en Tokyo, una locura....
Finalmente, a eso de las 19:00 llegamos a nuestro hotel. Por supuesto, cuando salimos de la estación de metro ya era de noche. Nuestro hotel The Flag, estaba situado en una zona muy céntrica con mucho comercio y zona de restaurantes. Bueno que tontería, en Japón hay restaurantes por todos los sitios por lo que no va a ser un problema el encontrar un sitio para comer.
El hotel era de estilo muy moderno y minimalista, muy japonés , nos gustó mucho y nos trataron muy bien. Como ya he mencionado mi mujer tiene alguna intolerancia que otra, sobre todo a la lactosa y a la fructosa. Días antes me puse en contacto con ellos para ver si existía menú para intolerantes en el desayuno pero me comentaron que no, pues cuando llegamos ya lo tenían apuntado en la ficha y estuvieron súper atentos explicándonos cada uno de los platos del buffet para ver lo que podía o no comer.
La habitación era bastante simple y pequeña pero muy cómoda, entiendo que lo estándar en Japón. El desayuno tipo buffet con mucha variedad de alimentos tanto dulces como salados. La verdad que fue uno de los mejores desayunos de todo el viaje. Puntuación: 5/5.
Restaurante para el desayuno, hall del hotel.
Habitación
Cuando llegamos al hotel por supuesto ya teníamos habitación asignada, hicimos el reconocimiento de rigor, dejamos los trastos y "curiosamente" el cansancio del viaje había desaparecido, por lo que sin descansar ni nada salimos para conocer el ambiente nocturno en Osaka.
Nos perdimos por el entramado de calles que había, hasta que sin quererlo aparecimos en Dotonbori. Aquí os dejo una de las cosas curiosas que vimos en nuestra primera inmersión, y de la que nos iríamos encontrando en la mayoría de los restaurantes. Los japoneses tienen la "buena" costumbre (o a mi me lo parece) de poner un escaparate con los platos de la carta reproducidos a escala 1:1 de plástico, de esta manera siempre sabes lo que vas a encontrar en el plato y sin ninguna sorpresa. Cosa que es de agradecer cuando no hay carta en inglés o español (la mayoría de las veces) y no sabes que elegir.
Volviendo al barrio, era alucinante el ambiente que había, parecía la calle Preciados de Madrid en hora punta!!. Allí estaba su canal y su puente Ebisu, acompañado de todas las luces de neón y el famoso cartel de Gilco, todo el barrio lleno de tiendas y restaurantes de todo tipo a cual más llamativo. Anduvimos hacia el puente Tazaemon-bashi, a pocos metros de allí, donde estaba la famosa noria ovalada.
Como teníamos hambre y, sobre todo, muchas ganas de probar la comida local nos pusimos a buscar un restaurante. En este caso vimos una terraza muy pequeñita en la que solo cabía una mesa, el restaurante también iba acorde con dicho tamaño y nos pareció el sitio perfecto para estrenarnos. El sitio se llamaba Yakiniku horumon Ryunosu ( Dirección: 2-chome-3-32 Shinsaibashisuji). Tomamos una sopa con fideos soba y un plato de carne con arroz, agua del grifo, todo por 2190 ¥. Aunque el sitio no daba muy buena impresión, un poco caótico y eso, pero la atención fue excelente y comimos de maravilla.
Estando ya con la tripa llena y las pilas cargadas, aunque el cansancio ya iba haciendo mella, seguimos andando hacia el Templo Hozenji. Es un templo de libre acceso y se caracteriza por su escultura de Mizukake-fudo cubierta de musgo. Esto es así debido a que los visitantes vierten agua sobre la imagen para que tener prosperidad y buena suerte en los negocios y el amor.
Calles de Dotonbori. Fijaos en la primera foto, el tamaño del bar, eso si que es aprovechar el espacio.
Eran casi las 23:00 y no habíamos dormido mucho por el viaje, por lo que decidimos volver al hotel para descansar.