Tarudant y la Kasba de Tioute ✏️ Diarios de Viajes de MarruecosPrimeros viajes desde AGadir. Agadir es una localidad cuya actividad gira, esencialmente, en torno a su magnífica playa. Es un clásico destino de resorts internacionales que se suceden uno tras otro en primera línea de playa. Playa en la que se...Diario: Sur de Marruecos: oasis, touaregs y herencia española⭐ Puntos: 5 (1 Votos) Etapas: 8 Localización: MarruecosAgadir es una localidad cuya actividad gira, esencialmente, en torno a su magnífica playa. Es un clásico destino de resorts internacionales que se suceden uno tras otro en primera línea de playa. Playa en la que se conviven los huéspedes de estos "all included" tumbados en hamacas alcochadas dentro de pequeños espacios delimitados por un cordón aterciopelado con otro tipo de turistas o la gente local. La imagen resulta, sencillamente, absurda; por no usar un epíteto más duro. Nuestro primer día lo dedicaríamos a Tarudant (Taroudant en francés) y sus alredores. El tiempo en julio, pese a lo que se pueda suponer por cuán al sur está esta zona, es realmente agradable. Las temperaturas que oscilan entre los 20 y 30º moderadas por la brisa marina. Eso sí, estas condiciones se dan en tanto y cuanto no te alejes de la costa. Al dirigirte hacia el interior la temperatura sube abruptamente a cada paso que das y, aquí, temperaturas de 40-43º no son, en absoluto, infrecuentes. Por ello, si se viaja en verano, merece la pena madrugar antes de que el mercurio alcance estos niveles. Tarudant estaba a unos 90 Kms de nuestro hotel. Una hora y media a la que había que añadir otros 40 minutos hasta Tioute. En Agadir, el gobierno está llevando a cabo en estos momentos (julio/agosto de 2022)un plan muy ambicioso de renovación de la ciudad. Y parece ser que han decido llevarlo a cabo de una sola vez. Hay obras por todos los lados y el tráfico es caótico durante todo el día (y la noche). Nuestra primera parada, la casa de cambio. Hay muchas en la ciudad y las tasas que ofrecen, por lo que yo pude comparar, son muy parecidas. Sin embargo, el mejor cambio lo había visto en el aeropuerto el día anterior donde no cambié suponiendo, erróneamente, que en la ciudad sería más barato. La diferencia, de cualquier manera, no era mucha. Con dirhams en el bolsillo, y tras poco más de dos horas al volante, llegamos a Tioute. El pueblo en sí no tiene ningún interés. Es un pequeño villorrio polvoriento que hay que atravesar para llegar a sus dos principales atracciones: la kasba abandonada y el palmeral. Están bien indicados en el gps y se puede aparcar fácilmente en las inmediaciones. La kasba no está mal y tan solo se puede pasear por los alrededores. El complejo está en ruinas pero desde la parte de arriba hay unas vistas estupendas del palmeral. A lo largo del viaje veríamos otros plamerales en medio de zonas casi desérticas como ésta pero, al ser éste el primero de todos, la verdad es que nos llamó mucho la atención. Yo, hasta ahora, y tras muchos viajes en mi haber, no había tenido la ocasión de ver un oasis. Dentro del palmeral hay senderos, acequias que, por increíble que pueda parecer, llevan un buen caudal de agua y plantaciones de alfalfa, entiendo que para alimentar a los muchos burros que hay en la zona, y en Marruecos en general, donde todavía se utilizan como fuerza de tiro para transporte y labores agrícolas. La gente local se adentraba por ellos con comida y hacía picnics al fresco. En uno de los laterales del palmeral está el depósito (el reservoir) que tiene varios depósitos que abastecen de agua a las acequias. Los niños del pueblo las utilizan a modo de piscinas, como se puede ver en la foto a continuación. No sé si se debe a la época del año (julio) al periodo de sequía que padece esta zona del país (3 años según nos indicaron) o a algún tipo de regulación hidrológica, los depósitos tenían poca agua, lo cual no impedía a los chavales refrescarse en ellas. Junto a los depósitos hay un bonito establecimiento local que está, aunque pareca mentira, referenciado en google maps, en el que merece la pena hacer un alto para tomar un refrigerio. goo.gl/maps/1vzwF9h8d75RXj9u8 . En mi opinión se trata de una antigua huerta reconvertida en "chiringuito" por algún lugareño con espíritu emprendedor, donde los canales de agua hacen las delicias de los acalorados visitantes. El lugar está bien sombreado y cuenta con algunas mesas. En nuestro caso, sólo paramos para tomar un refrigerio y desconozco si, también se sirven comidas. Vuelta hacia Tarudant deshaciendo el camino. El sol estaba ya en todo lo alto y el día era muy