Llegó el día del viaje y a las 23:30 del 2 de octubre estaba metido en el avión con destino a CMDX. El vuelo duraba unas 12 horas. Lo primero que hice fue comprobar el tipo de entretenimiento a bordo del avión. No me convenció. Muy limitado en series y películas. Juegos ni llegaba. Lo más interesante de la pantalla individual en el asiento me resultaba comprobar la ruta aérea seguida y los datos del vuelo en tiempo real.
Hablando de la comida, si el nivel de calidad no queda muy bien parado salvo en compañías como Turkish o Emirates (y sin tirar cohetes), el de Aeroméxico me pareció bastante malillo, por debajo de Qatar Airlines y de Iberia, por poner ejemplos donde no es una maravilla.
Después de varias horas de dar vueltas llegamos a CDMX. Como faltaban varias horas para el siguiente vuelo y todavía no estaba puesta la puerta de embarque, me dejaron en una sala (siempre pido asistencia en silla de ruedas para los vuelos). Cuando faltaba sobre una hora para la salida del vuelo a Cancún me empecé a mosquear porque no aparecía nadie para llevarme a la puerta de embarque y los de información al cliente decían que esperase allí a que me fuesen a buscar. Pregunté a una mujer del personal de asistencia que pasaba por donde estaba y tras una llamada telefónica averiguó que el que me había dejado por la noche en la sala no había comunicado nada a sus compañeros, así que no tenían constancia de que me tenían que asistir. Fue el empleado que más cerca se encontraba y a la carrera (literalmente) me llevó a la puerta de embarque de mi vuelo, que estaba bastante lejos de donde estaba. Llegué con las llamadas de últimos minutos de embarque.
El vuelo a Cancún duró menos de 2 horas. Nos sirvieron algún aperitivo y bebida. A la llegada al aeropuerto tenía la maleta esperándome (había llegado en un vuelo anterior) y nos dirigimos hacia el andén 84 de transportes, que es donde estaba el vehículo y conductor de la compañía Feraltar que me tenía que llevar hasta el hotel.
Llegué con un frente frío. Había unos nubarrones que presagiaban lluvia o que ya había llovido. Durante la algo más de una hora de trayecto hasta el Grand Palladium sólo vi nubes.
Al llegar al recinto del hotel, en la caseta de vigilancia nos dijeron que teníamos que ir a la recepción del hotel Grand Palladium White Sand. En recepción me comunicaron que el hotel Grand Palladium Kantenah estaba cerrado, al igual que parte de las habitaciones del Colonial, por lo que me hacían una actualización gratuita al White Sand.
Restaurantes:
Debido al Covid 19 y a la baja ocupación del hotel, no todos los restaurantes estaban abiertos y en el caso de los temáticos, ni siquiera lo estaban todos los días. Para hacer la reserva en un restaurante temático, o bien con el empleado que hay en la mesa a la derecha de los mostradores de recepción o bien a través de la aplicación móvil del hotel.
No pongo los días, porque comprobando a posteriori en la app del hotel, los días de apertura han cambiado.
Restaurantes en los que no estuve:
- Sumptuori: de comida japonesa. Para el día que abría cuando yo estuve, elegí otro restaurante, así que no tuve la oportunidad de ir.
- El Dorado: aunque tiene algo de pesca del día, fundamentalmente es de distintos tipos de carnes, con sus guarniciones y salsas. No me llamaba la atención.
- Ribs & More: fundamentalmente comida rápida, sopas, costillas y otros cortes de carne. No me llamaba la atención.
Restaurantes en los que estuve:
- La Adelita: el que más me gustó entre los temáticos. Por la decoración del restaurante y por la comida. Fui en 2 ocasiones. Probé platos como los tacos pastor, la sopa de tortilla, ceviche de pescado blanco típico de Acapulco, enchiladas vegetarianas de Cuernavaca, jericalla (flan de estilo mexicano) y un Margarita.
