Día 6. Lunes 26 de agosto
Se iniciaba el sexto día, durante el cual visitaríamos la zona oriental de la ciudad de Kioto. Otro día consecutivo en el que nos despertamos bastante temprano, pues queríamos iniciar la ruta antes de que las hordas de turistas llenaran los templos y monumentos que debíamos visitar durante la jornada de hoy. Dicho esto, iniciamos la ruta con fuerzas renovadas yendo a coger el autobús a una parada cercana a nuestro apartamento. Recordemos que teníamos aún el pase de dos días de metro y autobús, y que ayer ya prácticamente amortizamos; hoy seguiremos cogiendo autobús y metro unas cuantas veces más.
Nuestro primer destino del día era el famoso templo budista Kiyomizu-dera. Para llegar hasta él, cogimos el autobús 202 o 206 en la parada de Chionin-mae y bajamos en la tercera parada, Kiyomizu-michi. Una calle ligeramente ascendente nos llevará colina arriba hasta la entrada del templo, dándonos la bienvenida al recinto una puerta y una pagoda con su característico color rojo anaranjado.
Nuestro primer destino del día era el famoso templo budista Kiyomizu-dera. Para llegar hasta él, cogimos el autobús 202 o 206 en la parada de Chionin-mae y bajamos en la tercera parada, Kiyomizu-michi. Una calle ligeramente ascendente nos llevará colina arriba hasta la entrada del templo, dándonos la bienvenida al recinto una puerta y una pagoda con su característico color rojo anaranjado.
El principal reclamo del templo es su pabellón principal, un enorme edificio de madera cuyos pilares soportan la estructura sobre el suelo a una altura considerable. Desde una especie de mirador cercano, puede observarse una bonita perspectiva del pabellón con la arboleda cercana y de fondo la ciudad de Kioto. No obstante, dicho pabellón se encontraba durante nuestra visita en obras de remodelación, por lo que una tela cubría gran parte del edificio.
Volviendo sobre nuestros pasos, procedimos a recorrer las calles tradicionales del barrio cercano al templo, el distrito de Higashiyama. Volviendo unos 200 metros por la calle por la que ascendimos anteriormente, llegaremos a unas escaleras a mano derecha, que nos llevarán a la calle Sannenzaka. Recorriendo esta calle, llegaremos a otras escaleras que nos llevarán a Ninenzaka, otra zona peatonal. Cerca de estas segundas escaleras se podrá ver cómo sobresale entre los tejados de las viviendas la pagoda Yasaka, que toma su nombre del barrio en el que se sitúa.
Una vez lleguemos al final de la calle, podremos continuar un poco más hacia arriba por la calle Nene-no-michi, dónde a mano derecha podremos subir hasta la zona del templo Kodaiji, el cual no consideramos visitar al no ser uno de los prioritarios. Allí arriba se localiza también el templo Ryozankannon, el cual alberga una gran imagen de Kannon, la Diosa de la Misericordia, y que fue construida en recuerdo al sufrimiento ocurrido durante la II GM. Como la imagen se podía observar desde la entrada del templo, decidimos de igual manera no entrar.
Continuamos la ruta atravesando el callejón Ishibe-koji, dónde se pueden encontrar viviendas tradicionales y la prohibición de pararse a hacer fotos por su estrechez. Por suerte, no había prácticamente gente a estas horas y pudimos recorrerlo sin mayores problemas. Al llegar al final del callejón, torcimos a la derecha y siguiendo la calle todo recto, llegamos a una de los toriis que sirven como entradas al santuario Yasaka, templo milenario y que es sede de uno de los festivales más famosos del país.
De entrada gratuita, pueden recorrerse los terrenos del santuario, que se solapan con los del pequeño parque Maruyama, donde se encuentra un pequeño lago rodeado de multitud de árboles. Junto a la entrada norte del parque, se localiza la enorme puerta del templo budista Chion-in, localizado en un alto al que se accede atravesando la puerta y unas escaleras bastante empinadas. Allí se localiza el pabellón principal Miei-dō, en restauración cuando estuvimos, y la gran campana Shoro, una de las más grandes que hemos visto nunca.
