Amanece en Castelnaud, toca madrugar. Hoy tenemos por delante un día ajetreado. Nos hemos levantado temprano para recoger con calma nuestro campamento y salir con tiempo hacia París del que nos separan 600 kms y 6 horas de conducción, para después volver a montar toda la parafernalia en nuestro nuevo destino.
A las 11 ya tenemos el coche cargado, una duchita y tomamos camino de la Ciudad de la Luz despidiéndonos de la Dordoña.
Los primeros kilómetros son por carreteras secundarias alejadas de las zonas turísticas lo que nos permite reencontrarnos con la Francia interior, esa que no sale en las guías turísticas, una de las ventajas de viajar por libre. Un café en un desvencijado bar en una localidad totalmente agrícola y seguimos ruta.
La segunda parada es para comer en una estación de servicio de la A71, a mitad de camino. El cielo está cubierto pero el calor es bastante agobiante. Aprovechamos las sombra para comernos un rico bocata y estirar un poco las piernas.
Después de la comida y con el depósito de gasoil hasta los topes nos ponemos en marcha, París cada vez está mas cerca, hacemos la última paradita a 90 kilómetros del destino para afrontar con calma la circunvalación parisina.
El tráfico es intenso y cada vez más carriles de circulación, enlaces, salidas, ........, se nota la cercanía de la capital. Poquito a poco nos acercamos a nuesta nueva base de operaciones y sobre las 6 de la tarde, en el horario previsto, llegamos al área de jablines.
Nuestro camping está dentro de la Île de Loisirs de Jablines-Annet, un enorme club privado de ocio y deportivo que además de playas permite practicar una multitud de deportes e instalaciones, entre ellas, diversos alojamientos, como nuestro camping. Tras pasar el control de acceso nos dan las instrucciones y podemos entrar en el camping.
jablines-annet.iledeloisirs.fr/
El camping jablines está muy bien, pequeño y familiar, con suelo de cesped, buen arbolado y todos los servicios necesarios. La recepción genial, todo muy profesional, las recepcionistas hablan español muy fluido y todo a diez kilómetros de Disneyland París, lo peor del camping es el super, muy caro, aunque la panaderia y bollería fresca es espectacular y el precio ajustado, las colas que se forman todas las mañanas para comprar el pan y los bollos lo atestiguan.
Después de montar nuestro campamento base, nos vamos a explorar la zona y a buscar las playas artificiales. A estas horas casi todos los visitantes se han ido, solamente patos y cisnes disfrutan con nosotros de un precioso atardecer......
Cuando se va el sol comienza a refrescar y se agradece una chaquetita, se nota que estamos 600 kms más al norte. Mañana mas.