- Bahía e Brasa: ni fu ni fa. No tiene carta. Es un menú que consiste en una ensalada que se prepara con los ingredientes que se seleccionen, una serie de cortes de carne que un camarero va pasando por la mesa y un postre. De los cortes de carne se eligen los que a cada uno le interese que en mi caso fueron de pollo, res, rib eye y alguno más que no recuerdo. De postre creo que elegí un flan, pero no me ha quedado grabado en la retina.
- Chang Thai: el tailandés del grupo. Me decepcionó. Hubo platos que no me convencieron.
Yum Talay: un plato con calamar, camarón, cebolla, cilantro, chile, etc... Éste si estaba bueno (al menos no lo había probado antes para comparar), aunque picaba como un condenado, sobre todo varios minutos después de habérselo comido.
Pad thai con pollo: ningún parecido con la realidad, ni en la presentación, ni en el tipo de fideos, ni por los gérmenes de frijol, ni por el sabor. No es que estuviera malo (sí raro), pero no era pad thai.
Plátanos en leche de coco con tapioca: el plátano estaba bien y la leche de coco....estaba tan pastosa que se podría quedar pegada en la cuchara como una masa compacta.
Yo diría que tienen que practicar un poco más.
- La Lola: el restaurante de tapas "español". No es lo que hago habitualmente fuera de España (el ir a algún restaurante que tenga que ver con "español"), pero lo elegí porque era el único restaurante temático que me podía interesar el día en cuestión y por cambiar con respecto al buffet.
Gazpacho de remolacha, montadito de salmón marinado, fritá de pulpo, huevos rotos con crujiente de jamón ibérico, pastel de queso estilo Ibiza. Quitando el gazpacho de remolacha, que me pareció que estaba bastante malo, lo demás estaba bien.
- Portofino: carta algo limitada y algunos platos un tanto pequeños. Pedí la ensalada caprese, risotto al funghi (con salchicha, espinacas, hongos secos y salsa portobello) y tiramisú. La ensalada caprese era bastante ridícula y el risotto un poco raro por los ingredientes pero no estaba mal.
- Poseidón: el restaurante de pescado y marisco al lado de la playa. No estuvo mal. Ceviche de camarón, crema de elote (maíz) , parrillada de pescados y mariscos (salmón, mahi mahi, tilapia, almejas, mejillones y camarones) y un pastel de chocolate. Quizás de la parrillada de pescados y mariscos, lo que no me convenció fueron las almejas y mejillones. Los pescados bien.
- La Dalia: es el restaurante buffet del White Sand. Aparte de para el desayuno, los días que no salí del hotel fui a él también a almorzar. De entre todos los restaurantes fue el que más me gustó. Toda la comida que probé me pareció que estaba buena (aunque no fuera una experiencia gourmet) y todo tiene buen aspecto y buena presentación. Si no se coge algo es porque no te gusta, pero no porque dé reparo cogerlo o porque huela mal porque no se encuentre en muy buen estado. De entre todos los productos, tenía fijación por los chilaquiles con salsa roja acompañados de pico de gallo, enchiladas, también los embutidos, dulces, pizza, guacamole, gazpachos y frutas. Realmente no había comido antes tanta fruta en otro hotel como en éste.
- La Laguna: estuve un día para desayunar porque estaba cerrado La Dalia. La comida era la misma. También tiene barra en la piscina del White Sand.
Piscinas:
En el complejo hotelero hay diversas piscinas principales en cada hotel y algunas más pequeñas. Yo estuve en un par de ellas: en la del White Sand y en la del Colonial.
La del White Sand fue en la que me encontré mejor porque su profundidad es sólo de 1’40 m, así que si tienes una estatura media que no sea baja, das pie en toda la piscina. Lo mejor de todo fue tener la piscina prácticamente para mí solo. El par de mañanas que estuve, nunca hubo más de 3 personas en el agua (y alguna más tomando el sol). Dado el tamaño de la piscina se puede decir que la tuve para mí en exclusiva.
