Nuestro cuarto viaje a Tenerife estaba previsto para primeros de febrero, pero, por problemas laborales de mi marido surgidos en el último momento, tuve que cancelar todo lo que tenía reservado, sin gastos excepto los billetes de avión que fueron una oferta no reintegrable, con lo cual perdí su importe; menos mal que solo fueron 60 euros. Como nos habíamos quedamos con las ganas, decidimos aprovechar el puente de diciembre para realizar lo que no pudimos en febrero. El precio de los vuelos fue bastante superior, aunque por lo demás prácticamente repetí las reservas en los mismos lugares de pernocta que había elegido para la ocasión anterior. La idea era recorrer gran parte de la isla, si bien haciendo hincapié en lugares que no habíamos visitado o lo habíamos hecho de pasada en los tres viajes anteriores, teniendo en cuenta que esta vez nos interesaba mucho el senderismo y nada la playa.
Situación de la isla de Tenerfie en dos capturas de Google Maps.
Como no nos importa cambiar de alojamiento según nos lo pida el itinerario, fui eligiendo el orden de los hoteles en función de las visitas, puesto que lo malo de diciembre es que las horas de luz son limitadas y no se pueden aprovechar las jornadas igual que en otras épocas del año. En teoría, lo tenía todo muy bien planificado para perder el menor tiempo posible, pero luego las cosas no resultaron como estaba previsto por culpa de una inoportuna DANA (la gota fría de toda la vida) que afectó mucho a las Islas Canarias y, por tanto, a Tenerife durante nuestra estancia allí, con lo cual tuvimos que ir modificando los destinos sobre la marcha. Aunque el clima cambia mucho del norte al sur en todas las estaciones, hemos estado en las siete islas mayores, tanto en invierno como en verano, y lo cierto es que ésta ha sido de largo la vez que peor tiempo hemos encontrado en Canarias. Claro que a toro pasado tampoco nos podemos quejar teniendo en cuenta lo que ocurrió días después con las famosas nubes de polvo que cerraron el espacio aéreo y dejaron a los turistas recluidos en sus hoteles.
Los vuelos los reservé dos meses antes con Iberia Express, aunque a precios mucho menos interesantes que los de febrero, ya que íbamos a viajar en pleno macro-puente de la Constitución. Desde Madrid, los vuelos de ida y vuelta para dos personas (con una sola maleta facturada y sin reserva de asiento) me salieron por 160 euros. Aunque en otras compañías salían algo más baratos, los horarios eran peores para aprovechar mejor el tiempo que los de Iberia, que nos permitieron disfrutar prácticamente de 8 días completos en la isla con solo siete noches de hotel. Y esto en invierno, con pocas horas de luz, se agradece mucho.
Tenerife y El Teide desde el avión en un viaje anterior.
El alquiler del coche lo hice con Cicar, vía on-line, como siempre cuando vamos a Canarias. Con ellos no hemos tenido nunca ni el más mínimo problema, los coches son casi nuevos y la atención estupenda, al igual que el precio. Escogimos la modalidad recogida y entrega en el aeropuerto, coincidiendo con la llegada y la partida de los vuelos. El precio por las ocho jornadas fue de 116 euros con seguro a todo riesgo incluido y sin franquicias ni depósitos. En la modalidad económica, habíamos escogido un Ford Fiesta, pero al llegar nos ofrecieron por el mismo precio un Seat Arona, automático, con 1000 kilómetros, a estrenar casi. Y, una vez más, la experiencia fue muy buena.
En cuanto a los alojamientos, los iré mencionando en cada etapa. La oferta en la isla es abundante y variada en cuanto a formas y precio, si bien encontrarán más facilidades los viajeros que busquen turismo de playa, pues hay multitud de hoteles y resorts para estos gustos, con enormes piscinas y fabulosos jardines. No era nuestro caso porque nos gustan los hoteles que añadan algo especial a la estancia, lo que no siempre resulta fácil. En Tenerife, me costó localizar hoteles pequeños y con encanto a un precio razonable, pero haberlos, los hay. Se llaman “hoteles emblemáticos” y suelen estar situados en edificios históricos o singulares de las respectivas poblaciones. Curiosamente, los tres que utilizamos, tenían el mismo precio, 81 euros la noche con desayuno incluido. En cualquier caso, mejor hacer las reservas con bastante tiempo y con tarifa cancelable sin gastos. En algunas situaciones, puede compensar coger una oferta con vuelo y alojamiento incluido, y luego alquilar coche e ir cada uno a su aire. En fin, no sé, seguro que hay quien prefiere un hotel gigantesco con todos los servicios y Todo Incluido para no salir del recinto salvo a la playa. Bueno, cada cual decidirá, aunque sería una pena no visitar la isla a lo largo y a lo ancho para gozar de sus villas históricas, sus encantos naturales, sus contrastes y su gastronomía.
