La Bisbal d'Empordà es capital de la comarca de l'Alt Empordà, provincia de Girona. Cuenta con unos 11.000 habitantes aproximadamente.
Las primeras evidencias de la ciudad pueden encontrarse en las distintas villas romanas que se extendían por la zona. Posteriormente, en los siglos IX y X, se conocen ya varios núcleos de población diferenciados como son Fontanetus (la Bisbal), Fonsedictus (Fonteta) y Perductus (Sant Pol), que eran propiedad de los obispos de Girona.
Sabemos que en Fontanetus se construyó la villa de Santa Maris¡a Episcopalis, formada por una iglesia y un palacio. Se convierte en parroquia en el 904. Se sabe también que por entonces ya se llamaba La Bisbal. El motivo del nombre es claro; un castillo que se mandaron construir los obispos.
En la Baja Edad Media la ciudad estaba amurallada y había cuatro portales (uno daba al camino de Girona, el segundo al camino de Palamós, el tercero al camino de Calonge y el cuarto al de Torroella de Montgrí).
La ciudad era como imaginamos que era una ciudad del medievo. Calles estrechas, sinuosas y oscuras con una Plaza mayor porticada. También había un call judío, que fue saqueado en 1285 y en 1391 y abandonado en el siglo XV. Solo queda una calle.
Tuvo algunos privilegios reales en el siglo XIV, como celebrar un mercado semanal (que aún se hace los viernes) o poder formar un consejo municipal cuyos miembros se escogían por sorteo entre los cabezas de familia (los únicos con derecho de voto y a ser votados; solo a mediados del siglo XV se autorizó a los campesinos poder tener representación). Esos consejeros debían tener también la autorización de los obispos. Los obispos nombraban también al alcalde y a la curia.
Esa relación tan estrecha entre campesinos, que vivían fuera de las murallas, y los ciudadanos acabó siendo tan tensa que la administración se dividió en dos.
La ciudad tuvo un destacado aumento demográfico en el siglo XVI.
A La Bisbal podemos llegar en coche o en transporte público (nuestra opción). Para ello debemos coger un tren hasta Girona (actualmente los AVE llegan en 40 minutos desde Barcelona Sants) y una vez allí coger un autobús que en una hora nos dejará en nuestro destino (autobús operado por la empresa SARFA).
Uno de los edificios más importantes de la ciudad es el Castell-Palau, el castillo de los obispos. Ya he hablado de la parroquia de Santa Maria. Hay documentos relativos a un precepto carolingio por el que los derechos del obispo de Girona sobre esa parroquia pasarían a los vizcondes de Cabrera. No tardaron mucho los obispos en recuperar el poder de la ciudad (aunque los vizcondes pudieran ejercer algunas funciones como si fueran un alcalde actual).

