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Nuestra primera parada de esta escapada fue un fugaz paso por L'Ampolla, población de la que ya hablaré, para dejar las maletas en el apartamento que habíamos alquilado. Llegamos en tren en un trayecto aproximado de dos horas (estación final, L'Ampolla-Perelló-Deltebre).
Después de hablar con el propietario, coger las llaves y dejar las cosas volvemos a la estación de tren para comprar los billetes con dirección a Tortosa (3,80 euros por trayecto, unos 20 minutos).
Tortosa es la capital del Baix Ebre y tiene unos 33.000 habitantes. Tiene todas las prestaciones de una ciudad de ese tamaño.
Aunque no es algo seguro al 100%, se considera que fue Hibera, capital de la Ilercavonia íbera, con un asentamiento en la colina donde ahora está el castillo de la Zuda.
Con la llegada de los romanos el nombre se cambió a Dertosa.
Fue ocupada muy pronto por los musulmanes, en el 714, y se convirtió en un asentamiento muy importante gracias a su enclave y su puerto. Por entonces se llamaba Turtusha. En el 1035 fue reino de taifas.
En el año 1148 fue conquistada por el conde Ramon Berenguer IV.
La disputa de Tortosa fue el más importante debate interreligioso entre representantes cristianos conversos y judíos durante la Edad Media. En realidad consistió en una serie de sesiones de adoctrinamiento religioso con el objetivo de forzar a las autoridades religiosas judías a reconocer "errores" de su religión frente a sus correligionarios y de reconocer que el Antiguo Testamento avalaría que Jesucristo había sido Mesías. Los rabinos debieron asistir a las mismas obligados por la autoridad papal, además de que la presencia de judíos entre el público también fue obligatoria. Se llevó a cabo en 67 sesiones desde el 7 de febrero de 1413 hasta el 13 de noviembre de 1414. No todas se hicieron en Tortosa; empezó allí, eso sí.
El siglo XV fue una época de esplendor para la ciudad. Aún hoy se celebran allí las Fiestas del Renacimiento.
Durante la Guerra de Sucesión las tropas de Felipe V tomaron la ciudad en julio de 1708. Los franceses la ocuparon de enero de 1811 hasta mayo de 1814. Durante el siglo XIX Tortosa se configuró como un importante núcleo carlista, aunque bajo dominio de las tropas liberales. El resurgimiento iniciado durante las primeras décadas del siglo XX se truncó a causa de la Guerra Civil Española, cuando la ciudad quedó prácticamente destruida por los bombardeos franquistas (1937-1939).
La batalla del Ebro fue una batalla librada durante la guerra civil española. Fue en la que más combatientes participaron, la más larga y una de las más sangrientas de toda la guerra. Tuvo lugar en el cauce bajo del valle del Ebro, entre la zona occidental de la provincia de Tarragona (Terra Alta) y en la zona oriental de la provincia de Zaragoza (Mequinenza) y se desarrolló durante los meses de julio a noviembre de 1938. Después de esta batalla los franquistas solo están a un paso de ganar la guerra.
En medio del río hay un polémico monumento conmemorativo que a mí siempre me ha parecido un poco feo. El conjunto se compone de un pilar de hormigón sobre el cual se erigen dos pináculos o puntas de forma piramidal. La más alta, de 26 metros, tiene una cruz de Santiago muy grande adosada a uno de los ángulos, el que se opone al puente, y está coronada por una estatua que representa a un soldado elevando una estrella o dejándose guiar por ella según otras interpretaciones. En su superficie tiene grabadas cruces y otros símbolos y en la parte superior de los laterales hay placas de vidrio de colores. La punta pequeña mide 16 metros. Está coronada por la figura de un águila con las alas extendidas. En su origen el águila parece que llevaba un vítor dedicado a Franco, que fue retirado. Había, además, dos inscripciones que decían "Al Caudillo de la Cruzada y de los veinticinco años de paz» y otra que decía «A la promoción Ebro de la Guardia Civil». Ambas fueron también retiradas.
Una inscripción en el pedestal dice "A los combatientes que alcanzaron la gloria en la Batalla del Ebro". Ese pedestal era una de las pilastras de un puente que fue volado en 1938, en el transcurso de la batalla. El monumento se terminó en 1964 y se inauguró por Franco en 1966.