Por la zona de la piscina hay varios puentes de madera que comunican con alguna zona de habitaciones y con otras piscinas, pero varios de ellos estaban rotos, quizás como consecuencia de los últimos huracanes, no lo sé. Esto obligaba a dar un rodeo, que no es que se fuera uno a herniar por ello, pero ya no se pasaba tan directamente de un sitio a otro.
La piscina del Colonial es grande como la del White Sand. Ésta tiene sin embargo una profundidad de 1’6 m. Como mi estilo de natación es penoso, me resultó bastante cansado estar en ella.
Normalmente las actividades de animación las estaban haciendo en el hotel Colonial. Entendí que era por el área de la piscina, como por ejemplo el aquagym, pero el día que estuve por allí vi a la gente ejercitarse en el tramo de playa situado delante de la piscina del Colonial.
El calendario de actividades se puede ver en la app móvil.
Entretenimiento nocturno:
No me van mucho este tipo de actividades teatrales o musicales, por un lado por la calidad que suelen tener (hablando así en términos generales, no refiriéndome a este hotel) y por otra parte por mi gran sentido del ridículo ajeno que me lleva a alejarme de un lugar cuando veo a alguien hacer algo por lo que yo diría “No conozco a esa persona”.
El Chic Cabaret estaba cerrado. En cambio sí había actuaciones musicales en los vestíbulos de los hoteles Colonial y White Sand en torno a las 8 ó 9 de la noche. Algún día me quedé un ratillo a alguna del White Sand porque las canciones eran animadas, hasta que vi a algún “gringo” venirse demasiado arriba. No me agrada la gente que hace el ridículo cuando está más borracha que una cuba.
Coches eléctricos:
Un invento estupendo para desplazarse entre instalaciones del recinto hotelero. Yendo con muletas me ahorraban una caminata para ir a los restaurantes del hotel Colonial y Kantenah o incluso al propio
vestíbulo del White Sand. Llamas a recepción para que pase alguna por tu zona de habitaciones o simplemente te vas a la parada más cercana que hay (hay como diferentes puntos de parada establecidos).
Playa:
No soy mucho de playa y menos de bañarme en una que no conozco, dado que no nado bien, así que por la playa paseé un par de veces pero no me llegué a bañar.
Sobre el sargazo, vi muy poquito y no tenía pinta de que se acumulara. Si lo había a lo mejor es porque no lo limpiaron, por decir algo. No he leído sobre el tema para saber si la existencia de mayor o menor cantidad de sargazo está relacionada con la estación del año o con que, ya que la playa no es algo prioritario para mí en un destino como la Riviera Maya.
El primer día la vi bastante revuelta a causa del frente frío, hacía viento y no se apreciaba en el agua ningún color especial. Otro día, ya con el tiempo más estable y soleado, se apreciaban diferentes tonalidades de azul y verde en el agua, junto con la arena blanca y la vegetación, tenía muy buena pinta, todo sea dicho.
Otra cosa es que sea apta para el baño en toda su extensión. Vi que había zonas acotadas para el baño y otras en cambio tenía pinta de que tuviese rocas. En cualquier caso no fue la playa el motivo de elegir el hotel.
Cambio de dinero:
Finalmente lo hice por varias veces en la recepción del White Sand. Allí también hay un cajero, pero no hice caso al llevar dinero en efectivo. El cambio siempre fue de $22 por euro.
Integración en el entorno:
Es una de las cosas que me gustó del hotel. Está rodeado de vegetación porque se mantiene el manglar y de vez en cuando se ven algunos animales, además de iguanas tomando el sol en la piscina.
El tipo de instalaciones las veo bien. No es uno de esos mamotretos horribles que están en un entorno precioso.
Habitación:
Mi habitación era una suite junior con vistas al jardín, si es que no me hicieron otra actualización de la que yo no me enterase, porque desde luego podía ver la piscina. Por aquello de las muletas me la asignaron en la planta baja.