El castillo aparece documentado en el año 1180 y desde entonces en otros documentos. De hecho, gracias a eso, se sabe el inventario de muebles del siglo XIV o las medidas del patio (seguramente sería toda la plaza que ahora hay delante). También se sabe que se usó como prisión. Por ejemplo, en 1442 el obispo Guillem de Pau encarceló al abad de Banyoles. Hay constancia de que era una cárcel muy dura y que los presos estaban condenados generalmente a cadena perpetua.
En 1604 se emprendieron reformas. De ese hecho es testimonio la inscripción que hay sobre la puerta principal donde aparecen las armas y el nombre el obispo Francisco Arévalo de Zuarzo.
En el siglo XIX también se usó como cárcel.
Actualmente encontramos allí el Archivo histórico comarcal y podemos visitarlo.
El castillo es una importante muestra de románico civil catalán. Data de finales del siglo XII aunque con reformas importantes del siglo XIV. Fue entonces cuando se construyeron otras dependencias como el patio de armas, graneros, un huerto y la muralla exterior (de la que aún vemos una parte en la plaza). En los siglos XVI y XVII se hicieron más reformas.
Tiene planta rectangular y dos niveles entorno a un patio de armas central no muy grande. En el patio encontramos la escalera para subir al primer piso.
Por encima del primer piso nos puede dar la impresión de ver una torre pequeña. En realidad es la capilla, que tiene una pequeña torrecilla encima.
En el primer piso encontramos cinco salas; tres dan a la plaza (vemos las ventanas desde fuera) y otras dos dan detrás.
Cuando entramos y compramos la entrada nos dan un tríptico explicativo de las distintas salas. No hay pérdida. Veamos lo que se puede visitar.
Empezamos la visita en la Planta baja.
El castillo, como he comentado, tiene un patio central, muy pequeño, que prácticamente sirve para albergar la escalera para subir al primer piso. Encontramos un pozo para abastecerles de agua en caso de asedio. Data del siglo IX y fue tapado en el siglo XIV.
En la planta baja no vamos a encontrar estancias nobles. Lo que vemos son la caballeriza (ahora hay un audiovisual), con el pavimento original así como comedero y bevedero; una sala que en el siglo XIX se dividió en dos (prisión y bodega); la sala de la prensa de vino (solo desde el siglo XVIII ya que parece que antes era el establo, en el siglo XIX sede de una compañía de bomberos y en el siglo XX archivo notarial) en la que podemos ver los toneles y una celda de castigo en lo que era la prisión primitiva.
Es momento de subir al primer piso, donde estaban las estancias más importantes del castillo. De entre esas habitaciones destaca la sala capitular, donde tenían lugar reuniones y actos importantes. Está decorada con algunos escudos de obispos. Al lado hay una pequeña cámara usada por los carceleros cuando era cárcel.

Otra sala más pequeña se ha identificado con la habitación del obispo. Un pasadizo comunicaba con la terraza. El comedor y la cocina también están en esta planta. El primero es una sala grande con buena luz natural que entra por los tres ventanales. En la cocina destaca la preciosa chimenea con el escudo de armas del obispo Francisco Arévalo de Zuarzo y una especie de armario o estantería empotrado. Entre las dos estancias hay una sala. Según un documento de principios del siglo XIV aquí había dos lechos de paja y grilletes.
Subimos a la terraza, desde donde se tiene una vista magnífica. Pero en su tiempo tenía una función defensiva. Dominaba los contornos, permitía vigilar y defenderse detrás de las almenas. Aún mayor elemento de protección lo dsba la torre del homenaje, en dos niveles.

En la terraza encontramos el acceso a la capilla románica de san Miguel.
Terminada la visita y habiendo visto los restos de muralla de la Plaza decidimos continuar la ruta propuesta por la Oficina de turismo. Nos dirigimos hacia el Portal de la Riera, torre de los siglos XIII y XIV que formaba parte de la muralla. Adosada a ella encontramos una casa, Ca Caramany, del siglo XV. Era propiedad de una rica familia de comerciantes. Destacan las ventanas (góticas y una renacentista).
El Pont Vell quizás no sea tan viejo. Data de la época del obispo Francisco Arévalo de Zuarzo (principios del siglo XVII) pero antes hubo otro u otros. Ahora lo vemos carente de protección pero en su tiempo estaba fortificado y había una torre en el centro.
Ya he comentado que en el 904 se construyó una parroquia románica dedicada a Santa María. En 1701 se edificó una nueva, reaprovechando materiales y en estilo barroco. En la portada vemos el escudo de la ciudad. El campanario es de 1770.

Por toda la ciudad destacan las llamadas "voltes", zonas porticadas. En uno de los lados de la Plaza mayor se conserva la llamada Volta de la mel, la única que queda en la plaza y por donde se accedía a ella. Se lllama así porque era el lugar donde se vendía miel. Pasando por el carrer de les Mesures, donde estaban las medidas oficiales de la ciudad, llegamos a las Voltes d'en Galí, llamadas así por un comerciante de telas que instaló allí su negocio. Datan de 1835 y son de estilo neoclásico.

Enfrente está el Ayuntamiento viejo del siglo XVI aunque reformado en el siglo XX. Destacan la cerámica decorativa y el gran escudo.
En La Bisbal destacan los negocios de cerámica. Es tan importante que tiene hasta un museo. Dejo un link:
www.terracottamuseu.cat