Este día nos propusimos la clásica excursión del parque nacional.
Nos levantamos a las 7 de la mañana para desayunar, preparar los bocadillos y llegar a la pradera de Ordesa a buena hora, aún no funcionaba el servicio de autobuses pero la pradera de Ordesa tiene un aforo limitado y cuando se llena ya no subes.
Llegamos a las 9:15 y estaba ya bastante lleno, desde Torla subimos en fila de coches.
El circuito es una maravilla de la naturaleza, aunque tenga mucha gente y por ejemplo tengas que hacer cola para hacerte la foto en algún mirador, por la distancia de seguridad.
No cogimos las mascarillas y la verdad es que en algún momento quizas la hubiera usado porque era complicado mantener la distancia por la gente que había.
El circuito a la cola de caballo no es difícil, pero si largo, a la vuelta, a menos que estés muy acostumbrado a andar , llegas que no sientes las piernas, son 18 km, a mi el contador de pasos del movil me marcaba 20.
La primera parte es bastante plana, cuando llegas a las cascadas empieza a enfilar el terreno.
Primero está la cascada de Arripas, ancha y se ve un poco lejos.

Después las cascadas de la cueva y del estrecho, bastante seguidas.


La del estrecho la ves de lejos y de cerca en hasta 4 miradores diferentes.
Pasadas las cascadas entras en un hayedo en un agradable paseo, con sombra que es de agradecer.
Poco después de terminar el hayedo llegamos a las gradas del Soaso, sucesión de pequeñas cascadas, vas subiendo por el lado y son realmente muy bonitas , como todo, de hecho.
Al acabar las gradas llegas al circo de Soaso, una visión amplia de las montañas, espectacular.

A partir de aquí es bastante plano. Nos cruzamos un rebaño de vacas.

Cuando llegas al final del circo tuerces y te encuentras con la cola de caballo, otra maravilla.

Me gustó más esta vez que en nuestra otra visita hace 15 años, bajaba más agua.
Nos sentamos en una roca delante de la cascada a comer y descansar.
Es curioso porque llegamos acalorados, nos sentamos al sol y la caída del agua fría de la cascada provoca un efecto aire acondicionado. Hasta piel de gallina tenía al final y a la que empezamos el regreso, en unos metros volvíamos a estar sudando.
La bajada la hicimos más rápida, ya sin deternos a hacer fotos.
Mi marido y mi hijo iban más rápidos y los perdimos y al llegar a la Cascada de Arripas cruzamos el río y bajamos por el otro lado, fuimos muy solas en ese tramo y por las ganas ya de llegar se hizo un poco largo.
Durante el día nos fuimos cruzando con los mismos excursionistas que iban en nuestro mismo tempo: familia con niños que se peleaban con los bastones de trekking, familia de 6 todos con mochila nevera del Decathlon, pareja mayor con señora con perlas (antes muerta que sencilla)... supongo que todos encantados con una excursión que aunque esté masificada es totalmente imprescindible.
Cansados nos fuimos ya al apartamento a reponer fuerzas