Nuestras rutas en los días siguientes eran todas en la zona este de la isla, pero nuestra base siempre iba a ser el mismo hotel porque durante muchos kilómetros no había más alojamientos, o estaban ocupados o eran carísimos por lo que optamos por ir y venir cada día al mismo alojamiento. Por tanto por la mañana temprano nuestra primera visita era Skaftafell.
El parque nacional tiene un parking de pago mediante maquinas o por QR para todo el día, hay un centro de visitantes con información, baños, un camping etc. Es el centro de operaciones e varias compañías de excursiones al glaciar y a las cuevas, pero de eso hablaremos más adelante. Lo primero que hicimos fue hacer visita al centro de visitantes en el que hay un pequeño museo e información sobre el glaciar, su descubrimiento, su deshielo etc y después emprendimos un trekking hasta la cascada de Svartifoss.
Hay información de los diferentes senderos para llegar a la cascada o para seguir caminando hasta casi el interior del glaciar. Cogimos el sendero corto y en unos 25 minutos estábamos en la cascada. Se puede ir más rápido pero depende de lo en forma que estés o esté quien te acompañe. Hay que tener en cuenta que en la época que fui, aunque hacía frío hubo un día radiante y a los 5 minutos me sobraba toda la ropa. Llegamos a la cascada y la vimos desde la distancia, se puede bajar y estar muy cerca de ella pero nos volvimos porque habíamos contratado una excursión al glaciar y teníamos el tiempo justo.
Volvimos al coche, comer algo, coger ropa por si acaso y nos fuimos al barracón de la empresa Arctic Adventures, era la empresa que vimos que hacía excursiones en el glaciar del día anterior, nos metimos en la web y reservamos la excursión por el glaciar para el día de hoy. La excursión empezó a las 12.30 y duró 4 horas. Nos costó 27.000 isk, unos 170 euros para dos personas. Nos equiparon primero con un arnés, botas para quien no tenía, piolet, casco y crampones. La excursión está montada para todo tipo de personas y todo tipo de edades, con nosotros iba gente mayor y gente joven poco atlética y preparada, cualquiera es apto para esa excursión. Me di cuenta de eso, había gente de todas las edades por todos lados, tanto niños como adolescentes como autobuses llenos de jubilados.
Nos llevaron unos 15 minutos en autobús hasta buscar una de las lenguas situadas hacia el este del glaciar. Nos separaron en grupos y nos asignaron una guía, una chica danesa que nos acompañó toda la excursión. Después de un rato de caminata empezamos a tocar hielo de verdad, nos enseñaron a atar los crampones y nos adentramos en el glaciar, las cuevas etc. Caminamos en fila india durante un rato y llegamos hasta la base de la zona más escarpada, la verdad me quedé con ganas de subir más, digamos que es una excursión en la que no se arriesgan a adentrarte donde puede haber peligro real, aunque sí es cierto que un resbalón o caída en un agujero siempre es posible.
Sobre las 4 de la tarde acaba la excursión, hay que tener en cuenta que no se para a comer, lo ideal es comer algo antes de salir. De ahí nos fuimos al alojamiento, al llegar pronto, darnos una ducha caliente y cenar algo te quedas a las 8 de la tarde en la cama ya medio traspuesto, aunque siempre está la opción de salir a fuera a ver las auroras boreales, que durante toda la semana vimos sin cesar.