En cuanto a gastronomía, los platos típicos más destacados que hay que probar al menos una vez estando en Tenerife son:
- Patatas arrugadas con mojos. Nadie se irá sin probarlas porque las ponen de guarnición con todo. Si no se quieren, hay que advertirlo primero porque no siempre preguntan. Son patatas cocidas con sal y presentadas con su piel, acompañadas de dos mojos, uno verde (cilantro y pimienta blanca) y otro rojo (pimiento rojo, picante).
- Gofio, de ascendencia guanche. Harina de cereales tostados que integran varios platos. Nosotros probamos el Escaldón de Pescado. Muy contundente. Particularmente, no me apasiona, pero es una opinión totalmente personal.
- Ropa vieja. Guiso tradicional de pollo, patatas, garbanzos, vino blanco y especias. Está muy rico. Los garbanzos también aparecen en otros platos típicos como el potaje. También se llaman "garbanzas" y se presentan de varias formas, con costillas, chorizo, etc. Siguiendo con las legumbres, hacen unas lentejas guisadas muy ricas.
- Conejo al salmorejo, acompañado de una crema fría con pimiento choricero, pimentón, ajo y otras especias. También es típica la carne de cabra guisada.
- Y, por supuesto, los pescados frescos, cuyos nombres a menudo me resultan difíciles de identificar, pero que suelen estar buenísimos. También tienen lapas muy ricas.
- Todo lo cual se complementa con quesos exquisitos y buenos vinos.
- Patatas arrugadas con mojos. Nadie se irá sin probarlas porque las ponen de guarnición con todo. Si no se quieren, hay que advertirlo primero porque no siempre preguntan. Son patatas cocidas con sal y presentadas con su piel, acompañadas de dos mojos, uno verde (cilantro y pimienta blanca) y otro rojo (pimiento rojo, picante).
- Gofio, de ascendencia guanche. Harina de cereales tostados que integran varios platos. Nosotros probamos el Escaldón de Pescado. Muy contundente. Particularmente, no me apasiona, pero es una opinión totalmente personal.
- Ropa vieja. Guiso tradicional de pollo, patatas, garbanzos, vino blanco y especias. Está muy rico. Los garbanzos también aparecen en otros platos típicos como el potaje. También se llaman "garbanzas" y se presentan de varias formas, con costillas, chorizo, etc. Siguiendo con las legumbres, hacen unas lentejas guisadas muy ricas.
- Conejo al salmorejo, acompañado de una crema fría con pimiento choricero, pimentón, ajo y otras especias. También es típica la carne de cabra guisada.
- Y, por supuesto, los pescados frescos, cuyos nombres a menudo me resultan difíciles de identificar, pero que suelen estar buenísimos. También tienen lapas muy ricas.
- Todo lo cual se complementa con quesos exquisitos y buenos vinos.
Otro asunto que hay que tener en cuenta son las reservas por anticipado para determinadas actividades, el senderismo en el Parque de Anaga, por ejemplo. Se necesita pedir un permiso (y no siempre es sencillo por el reducido número de personas admitidas) para el Sendero de El Pijaral o Bosque Encantado (un máximo de 45 personas al día), y para la Zona de Exclusión del Monte Aguirre (un máximo de 20 personas al día), ambos gratuitos. Asimismo, conviene reservar a través de la web la entrada para el teleférico del Teide, y si se quiere llegar al mismo pico, igualmente es preciso pedir un permiso con bastante antelación para recorrer el Sendero Telesforo Bravo, que lleva a la cumbre. No hace falta para las otras rutas que se pueden hacer desde la estación superior del teleférico, al Mirador del Pico Viejo y al Mirador de la Fortaleza. También es precisa la reserva para el sendero del Barranco del Infierno, pero aquí hay menos problemas al haber más plazas (300 al día) y, además, ser de pago, lo cual permite decidir en función del tiempo atmosférico, sumamente importante en las excursiones por la naturaleza. Para ello resultan muy útiles las páginas web de predicción meteorológica en cada municipio. Puede variar muchísimo el panorama del norte al sur, pasando incluso de un cielo totalmente encapotado a un inclemente sol en cuestión de pocos kilómetros.