¿Qué puedo decir de la suite? Enorme, claro está, para lo que necesito. Tenía una terraza con mesa y 2 butacas desde donde aparte de ver el jardín ya he dicho que podía observar la piscina y sobre todo el canal que la rodea. Dentro había un par de mesas con butacas y un sofá. Además una mesa de escritorio con el minibar debajo y creo que la caja de seguridad (a esto no le hice mucho caso). Había una cesta de fruta con buena pinta y dejaban siempre unas botellas de agua de cortesía. La habitación tenía 2 camas, cómodas, con varias almohadas y cojines. En cuanto a refrigeración, aire acondicionado (el único durante mi viaje por México que no fue exageradamente ruidoso) y un ventilador de techo, que daba casi más frío que el aire.
El cuarto de baño era grande. Aquí lo único que eché en falta fue algún taburete para poner la ropa, pero había algunos ganchos para colgar. Bañera jacuzzi y ducha grande con muy buena presión de agua, tanto fría como caliente. El lavabo separado del retrete, aunque no independiente en diferentes habitaciones. Artículos de baño tipo gel, champú, acondicionador y pañuelos de papel, que siempre vienen bien. Creo que en el armario había albornoz.
Ruidos infantiles y de otro tipo:
En principio me preocupaba (aunque no como para buscar otro tipo de hotel) el hecho de que el Grand Palladium sea tanto como para adultos como para niños, porque no soporto los chillidos infantiles que te rompen los tímpanos, los lloriqueos y las carreras por todas partes. Tampoco sé si en un hotel de este tipo, tan grande y con tantas instalaciones, esas situaciones se ven mucho. De todos modos, al final la ocupación de los hoteles era tan baja, que aunque hubiese algunos niños más o menos grandes, que los había, no se notó para nada.
Sí en cambio, noté algún día, algunos ruidos de esos provocados por los adultos que van pasados de alcohol unas cuantas vueltas. Encima de noche, en horas de dormir. Podría haber llamado en ese momento a la recepción, pero al final llamé a la mañana siguiente para quejarme. La situación fue que alrededor de las 9 ó las 10 de la noche alguna persona, hombre o mujer, o quizás una pareja, entró a la villa de habitaciones dando voces muy fuertes. Entre las 12 y la 1 de la madrugada, voces de nuevo y golpes como de estar tirando objetos al suelo o lanzando unos contra otros, a lo salvaje, que me despertaron y me tuvieron en vilo un rato. Me pregunto si en temporada alta y de una ocupación normal este tipo de comportamientos se observan con cierta frecuencia o no.
Excursiones:
Hay un mostrador de información en el White Sand y se pueden contratar algunas excursiones. Yo me
informé por si había la posibilidad de hacer alguna si a última hora me fallaba una de las excursiones que tenía contratada. Como eso no sucedió, al final no contraté nada ni supe si eran más caras o no que con otras agencias o incluso con taxis en servicio privado.
Conclusión:
Descontando el día de llegada, del que pude aprovechar varias horas con luz, estuve 3 días realizando excursiones y otros tantos en el hotel, durante los cuales no salí a ningún sitio por mi cuenta (ni Playa del Carmen, alguna playa como Xpu Ha o Akumal, por poner ejemplos de opciones que había considerado en caso de desesperación). Entre desayuno, almuerzo, baños en la piscina por la mañana, ratos de lectura y de siesta, no me llegué a sentir agobiado, sino que lo llevé razonablemente bien. Por otra parte, al hacerse de noche a las 18:30 no se me hicieron los días eternamente largos.
Otro punto importante para mí era el gastronómico. Normalmente cuando pienso en hoteles de todo incluido, con régimen de pensión completa/media o que está orientado al sol, playa y descanso, me viene a la cabeza grandes cantidades de comida, que no está buena, con aspecto no demasiado agradable a veces, es decir, lo que se llama un poco comida de rancho. En el caso del Grand Palladium me dijeron que el TRS Yucatán tenía otro nivel en cuanto a restauración, pero que en los otros (Kantenah, Colonial y White Sand) no iba a comer mal. Mi experiencia ha sido efectivamente esa. Me he quedado razonablemente satisfecho con la comida.
En otro viaje no me importaría repetir algunos días, siempre que pudiese adaptar mi estancia a este hotel al tipo de recorrido realizado por el país.