Una vez de vuelta a la calle, debemos continuar unos 300 metros más para encontrar la entrada al templo Shōren-in, budista también. Decidimos sólo llegar hasta la entrada, puesto que consideramos que no era imprescindible su visita. Así, continuamos con nuestro camino por la calle cuesta abajo. Al fondo se observará ya un gran torii rojo y, aunque nos encontremos a cierta distancia, su tamaño no engaña: se trata de uno de los más grandes de todo el país. Justo en el cruce dónde se halla el torii se encuentra un konbini dónde aprovechamos para comprar algo de picar y así poder matar un poco el hambre.
Atravesándolo llegaremos al parque Okazaki, una considerable extensión verde que se sitúa justo antes del santuario Heian, uno de los más importantes de la ciudad de Kioto. Fue construido con motivo del 1100º aniversario de su fundación y se encuentra dedicado al primer emperador (y fundador del santuario) y al último que residieron en Kioto. El edificio actual se trata de una reconstrucción, y su característica principal son las tejas verdes que recubren los techos, contrastando con el color bermellón tan característico de los santuarios.
Continuamos la ruta atravesando el callejón Ishibe-koji, dónde se pueden encontrar viviendas tradicionales y la prohibición de pararse a hacer fotos por su estrechez. Por suerte, no había prácticamente gente a estas horas y pudimos recorrerlo sin mayores problemas. Al llegar al final del callejón, torcimos a la derecha y siguiendo la calle todo recto, llegamos a una de los toriis que sirven como entradas al santuario Yasaka, templo milenario y que es sede de uno de los festivales más famosos del país.
De entrada gratuita, pueden recorrerse los terrenos del santuario, que se solapan con los del pequeño parque Maruyama, donde se encuentra un pequeño lago rodeado de multitud de árboles. Junto a la entrada norte del parque, se localiza la enorme puerta del templo budista Chion-in, localizado en un alto al que se accede atravesando la puerta y unas escaleras bastante empinadas. Allí se localiza el pabellón principal Miei-dō, en restauración cuando estuvimos, y la gran campana Shoro, una de las más grandes que hemos visto nunca.
Una vez de vuelta a la calle, debemos continuar unos 300 metros más para encontrar la entrada al templo Shōren-in, budista también. Decidimos sólo llegar hasta la entrada, puesto que consideramos que no era imprescindible su visita. Así, continuamos con nuestro camino por la calle cuesta abajo. Al fondo se observará ya un gran torii rojo y, aunque nos encontremos a cierta distancia, su tamaño no engaña: se trata de uno de los más grandes de todo el país. Justo en el cruce dónde se halla el torii se encuentra un konbini dónde aprovechamos para comprar algo de picar y así poder matar un poco el hambre.
Atravesándolo llegaremos al parque Okazaki, una considerable extensión verde que se sitúa justo antes del santuario Heian, uno de los más importantes de la ciudad de Kioto. Fue construido con motivo del 1100º aniversario de su fundación y se encuentra dedicado al primer emperador (y fundador del santuario) y al último que residieron en Kioto. El edificio actual se trata de una reconstrucción, y su característica principal son las tejas verdes que recubren los techos, contrastando con el color bermellón tan característico de los santuarios.
Visitado el santuario, cuya entrada es gratuita, atravesamos de nuevo el parque Okazaki y giramos a la izquierda por la avenida unos metros para poder coger el autobús en la parada que allí se localizaba. Desde aquí, OkazakikoenDobutsuen-mae, se debe coger el autobús 32 o 100 hasta Ginkakuji-mae (el 100 realiza dos paradas menos, es "expreso"), que nos dejará bastante cerca del siguiente destino: el templo Ginkaku-ji, más conocido como el Pabellón Plateado.
A pesar de lo que su nombre indica, no está recubierto de plata, a diferencia de su homólogo el Pabellón Dorado, que visitamos en la jornada anterior, y con el que guarda obvias similitudes. Fue el nieto del constructor del Pabellón Dorado el que quiso adornar este templo con la preciada plata, aunque lamentablemente no pudo conseguir su próposito. Sin embargo, desde el Período Edo se le conoce de esta manera. Una pequeña ruta señalizada por los terrenos del templo situados en la colina adyacente nos permitirá tener una panorámica de la zona, con parte de la ciudad de Kioto como telón de fondo.