Como no tiene sentido mencionar lo que no hicimos, el recorrido que voy a poner es el que resultó definitivamente y que nos obligó a dar más vueltas de la cuenta, pues lo fuimos improvisando casi de hora en hora cuando era posible, ya que en algunos lugares había que respetar las reservas con la consiguiente obligación añadida. Pero eso lo iré contando en cada etapa. De momento decir que nuestro recorrido por la isla de Tenerife fue el siguiente:
- Día 1. Llegada al aeropuerto de Tenerife-Norte a las 13:00. Recogida del coche de alquiler. El Sauzal. Mirador de la Garoñona. Garachico. Alojamiento en Icod de los Vinos.
- Día 2. Icod de los Vinos. Miradores de Garachico y la Atalaya sobre Garachico. Puertito de los Silos. Punta del Bufadero. Los Gigantes. Alojamiento en la Escalona, Vilaflor.
- Día 3. Cañadas del Teide. Masca. Buenavista del Norte. Punta de Teno. Alojamiento en Tacoronte.
- Día 4. Mirador de Jardina. Parque de Anaga: Sendero de los Sentidos. El Bailadero. Taganana. Playa de Benijo. Candelaria. Puertito de Guimar. Sendero del Malpais de Guimar. Alojamiento en La Orotava.
- Día 5. La Orotava. Puerto de la Cruz. Parque Nacional de las Cañadas del Teide. Alojamiento en el Parador.
- Día 6. Sendero del Barranco del Infierno. Parque Nacional de las Cañadas del Teide. Sendero de los Roques de García. Alojamiento en el Parador de las Cañadas del Teide.
- Día 7. Parque Nacional de las Cañadas del Teide. Sendero de Samara. Masca. Alojamiento en La Laguna.
- Día 8. Parque de Anaga: Sendero de El Pijaral o Bosque Encantado. Punta del Hidalgo. Aeropuerto Tenerife-Norte. Devolución del coche de alquiler.
Igualmente, para completar este diario a fin de que pueda resultar más útil a viajeros que lo lean de cara a un primer viaje a Tenerife, voy a hacer algunas referencias a nuestros tres viajes anteriores, durante los cuales visitamos sitios que pasamos por alto en éste último, incluyendo las dos etapas finales de este diario, dedicadas a Santa Cruz de Tenerife y a La Laguna, destinos correspondientes al tercer viaje, aprovechando escalas aéreas en las nuestras rutas hacia El Hierro y La Gomera. Para ilustrar un poco los dos primeros viajes pondré fotos escaneadas, por lo que su calidad no será muy buena, ya que en aquellos tiempos no existían las cámaras digitales. Y, como entonces las fotos utilizaban carretes y revelados bastante caros, se hacían muchísimas menos que ahora, aunque con mucha presencia "personal". De modo que se me verá en ellas más de lo que tengo por costumbre .
El primer viaje lo hicimos a finales de un mes de julio de los años ochenta. Después de pasar una semana en la isla de Gran Canaria, estuvimos otra en Tenerife y nos alojamos todo el tiempo en el Puerto de la Cruz. Recorrimos casi toda la isla en coche de alquiler, pero sin profundizar demasiado. No pudimos subir al Teide porque el teleférico estaba cerrado por culpa del viento.
El segundo viaje fue a principios de los años noventa, en el mes de septiembre, y combinamos una semana en Lanzarote con otra en Tenerife, donde nos alojamos en un hotel de la Costa Adeje. También alquilamos coche e hicimos varias actividades como una excursión de un día a La Gomera, otra en submarino y otra en barco para ver cetáceos. Además, pudimos subir al Teide en el teleférico y llegar a la cumbre por un sendero (el que ahora se llama Telesforo Bravo, supongo, no recuerdo si entonces ya tenía ese nombre), que por aquella época se podía recorrer libremente, sin permiso previo.