Como cada mañana desde nuestra llegada, empezamos el día en otro Parque Arqueológico: el de la Neapolis de Siracusa (entrada 8€). Hace unos meses, antes de empezar a investigar para nuestro viaje, no nos imaginábamos que era una isla con tal número y riqueza de ruinas arqueológicas...
Lo más destacado de estas ruinas es el enorme teatro, otro de los que utilizan aún para representaciones.
El teatro de Siracusa
También es muy curiosa la Oreja de Dionisio, una cueva que un antiguo rey usaba por su acústica para disfrutar de los gritos de los prisioneros... ¡un pelín morboso el monarca!
La gruta de la Oreja de Dionisio
Antes de irnos de Siracusa quisimos darnos un baño en una de las playas más conocidas de la zona: Fontane Bianche. En el trocito que no era privado, claro...
Nuestra siguiente visita era Módica. Esta fue una visita planeada a última hora después de que una amiga nos hablara de sus famosos chocolates. A parte de las compritas (un chocolate harinoso, de influencia árabe, y varios dulces de pistacho), Modica tiene una iglesia espectacular por las estatuas de su entrada.
Catedral de Modica y... ¡chocolate!

Y además comimos en un restaurante muy especial, tan siciliano que la carta está en este dialecto ininteligible (aunque no os preocupéis, tienen una carta “alternativa” con fotos y traducción al italiano) y que recomiendo sin duda porque por muy buen precio puedes pedir unas especialidades que no se encuentran en otro sitio, ¡y en cantidad! Es la Osteria dei Sapori Perduti, en la calle principal, Umberto I.
Con la barriga llena, salimos hacia Taormina. Eran casi dos horas y media de camino, y por una vez decidimos tormárnoslo con calma y no hacer más paradas. Catania quedará para otra ocasión.
Y al llegar a Taormina nos llevamos la sorpresa del viaje... Encontrar un hotel en Taormina había sido complicado porque los que me gustaban o eran muy caros o estaban completos. Al final había encontrado uno con muy buena pinta, piscina y vistas al Etna. Era algo caro, pero aquí íbamos a estar tres días y queríamos disfrutar del hotel, así que al final reservé. Cuando antes de llegar nos pusimos a revisar bien la dirección, vimos que el hotel no estaba exactamente en Taormina, sino en el pueblo cercano de Castelmola. Y al llegar a Taormina y parar a preguntar, un amable señor nos señaló a lo alto (muy alto!) de la montaña.... ¡eso era Castelmola! Imaginaos una carreterita estrecha, con curvas de 180º
, subiendo, subiendo, subiendo... Lo primero fue un poco de decepción, porque pensamos que iba a ser horrible tener que bajar y subir por esa carretera cada vez que quisiéramos ir a algún sitio, pero al llegar a Castelmola y al hotel la decepción desapareció. El pueblo es encantador, una especie de pueblecito medieval en las alturas. Las vistas son espectaculares, Taormina a un lado y el Etna al otro. Y el hotel, sin ser de lujo, era un pintoresco edificio casi colgando del acantilado.
Era el Hotel Villasonia, nos costó 160€ la noche, y tuvimos la suerte de que el hotel estaba lleno porque era el fin de semana de Ferragosto y nos ofrecieron una suite con terraza por el mismo precio. A pesar de estar lleno, no se notaba aglomeración de gente, estuvimos muy tranquilos.
Esa noche cenamos en Castelmola donde, a pesar de ser pequeñito, tiene una buena oferta de restaurantes, muchos de ellos con terracitas y vistas al Etna. No tengo fotos del pueblo, porque igual que en Ortigia, solo llevamos la cámara de noche y nos salieron muy oscuras, pero os dejo algunas del hotel.
El hotel en el acantilado
Nuestra terraza y las vistas del Etna desde allí

Lo más destacado de estas ruinas es el enorme teatro, otro de los que utilizan aún para representaciones.
El teatro de Siracusa

También es muy curiosa la Oreja de Dionisio, una cueva que un antiguo rey usaba por su acústica para disfrutar de los gritos de los prisioneros... ¡un pelín morboso el monarca!
La gruta de la Oreja de Dionisio

Antes de irnos de Siracusa quisimos darnos un baño en una de las playas más conocidas de la zona: Fontane Bianche. En el trocito que no era privado, claro...
Nuestra siguiente visita era Módica. Esta fue una visita planeada a última hora después de que una amiga nos hablara de sus famosos chocolates. A parte de las compritas (un chocolate harinoso, de influencia árabe, y varios dulces de pistacho), Modica tiene una iglesia espectacular por las estatuas de su entrada.
Catedral de Modica y... ¡chocolate!




Y además comimos en un restaurante muy especial, tan siciliano que la carta está en este dialecto ininteligible (aunque no os preocupéis, tienen una carta “alternativa” con fotos y traducción al italiano) y que recomiendo sin duda porque por muy buen precio puedes pedir unas especialidades que no se encuentran en otro sitio, ¡y en cantidad! Es la Osteria dei Sapori Perduti, en la calle principal, Umberto I.
Con la barriga llena, salimos hacia Taormina. Eran casi dos horas y media de camino, y por una vez decidimos tormárnoslo con calma y no hacer más paradas. Catania quedará para otra ocasión.
Y al llegar a Taormina nos llevamos la sorpresa del viaje... Encontrar un hotel en Taormina había sido complicado porque los que me gustaban o eran muy caros o estaban completos. Al final había encontrado uno con muy buena pinta, piscina y vistas al Etna. Era algo caro, pero aquí íbamos a estar tres días y queríamos disfrutar del hotel, así que al final reservé. Cuando antes de llegar nos pusimos a revisar bien la dirección, vimos que el hotel no estaba exactamente en Taormina, sino en el pueblo cercano de Castelmola. Y al llegar a Taormina y parar a preguntar, un amable señor nos señaló a lo alto (muy alto!) de la montaña.... ¡eso era Castelmola! Imaginaos una carreterita estrecha, con curvas de 180º

Era el Hotel Villasonia, nos costó 160€ la noche, y tuvimos la suerte de que el hotel estaba lleno porque era el fin de semana de Ferragosto y nos ofrecieron una suite con terraza por el mismo precio. A pesar de estar lleno, no se notaba aglomeración de gente, estuvimos muy tranquilos.
Esa noche cenamos en Castelmola donde, a pesar de ser pequeñito, tiene una buena oferta de restaurantes, muchos de ellos con terracitas y vistas al Etna. No tengo fotos del pueblo, porque igual que en Ortigia, solo llevamos la cámara de noche y nos salieron muy oscuras, pero os dejo algunas del hotel.
El hotel en el acantilado

Nuestra terraza y las vistas del Etna desde allí