A pesar de lo que su nombre indica, no está recubierto de plata, a diferencia de su homólogo el Pabellón Dorado, que visitamos en la jornada anterior, y con el que guarda obvias similitudes. Fue el nieto del constructor del Pabellón Dorado el que quiso adornar este templo con la preciada plata, aunque lamentablemente no pudo conseguir su próposito. Sin embargo, desde el Período Edo se le conoce de esta manera. Una pequeña ruta señalizada por los terrenos del templo situados en la colina adyacente nos permitirá tener una panorámica de la zona, con parte de la ciudad de Kioto como telón de fondo.
Hecha la visita al Pabellón Plateado, toca recorrer el famoso Camino del Filósofo, un sendero que transcurre junto a un canal y que está repleto de cerezos, cuya estampa en la época de floración es muy conocida. Recorrer todo el camino hasta el final, donde nos encontraremos con el puente Nyakuoji, representa una ruta de 1 kilómetro y medio de distancia, lo que nos llevará unos 20-25 minutos. A lo largo del camino, podemos hallar templos y santuarios situados cerca del mismo, pero consideramos que ninguno merecía una visita después de todos los que habíamos visitado ya.
Torciendo a la derecha y de nuevo a la izquierda, llegaremos a la entrada del templo Eikando, que nosotros no visitamos, por lo que continuamos todo recto por la misma calle. Al final de la misma, nos encontraremos con el templo Nanzen-ji, cuya enorme puerta en la entrada nos dará la bienvenida. Como de costumbre, el paseo por los terrenos del templo está libre de pagos, por lo que pudimos echar un vistazo a los edificios principales y al curioso acueducto centenario Suirokaku.
Torciendo a la derecha y de nuevo a la izquierda, llegaremos a la entrada del templo Eikando, que nosotros no visitamos, por lo que continuamos todo recto por la misma calle. Al final de la misma, nos encontraremos con el templo Nanzen-ji, cuya enorme puerta en la entrada nos dará la bienvenida. Como de costumbre, el paseo por los terrenos del templo está libre de pagos, por lo que pudimos echar un vistazo a los edificios principales y al curioso acueducto centenario Suirokaku.
Desde aquí, y tras un paseo de unos 7 u 8 minutos, llegaremos siguiendo la calle a mano izquierda al salir del templo a la estación de metro de Keage (T09). Nuestra siguiente parada era el apartamento, ya que debíamos abonar la tasa de turistas en efectivo en horario de atención al cliente (recordemos que llegamos el viernes por la tarde y durante el fin de semana no habíamos podido realizarlo debido a las zonas que habíamos estado visitando). Por tanto, nos bajamos en la siguiente estación, Higashiyama (T10), donde cogimos un autobús para una parada, Chionin-mae, y así evitarnos otros 350 metros, ya que el cansancio del día empezaba a notarse con fuerza.
Tras realizar el abono de la tasa y mantener una charla con el recepcionista andaluz, aprovechamos para subir a la habitación un momento y volver a bajar. Decidimos coger el autobús de nuevo en la parada cercana Chionin-mae, el número 206, para desplazarnos hasta el templo budista Sanjūsangen-dō, famoso templo conocido por albergar 1001 estatuas de madera de la diosa Kannon. El edificio principal y que alberga las estatuas está considerado también como el edificio de madera más largo del país.
Una vez visitado este templo, pusimos rumbo a la estación de trenes, cogiendo de nuevo el autobús (líneas 100, 206 y 208) en la parada situada en la puerta del recinto del templo, Hakubutsukan Sanjusangendo-mae. En poco más de 10 minutos llegaremos a nuestro destino, Kyoto Station, aunque depende también del tráfico que haya. Como ya eran prácticamente las 4 de la tarde, fuimos al subterráneo de la estación, dónde podemos encontrar una galería comercial con una parte de restauración con diferentes zonas gastronómicas. Nosotros optamos por un local que servía ramen y platos de acompañamiento, aunque esta vez la bebida que servían era té verde y no agua.
A la estación de trenes debíamos venir porque queríamos reservar los asientos para el viaje en el tren bala que nos esperaba mañana a Hiroshima. Los trenes bala suelen disponer tanto de coches con asientos reservados y coches sin asiento reservado, aunque algunos servicios sólo ofrecen coches con reserva de asiento obligatoria. En nuestro caso, esta reserva no era completamente necesaria, pero dado que el JR Pass permite la reserva sin coste adicional y que al realizar los primeros viajes del día se sabe cuáles son los trenes que van a tomarse debido a la planificación, es preferible reservar y así no hay que estar preocupándose de si habrá o no habrá asientos disponibles en los coches sin reserva.