caluroso (42º). La "pequeña Marrakech", como la describe la guía, nos esperaba. El primer objetivo era ir a comer y el destino elegido el Riad Maryam goo.gl/maps/iRWRB61CrcA62Fte9 situado en la medina y que tenía muy buenas críticas en la guía, google y Tripadvisor. No nos fue difícil dar con él pero estaba cerrado. Un grupo de "artistas", en palabras de la dueña, había reservado todo el establecimiento durante unos días. Por lo tanto, era necesario encontrar una alternativa. Prescindiendo de buscar en internet, nos dirigimos a la plaza central de la ciudad, place al-Alaouyine, donde nos sentamos en el café Oasis que tenía una terracita con sombra. Comida local (tajine, couscous, brochetas), calidad aceptable y bien de precio. El día era muy caluroso. Cuando terminanos de comer la temperatura alcanzaba los 43º así que, descartado empezar con la visita a pie, negocié con uno de los "guías" que se me acercaron al primer atisbo de interés por mi parte, una visita a la ciudad, primero en calesa y luego a pie por la medina. Desde 250 dirhams conseguí bajarlo hasta 120. Para alcanzar este acuerdo tuvimos que abordar algunos de los elementos fundamentales que componen el escandallo del servicio: el aumento del precio del pienso de los caballos, el impacto de la pandemia en el sector turístico de Taroudant y las consecuencias de la guerra de Ucrania.... jajajaja. Tras 15 minutos de tira y afloja cerramos el trato y, en unos minutos, el que sería nuestro guía durante las próximas dos horas, aparecía con la calesa enfrente de la terraza de nuestro café. Pagué por adelantado, insistiendo en que éste era el monto total por todos los servicios contratados, y nos pusimos en marcha. Las murallas de la ciudad son interesantes. Creo recordar que tienen unos 5 Km. de longitud y en su recorrido vimos varios tramos más o menos restaurados, unas cuantas puertas de acceso, la vieja kasba (no se visita) y un paraje que llaman la cueva de Ali Babá donde se filmaron algunos de los exteriores una película. En aquellos días se celebraba en la ciudad un festival bereber en un descampado a las afueras de la ciudad, junto a la muralla. Comunidades bereber de distintas zonas del país acuden con sus caballos, sus tiendas y sus trajes ceremoniales. Allí hacen desfiles, comen, cantan, .... todo en torno al eje fundamental del evento: el caballo. Había un montón de estos animales, algunos de los cuales, desde mi desconocimiento, me parecieron magníficos. Sus orgullosos dueños nos enseñaron algunos de ellos y nos dejaron entrar en algunas de las tiendas donde en ese momento cantaban y bebían té. También vimos otras tiendas donde guardaban estos trajes y los mosquetes antiguos que forman parte de los desfiles y pruebas hípicas de los que trata el festival. Dejamos nuestra calesa y proseguimos a pie siguiendo a nuestro guía para visitar la medina. El calificativo de la pequeña Marrakech le queda bastante grande a Tarudant, si se me permite el oxímoron. La visita de la ciudad nos permitió empezar a atisbar lo que más adelante pudimos constatar y es que, el principal interés de esta zona del país no reside en las ciudades y los monumentos sino en sus paisajes, las rutas y las zonas rurales. Si alguien busca visitar Marruecos pensando en palacios, jardines fastuosos, medinas y zocos milenarios, mezquitas,..... le recomiendo Mequínez, Fez y Marrakech. Como es habitual, nuestro guía nos hizo visitar alguna tienda, nada exagerado, tiendas con las que, sin lugar a dudas, tendría negociada su comisión. Interesante la mellah con la antigua sinagoga, ahora reconvertida en boutique de muebles y decoración tradicionales. No soy muy amigo de este tipo de visitas pero esta tienda, por estar situada en un edificio histórico y por las piezas árabes, judías y bereberes que tenía me llamó, francamente, la atención. Le di una propinilla a nuestro guía, recogimos el coche y emprendimos la vuelta hacia Agadir. Agradecimos el chorro del aire acondicionado que salía por las toberas de ventilación. El día había sido treméndamente caluroso y nos había dejado aplanados. Salimos a cenar por el centro y acabamos en un restaurante yemení especializado en comida del Golfo Pérsico g.page/baytalmandii?share . En él puedes elegir comer al estilo tradicional, en el suelo, en un salón alfombrado y con las manos o en la terraza, en una mesa y con cubiertos. Comida a base de arroz y carne, sencilla pero bien cocinada y un poco más caro que el estándar de la zona. Índice del Diario: Sur de Marruecos: oasis, touaregs y herencia española
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