Muy cerca encontramos la Basílica- catedral de Santa María, gótica del siglo XIV.
Ya comenté al hablar de historia que en 1148 el conde Ramón Berenguer IV conquistó la ciudad. En esos casos se iba rápido para cristianizar de nuevo los territorios y pir ello no tardó en conceder a Bernardo Tort, arzobispo de Tarragona y obispo provisional de Tortosa, la mezquita mayor de la ciudad y todas sus posesiones. El obispo la convirtió enseguida en catedral y, aprovechando las edificaciones musulmanas anexas, las reconvirtió en estancias para el monasterio. Nombró obispo a Gaufred de Aviñón (1151-1165), que era abad de la canónica de Sant Ruf de Tortosa, y éste se instaló en el nuevo monasterio con sus monjes.
Pero algo debió de no convencerles mucho porque en 1158 se empezó a construir una catedral románica dedicada a Santa María. Las obras se demoraron 20 años. Apenas no queda nada de esa construcción.
200 años más tarde empezaron a construir la catedral gótica. Y esos trabajos fueron mucho más accidentados. Tanto que se cambió varias veces de maestro de obras e incluso de estilo, porque el gótico iba quedando pasado de moda.
La fachada principal, que es un buen ejemplo de lo que acabo de comentar. Como se realizó en la primera mitad del siglo XVIII es barroca. Ah, y está inacabada. Visualmente ya lo vemos. No se hicieron las torres proyectadas y el cuerpo de la fachada debía ser mayor.
Está formada por tres naves y el estilo imperante (al menos a primera golpe de vista) es el gótico. Sí que se encuentra alguna capilla, como la de la Verge de la Cinta, de estilo barroco (siglo XVII). Ésta es la mayor de las capillas de la catedral. Esta Virgen es la patrona de la ciudad. En la cabecera tiene un retablo de mármol con la imagen de la Virgen de la Cinta (1822). En el altar dentro de una hornacina se encuentra una urna de plata realizada en el año 1727 con decoración de hojas, frutos y ángeles, donde se guarda la reliquia de la Santa Cinta (una cinta de su vestido que la Virgen entregó a un canónigo de la catedral). El altar se enmarca por dos grandes columnas de jaspe con capitel dorado con una cornisa que tiene en el centro la representación de la Virgen de la Cinta entre ángeles y nubes todo tallado en mármol. Más abajo y ambos lados se encuentran las esculturas de San Pedro y San Pablo también en mármol.
En el altar mayor de la catedral hay un retablo del siglo XIV de la Mare de Déu de l'Estrella de madera policromada y dorada. En el centro está la Virgen de la Estrella con el Niño en brazos y alrededor hay escenas de la vida de Jesús y de la Virgen.
Unidas a la catedral por el claustro se han conservado prácticamente íntegras algunas de las antiguas dependencias de la Canónica agustiniana fundada en el siglo XII ( entrada de pago). Estas salas albergan actualmente la exposición permanente de la catedral. En el sótano está expuesto el lapidario con epigrafía romana, visigótica y árabe, así como algunos restos arqueológicos.
En el antiguo refectorio se exponen el tapiz de la Santa Cena, el retablo de la Transfiguración, atribuido a la escuela de Jaume Huguet, el retablo del Santo Entierro de Jesucristo y una muestra de indumentaria, pintura, escultura, mobiliario y orfebrería, el ajuar de los obispos Godofredo de Aviñón y Arnau de Jardí, así como una muestra de códices y documentación del Archivo Capitular. En el antiguo dormitorio están expuestos la sillería y el Santo Cristo del coro, la Custodia del Corpus, relicarios, tapices, arquetas y libros de coro. Es una visita interesante.
A pocos metros de la catedral está el Palacio episcopal, magnífico edificio gótico civil del siglo XIV.
Tortosa tiene una importante muralla. Ya en época andalusí se construyó una parte, que, igual que pasó con la mezquita, se aprovechó después de la conquista. En el siglo XIV se amplió con una nueva muralla.
Cerca del denominado barranco del Cèlio se puede ver lo que queda del paño de muralla que iba desde la Torre del Cèlio o Grossa de Vimperçol hasta la Torre de Vimperçol o Rodona. El portal de Vimperçol era uno de los principales accesos a la ciudad.