Por tanto, acudimos a la oficina de JR situada en la planta baja de la estación, cuya localización viene marcada por un gran letrero verde y el logotipo de una persona tomando asiento. Allí, había formada una cola general y una específica para el tren bala o shinkansen. Una mujer iba preguntando a la gente de la cola cuál era su intención y así poder agilizar el trámite una vez llegados a los mostradores. El trámite es bastante sencillo, debiendo decir el servicio o tren en el cuál quieres reservar y el destino; si no hay problema, y dependiendo de la cola que haya, en menos de 10 minutos estará todo aclarado. Por supuesto, hará falta el pase de JR y los pasaportes para que puedan cerciorarse de que efectivamente sois turistas y podéis disfrutar del servicio.
Una vez realizada la reserva, procedimos a volver al apartamento, pues nos encontrábamos bastante cansados de estos días pasados y queríamos descansar para recuperar fuerzas. Así, cogimos el metro allí mismo, Kyoto (K11), y nos desplazamos hasta la estación del apartamento, Sanjo Keihan (T11). Tras pasar un momento por un konbini de la zona, nos dirigimos al apartamento, dónde descansamos el resto de la tarde.
Tras realizar el abono de la tasa y mantener una charla con el recepcionista andaluz, aprovechamos para subir a la habitación un momento y volver a bajar. Decidimos coger el autobús de nuevo en la parada cercana Chionin-mae, el número 206, para desplazarnos hasta el templo budista Sanjūsangen-dō, famoso templo conocido por albergar 1001 estatuas de madera de la diosa Kannon. El edificio principal y que alberga las estatuas está considerado también como el edificio de madera más largo del país.
Una vez visitado este templo, pusimos rumbo a la estación de trenes, cogiendo de nuevo el autobús (líneas 100, 206 y 208) en la parada situada en la puerta del recinto del templo, Hakubutsukan Sanjusangendo-mae. En poco más de 10 minutos llegaremos a nuestro destino, Kyoto Station, aunque depende también del tráfico que haya. Como ya eran prácticamente las 4 de la tarde, fuimos al subterráneo de la estación, dónde podemos encontrar una galería comercial con una parte de restauración con diferentes zonas gastronómicas. Nosotros optamos por un local que servía ramen y platos de acompañamiento, aunque esta vez la bebida que servían era té verde y no agua.
A la estación de trenes debíamos venir porque queríamos reservar los asientos para el viaje en el tren bala que nos esperaba mañana a Hiroshima. Los trenes bala suelen disponer tanto de coches con asientos reservados y coches sin asiento reservado, aunque algunos servicios sólo ofrecen coches con reserva de asiento obligatoria. En nuestro caso, esta reserva no era completamente necesaria, pero dado que el JR Pass permite la reserva sin coste adicional y que al realizar los primeros viajes del día se sabe cuáles son los trenes que van a tomarse debido a la planificación, es preferible reservar y así no hay que estar preocupándose de si habrá o no habrá asientos disponibles en los coches sin reserva.
Por tanto, acudimos a la oficina de JR situada en la planta baja de la estación, cuya localización viene marcada por un gran letrero verde y el logotipo de una persona tomando asiento. Allí, había formada una cola general y una específica para el tren bala o shinkansen. Una mujer iba preguntando a la gente de la cola cuál era su intención y así poder agilizar el trámite una vez llegados a los mostradores. El trámite es bastante sencillo, debiendo decir el servicio o tren en el cuál quieres reservar y el destino; si no hay problema, y dependiendo de la cola que haya, en menos de 10 minutos estará todo aclarado. Por supuesto, hará falta el pase de JR y los pasaportes para que puedan cerciorarse de que efectivamente sois turistas y podéis disfrutar del servicio.
Una vez realizada la reserva, procedimos a volver al apartamento, pues nos encontrábamos bastante cansados de estos días pasados y queríamos descansar para recuperar fuerzas. Así, cogimos el metro allí mismo, Kyoto (K11), y nos desplazamos hasta la estación del apartamento, Sanjo Keihan (T11). Tras pasar un momento por un konbini de la zona, nos dirigimos al apartamento, dónde descansamos el resto de la tarde.