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14 años y dos Papas después, decidimos volver a Roma.
Fue nuestro primer viaje fuera de España, cuando éramos novios, corría el 2008 y pasamos allí una semana tan intensa que pensábamos que nos habíamos pateado Roma de cabo a rabo, como suele decirse, pero este año me he dado cuenta de que estaba equivocada.
No entraba entre nuestros objetivos, pero por esta vez dejamos elegir el viaje a Hugo, y completamente convencidos de que pediría visitar Disneyland París, nos llevamos la sorpresa de que quiere conocer Roma, así que diseñamos un viaje a su medida, para que Hugo se enamorase de la eterna ciudad, como lo hice yo hace años.
Con tan poca antelación, cuadramos 4 días en el mes de mayo que además coincidían con nuestro aniversario, localizamos vuelos que resultaron bastante asequibles y comenzó el periplo de la búsqueda de alojamiento...no recordaba Roma tan cara, a precio suizo y me quedo corta, cuando además sabemos que a la gran mayoría de hoteles en Roma les sobra una estrella en comparación con los de nuestro país.
Alejándonos del centro encontramos el Eurostars Roma Aeterna, que aunque aparentemente está retirado del meollo de Roma, os puedo asegurar que fue la mejor elección. La zona era súper tranquila, y eso se nota en el descanso, y no ves la mendicidad y la sensación de inseguridad que hay en otras zonas.
El precio fue bastante ajustado para haberlo reservado con solo dos meses de antelación, es un 4 estrellas, y su desayuno ofrecía productos dulces y salados, que ya se sabe que en Roma su desayuno típico consiste solo en un café/zumo y cosas dulces.
Los buses 50 y 105 se convertirtieron en nuestros mejores amigos, pasan con muchísima frecuencia y hacen el trayecto Ponte Casilino (puerta del hotel)- Termini.
El 81 (también desde la puerta del hotel) te deja en la zona del Coliseo, Boca de la Verdad, sube por el teatro Marcelo y llega hasta Plaza Navona, así que es otro imprescindible.
Pero si te parece poca comunicación, a 7 minutos escasos a pie hay parada de metro, pasando además por una zona de bares y restaurantes con un ambientazo digno de visitar.
Para movernos por la ciudad cogimos un bono de transporte que te permite utilizar todos ellos sin límites. Sé que Roma es para patearla y disfrutarla a pie, pero nuestras circunstancias con Hugo y su movilidad reducida hacen necesario que aunque tengamos distancias cortas, éstas estén cubiertas para él en caso de ser necesario. Los bonos solo son para los adultos, los niños hasta 10 años no pagan.
Bueno pues ahora ya está todo, cogemos por internet el transfer ida y vuelta al aeropuerto-Termini a través de Terravisión, que es más barato que allí en la terminal. Y ahora sí, nos vamos rumbo a Roma.
Llegamos sin retrasos, apenas esperamos 10 minutos la llegada del transfer, y 5 en Termini a que saliese el bus 50. Las chicas de recepción todas hablan español y nos comentan que allí mismo podemos adquirir los tickets para los buses/metro.
Como el viaje era por y para Hugo, encontré por internet una empresa que organiza búsquedas del tesoro por distintas ciudades italianas para todas las edades. Elegimos una para peques, y al llegar al hotel, en la habitación encontramos un cofre del tesoro a nombre de Hugo. No os imagináis su cara y su emoción, mira que no le gusta caminar, pero casi le dieron ganas de empezar a buscar la primera de las pistas.
En el cofre hay tarjetas con las pistas a seguir, un boli, un souvenir, una pulsera con brújula, tickets para canjear por helados, y todo lo necesario para resolver los enigmas; y por supuesto, un sobre con las soluciones por si no las descubrís, además de un mapa con todos los puntos a buscar para que te organices el juego.
La búsqueda tiene lugar por el centro de Roma, pero no en localizaciones masificadas tipo Fontana de Trevi, Coliseo...por eso me encantó, porque nos ayudó a conocer sitios ocultos de Roma; alejados, la gran mayoría, de las masas.
Os dejo su web por si os interesa:
www.fragrancetour.com/es/
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