Bajando al barrio de Remolins podemos ver una parte del paso de ronda así como algunas torres.
No muy lejos se encontraba el "call", el barrio judío. Allí se ubicaba el Portal dels jueus o del Ferré.
Se encontró en la ciudad una lápida escrita en griego, latín y hebreo y datada del siglo VI. Era de una joven judía llamada Meliosa y nos da una idea desde cuándo había judíos en Tortosa (como poco). Cuando la ciudad fue conquistada por el conde Ramon Berenguer IV, se sabe que donó las antiguas atarazanas árabes a los judíos para que construyeran sus viviendas. Es el Call vell. A principios del siglo XIII se construye el Call Nou. Recomiendo su visita e ir recorriendo las calles porque han conservado muy bien la esencia original.
En la ruta que se propone en la ciudad da como una de las paradas la Sinagoga pero que nadie vaya pensando que va a encontrarla porque no está. Simplemente veremos el que era el emplazamiento de la antigua sinagoga, ya documentada desde principios del siglo XIV. Muy cerca se encontraba la Carnicería judía. Pertenecía a una familia cristiana pero estaba subarrendada. La aljama o gobierno comunitario establecía los mecanismos para que la carne pudiera ser purificada.
Pero como no solo de carne se alimenta uno, también había un horno. Se denominaba Forn del Senyor Rei y estaba en el principio de la calle d'en Fortó. Aquí se elaboraba el pan sin levadura bajo estrictos controles de la aljama. Tampoco era propiedad de los judíos. La importante familia de los Montcada y la Orden del Temple fueron sus amos y cobraron por el uso.
En la esquina con el Carrer Major de Remolins estaba el taller de cerámica. Hasta la primera mitad del siglo XX se estuvo realizando cerámica en este barrio. En ese taller, que hoy no existe, había también vivienda. Solo se puede ver el horno de planta circular.
Si continuamos con la ruta, llegamos a la llamada Sinagoga o Casa de Sant Jordi, de origen medieval. La verdad es que no hay ninguna evidencia de que fuera alguna vez una sinagoga. Se construyó en el siglo XIV para usarse como hospital. En el siglo XVIII se convirtió en caserna de caballería (el Cuartel del Príncipe o de Remolins). Junto a este edificio podemos ver unos cimientos de murallas del siglo XIV.
Recomiendo esta visita. Sus casas blancas y sus callejuelas invitan al paseo.
La ciudad también conserva fortines y algunos baluartes.
Al hablar de historia comenté que el siglo XVI fue muy importante para Tortosa, que por entonces era una ciudad muy floreciente. De este tiempo data nuestra siguiente visita, Los Reales Colegios, construidos para educar a los moriscos.
Son tres edificios con unas fachadas magníficas y cuyo interior puede ser visitado. Son 3 euros, con reducción de 2, y un guía nos acompañó y nos dio un poco de explicación.
Se compone del Colegio de Sant Jaume y Sant Maties, el Colegio de Sant Jordi y Sant Domènec y la Iglesia desacralizada de Sant Domènec, donde comenzamos la visita. La iglesia solo tenía una nave y antiguamente fue sede del Museu-Arxiu de Tortosa. Hoy hay una exposición cuyas piezas principales son el antiguo portal de la Casa de la Ciutat (el Ayuntamiento) y un archivo-armario documental del siglo XVI. Es lo primero que visitamos y donde se ubica la taquilla.
Al lado encontramos el Colegio de Sant Jordi y Sant Domènec. Era la antigua universidad de Tortosa y también convento pero lo único que se ve actualmente (lo único que se conseva de aquella época ya que el resto fue arrasado por los bombardeos franquistas) es la bonita fachada exterior con el escudo de Felipe II y la inscripción " Domus Sapintiae" (casa de la sabiduría).
En la misma plaza, frente a la iglesia, debemos subir un tramo de escaleras para llegar al Colegio de Sant Jaume y Sant Maties. Lo que visitamos es el maravilloso patio renacentista, con un friso esculpido con los escudos de reyes y reinas desde Ramon Berenguer IV y Peronella de Aragón y hasta Felipe III y Margarita de Austria (por supuesto debieron añadirse después, como le comenté al guía, ya que el patio se construyó en 1544). Algunos medallones representan a apóstoles o santos y otras figuras pueden ser judíos o conversos. También pueden ser viejos alumnos.
