Del sur de la Florida a Burlington, Vermont
El objetivo de este diario es dar a conocer a los viajeros un area muy bonita, pero poco conocida, del noreste—el norte del estado de Vermont y las zonas aledanyas--los montes Adirondacks, en el norte del estado de New York, y el sur de la provincia de Quebec, Canada. Nuesto objetivo en visitar el area durante un fin de semana largo fue disfrutar, por fin y despues de varias intentonas, del cambio de la hoja en el otonyo en esa parte del pais, un espectaculo que goza de merecida fama. Aclaro que mi ordenador no “habla ingles”, asi que perdonad la falta de acentos y el uso de las letras “ny” a cambio de la “enye.”
Vermont es un estado bastante rural cuya poblacion no supera el medio millon de personas y Burlington una ciudad pequenya, pero la mayor del estado. La escogimos como centro de operaciones porque tiene suficiente tamanyo para ofrecer al visitante todo lo que necesite y porque es un lugar muy agradable, con una serie de parques y paseos al borde de Lake Champlain desde donde se ven muy bonitas vistas de los montes Adirondacks, al otro lado del lago. Es, ademas, sede de la Universidad de Vermont, asi que tiene un ambiente muy agradable de ciudad universitaria y un aeropuerto que, aunque pequenyo, recibe varios vuelos diarios desde Washington DC., Philadelphia, NewYork y Boston. Aclaro que, si alguien quiere ir alguna vez hasta alli en coche, hay unas cuatro horas y algo, por autopistas, desde New York City hasta Burlington, cruzando por el precioso valle del Hudson y por la zona de granjas y colinas del norte de New York, lugares que parecen estar a miles de kilometros de Manhattan en vez de a solo unas horas.
Como vivimos en el sur de la Florida, utilizamos el aeropuerto de Fort Lauderdale, uno de los tres en el area. Aunque este aeropuerto tiene cuatro terminales y sirve a cerca de un millon de pasajeros al mes, es muy comodo y rapido. Quisimos tomar un vuelo que saliera temprano y terminamos en uno que salia a las 7 de la manyana y llegaba a Burlington, despues de un cambio en el National Airport de Washington D.C., a las 11:20. Teniamos intencion de dejar el coche en el aparcamiento de largo termino, que esta un poco retirado del aeropuerto, pero comunicado con las terminales por un autobus que pasa cada 15 minutos, porque cuesta solo $7 por dia. Pero la verdad es que se nos pegaron las sabanas y acabamos teniendo que aparcar en el parking que esta junto al aeropuerto donde pagamos un poco mas. Eso si, quedamos justo en frente de la entrada de US Air, tuvimos que andar muy poco con las maletas y vayase lo uno por lo otro... El vuelo estuvo muy bien con la particularidad de que, despues de la escala en Washington, nos montaron en un avion muy pequenyo, pero muy simaptico, en el que ibamos unos 40 pasajeros y que, mas que un avion de linea, parecia un jet privado.
Ya al aterrizar veiamos desde el avion los verdes prados de Vermont y los bosques , que con tantos tonos rojos y amarillos, parecian haberse incendiado. Una vez abajo, los lugarenyos nos comentaros que el “peak” (el punto maximo) del colorido de la hoja habia pasado hacia unos dias. Notamos, en efecto, al salir a la calle, que a algunos arboles ya se le estaban cayendo las hojas pero a nosotros, que venimos de un lugar donde siempre esta todo verde, el paisaje nos parecio precioso. Alquilamos un coche tamanyo itermedio en el aeropuerto (5 dias $160) Con Thrifty Auto Rent y nos fuimos a explorar el area.
Burlington es realmente una ciudad muy bonita. Tiene vistas al lago, una zona antigua, con edificios tipicos de la arquitectura de Nueva Inglaterra, una calle peatonal muy animada en el centro (Church Street) donde hay montones de cafes y restaurantes y, muy cerca de la zona historica, el campus de la Universidad de Vermont. Adjunto aqui algunas fotos del lago
Y del campus de la universidad de Vermont, donde ya se veia el colorido de los arboles
Optamos por quedarnos en un Marriott Courtyard. Estos hoteles pertenecen a una cadena que suele tener hoteles de lujo o gran lujo en muchas ciudades. Los “courtyards” son una version menos elegante, pero muy agradable, de los hoteles de ciudad, equivalen, mas o menos, a un cuatro estrellas de Europa y suelen costar entre $120 y $170 por noche, dependiendo de su localizacion. Este no estaba en mal sitio, muy cerca de una entrada de la interestatal 89, que cruza Vermont de Canada a Massachusetts, pero separada de la carretera por un bonito bosque que eliminaba los ruidos. La habitacion era grande y comoda, teniamos un TV de alta definicion, habia una piscina con calefaccion y el parking era gratis. Los empleados, aunque correctos, no eran especialmente simpaticos. Dejamos nuestras maletas y nos fuimos a comer a un Ponderosa que habiamos visto en un centro comercial cercano. Estas cadenas de steak houses estan muy bien y tienen unos precios estupendos. Puedes optar a diferentes cortes de carne y una patata al horno por un precio que oscila entre los $8 y los $15, con descuentos para los mayores de 60 y los menores de 12 y, por $3 mas, tienes acceso a un enorme buffet de ensaladas, platos calientes, sopas de varios tipos y postres. El buffet, sin la carne, sale en unos $6.
Salimos de alli muy bien y tomamos la 89 hacia Stow, un pequenyo pueblo en las montanyas a una media hora de Vermont, conocido por su arquitectura tipica de la zona, por las hermosas vistas que le rodean y por ser un centro de ski en invierno. Ya por la carretera, comenzamos a toparnos con el colorido otonyal de los bosques y con las bonitas fincas de Vermont, con sus casas blancas de amplios porches, sus cercas de madera tambien blancas y sus graneros rojos, muchas de la cuales estaban adornadas a la entrada con disenyos hechos con calabazas, espigas de trigo y otros productos de la cosecha, como es tipico en la zona. Nos desviamos hacia Stow pero terminamos entrando a la fabrica oirginal de helados Ben and Jerry, que esta en la zona, donde tomamos un corto tour que resulto bastante divertido. Estos dos senyores, que se anuncian como “two real guys” (dos tios de verdad) y que son amigos desde la secundaria, parecen ser un producto tipico de los “hiposos” anyos sesenta. Despues de dar vueltas por varias universidades, sin acabar de estudiar nada, decidieron montar un negocio. Optaron por una heladeria y, como no tenian la menor idea de como hacer helados, compraron un curso de $5 sobre heladeria que ofrecia el gobierno federal. Con estos conocimientos, y alguna ayuda economica que le ofrecieron algunos companyeros de la universidad, montaron una heladeria en Burlington que tuvo un enorme exito. De ahi surgio la fabrica y una empresa que, hoy en dia, tiene fabricas en varias partes de EEUU, el Oriente y Europa. Continuan, al parecer, con la misma actitud de su epoca de estudiantes. Utilizan solo productos organicos y parte de las ganancias son devueltas a la comunidad o se utilizan para promover programas sociales como, por ejemplo, ayudar a personas de bajos recursos a orgnizar empresas. Despues del tour de la fabrica, que esta decorada, naturalmente, con motivos sicadelicos, nos dieron a probar el helado del dia--galletas de chocolate con nata, que estaba genial.
Salimos de alli en plan de continuar a Stow, pero el paisaje era tan bonito que nos pusimos a vagar sin ton ni son por las carreteras comarcales, disfrutando de las vistas y los bosques, y acabamos en el Trapp Family Lodge, un hotel de montanya que pertenece a la familia Von Trapp, muy conocidos por ser familia en que estan basado el conocido musical, y la archifamosa pelicula, “The Sound of Music”, que se filmo en el Salzburgo natal de los Trapp, y en la cual Julie Andrews hizo el papel de la novicia Maria, que se coloco de institutriz de los ninyos Von Trapp, les ensenyo musica y acabo casandose con el baron. La familia huyo de Asutria al llegar los Nazis, tal como cuentan en el film, y terminaron en EEUU donde, depues de dar conciertos por todo el pais, compraron estas tierras en Vermont que, segun ellos, les recordaba a su Austria nativa. Y es verdad que los prados y lomas boscosas de esa zona de Vermont, con sus fincas aisladas, recuerdan bastante a la zona del la baja Austria. Acabaron montando un hotel de montanya que se ha extendido a una zona de cabanyas y otra de chalets de recreo, desde donde se ven preciosas vistas de los valles. La baronesa Maria murio, al parecer, hace varios anyos alli pero sus hijos y los nietos se han entremezclado con la gente local y han creado un mini imperio recreacional donde siguen dando conciertos de vez en cuando y donde han montado buenas reposterias vienesas y ofrecen buena cocina centro europea. Aqui va una foto de las carreteras de la zona
Una de la vista que se ve desde la entrada de la entrada del hotel