En el centro del patio hay un pozo.
Destacan también el escudo Imperial (por Carlos I) y las figuras de los dos santos patrones del colegio con un ángel custodio encima en la portada.
Ya comenté que se construyó para educar a los hijos de los moriscos. Con la expulsión de estos de 1610 pasó a ser utilizado para la educación de los jóvenes sin recursos de la ciudad. En 1824 fue convertido en Seminario Conciliar, hasta 1877 cuando fue trasladado a la calle Moncada, y se siguió utilizando como colegio (Colegio San Luis Gonzaga, llamado popularmente "colegio de arriba"). Entre los años 1972 y 1983 el Colegio de San Jaime fue la primera sede de la UNED en Tortosa y desde 1997 acoge el Archivo Histórico Comarcal.
Ojo si la visita la hacéis en verano. A mí los mosquitos me devoraron las piernas literalmente.
Tenemos que seguir nuestro camino y ahora en ascenso para visitar el monumento estrella de Tortosa, la Zuda.
Es una impresionante fortaleza se eleva 59 metros y desde allí se domina toda la ciudad. Los romanos levantaron las primeras estructuras amuralladas pero fueron los musulmanes, bajo el mandato del califa Abderramán III, quienes dieron forma a esta construcción que toma modernamente el nombre de la Zuda, un pozo de gran diámetro y profundidad. Alrededor de él se articulan unas galerías subterráneas que conservan restos de un antiguo molino y dos hornos.
La fortaleza fue reconquistada por el conde Ramón Berenguer IV (diciembre de 1148) y en ese momento pasó a ser residencia de los Montcada y de los Templarios como prueba de gratitud por la ayuda prestada durante la batalla.
Desde 1294, cuando la Señoría de Tortosa pasó a dominios de la Corona, la Zuda se convirtió en palacio real, añadiéndole nuevas salas y elementos defensivos. De aquella época aún conserva tres chimeneas y cuatro grandes ventanales característicos del mejor gótico catalán. La fortificación también mantiene su antiguo Polvorín (s. XVIII).
En la Edad Media, el castillo fue sede del Tribunal de Justicia de la época. Las construcciones medievales no se ven claramente por las obras realizadas durante los siglos XVII y XVIII, al fortificar los dos cerros adyacentes para formar un dispositivo de defensa. El rey Jaime I de Aragón lo eligió como su residencia favorita y desde aquí preparó la reconquista de Morella, Peñíscola y Burriana.
Vamos subiendo, viendo la parte amurallada y el castillo de San Juan alzándose junto a nosotros. Así se llamó en época cristiana.
En el acceso al castillo se puede contemplar un cementerio musulmán. De este se extrajo, en 1972, un epitafio (s. X) con referencias a un gobernador, conservado en el propio Parador. También se recuperó en el castillo una tapa de arqueta funeraria, de escritura cúfica, donde se citan versos del Corán, hoy conservada en la colección del Ayuntamiento de Tortosa. Al cementerio no se puede acceder. Lo poco que se ve es desde el exterior, antes de atravesar el portal de entrada. Tranquilos, hay carteles explicativos. Es el único cementerio árabe a cielo abierto conservado en Catalunya.
Actualmente es parador de turismo, desde 1972, pero se puede acceder al patio y a recepción sin problemas. Dejo un enlace a la web del parador:
mobi.parador.es/ ...de-tortosa
Destacan sobre todo dos torres del sistema defensivo: una de forma circular denominada Túbal situada sobre la catedral, en el extremo del montículo donde se asienta el castillo y otra de forma cuadrada que se incluía en lo que era el palacio real. El nombre de Túbal está relacionado con la leyenda de la fundación de Tortosa por el mítico personaje bíblico Túbal, nieto de Noé y rey de Iberia. El interior de la torre està vacío. Se cree que data del siglo XIV, que fue modificada en el XV y quizás sirvió de prisión.
Las avanzadas de San Juan están formadas diferentes recintos defensivos enlazados entre sí y construidos durante los siglos XVII y XVIII. El primer recinto, al lado de la fortaleza, presenta los muros más antiguos en la parte sur, donde engloba el portal medieval de la Bassa y el espacio que ocupan los caminos de acceso entre el barrio de Remolins y el Rastre y el talud para peatones.
El segundo recinto o primera avanzada desde el glacis hasta sus dos baluartes al norte y al sur flanqueados por barbacanas. En el extremo norte se observa la conexión de la muralla del siglo XIV con su paso de ronda que desciende hacia la Torre Grossa o del Célio.
El tercer recinto o segunda avanzada lo forman una plaza de armas central con barbacanas en sus flancos que dominan visualmente los barrancos del Rastre y del Célio.
El barrio de Santa Clara está entre la vertiente norte de la colina del Sitjar y la calle Montcada (importante en la época medieval). Sus callejuelas estrechas y tortuosas se adaptan perfectamente a la topografía del terreno de la colina.
El monasterio de Santa Clara está en la misma pendiente de la colina y limita a levante con la muralla del siglo XIV. Tiene su origen en el templo de San Miguel, de la orden del Temple, del cual se conservan las arcadas apuntadas, espacio que después se destinaría a dormitorio y que se pueden contemplar desde la subida hacia el castillo. A principios del siglo XIII fue cedido a las monjas, siendo uno de los más antiguos de la orden. Es un espléndido ejemplo de arquitectura gótica religiosa. Destaca sobre todo el claustro, de finales del siglo XIII, en estilo gótico provenzal. Durante la Guerra Civil (1936-1939) sufrió muchos daños.
En la calle Jaume Ferran encontramos el magnífico palacio Oliver de Boteller, buen ejemplo de arquitectura gótica civil del siglo XVI. Esta familia noble era el linaje más importante de la ciudad y tres miembros fueron Presidentes de la Generalitat.
En el siglo XVIII, Joan Oliver de Boteller participó en la Guerra de Sucesión. Como muchos catalanes era partidario del archiduque Carlos y recogió la bandera de Santa Eulalia cuando Rafael de Casanova fue herido el 11 de septiembre de 1714 durante la caída de Barcelona. Oliver de Boteller formó parte de la comitiva que negoció la capitulación de la ciudad con el duque de Berwick.
El edificio fue construido en el siglo XV muy cerca de la antigua Lonja. En tiempos de conflicto, el palacio Oliver de Boteller era un elemento clave para defender la ciudad de los ataques provenientes del río. Para llevar a cabo esta función defensiva tenía una apariencia fortificada con una fachada austera, maciza y almenada. Por dentro, sin embargo, sería el edificio particular más lujoso y equipado de Tortosa. Hospedó, incluso, al rey Felipe II durante su estancia en la ciudad en 1585.
Hoy en día, trasladado donde estaba situado el antiguo Ayuntamiento, el palacio sólo conserva la parte exterior y el techo artesonado de la sala noble. El resto fue destruido durante la Guerra Civil. Adosada a la izquierda del edificio se conserva la monumental fuente gótica que abastecía de agua el centro de la ciudad durante la Edad Media.
En la calle de la Rosa encontramos en Palau Despuig y el Palau Oriol, ambos góticos del siglo XV y que seguramente ya en origen estuvieran unidos. El Palau Despuig pertenecía a una familia noble con ese nombre. Aquí transcurre una parte de la trama de un libro de Cristòfol Despuig (siglo XVI). Tiene un patio rectangular y una gran escalera para acceder al primer piso (siguiendo el esquema de muchos palacios del Carrer Montcada de Barcelona, por ejemplo).
El Palau Oriol es bien cultural de interés local. Lleva el nombre de la última familia que lo habitó. También tiene un patio central donde se ven tres escudos: el de Tortosa, el de Catalunya y el de la Diputació.
Paseando por la ciudad también encontramos edificios "noucentistes" y modernistas.
El Ayuntamiento ocupa un edificio construido en los años cincuenta del siglo pasado ubicado en la céntrica plaza de Espanya de la ciudad. Tiene 3 plantas y se considera del movimiento novecentismo de postguerra. Del cuerpo central sobresale una torrecita con un reloj.
Hicimos un alto en el camino en una de las cafeterías de la plaza para tomar unos pastissets de Tortosa. Son una especie de empanadillas fritas con azúcar y rellenas de cabello de ángel aunque también las hay rellenas de mermelada, requesón o chocolate. Una delicia.
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