Al día siguiente misma operación, madrugar, desayunar y volver a hacer el camino hacia la otra visita, el lago Jökulsárlón y la playa de los diamantes. Como he escrito antes, no había opción de alojarse por esa zona ya que no hay demasiado para alojarse, habría que llegar hasta Hofn que estaba bastante lejos y era muy caro el alojamiento disponible, así que desde el alojamiento hasta la visita eran unos 114 km de ida y otros de vuelta. También era nuestra última noche y al día siguiente habría que volver y la realidad era que al estar más cerca para volver, mejor.
La ventaja de alquilar un coche es que puedes parar allá donde veas algo interesante y da mucha libertad mientras te organices y calcules el tiempo que tienes, así que de camino vimos una lengua glaciar enorme que nos quedaba muy cerca así que nos desviamos y tomamos un camino. Al final de este hay un parking público, gratuito, donde está la sede de una empresa que hace excursiones en lancha a través de los icebergs del glaciar, pero no nos interesaba, teníamos una actividad parecida en Jökulsárlón. Hay un camino que da un rodeo y te lleva a la base del lago glaciar donde hay bloques de hielo impresionantes y una vista maravillosa al glaciar Fjallsjökull, un avance de lo que veríamos más adelante.
Estuvimos un rato allí y nos movimos hasta la playa de los diamantes, una playa de arena negra en la que se juntan las olas del mar y el agua del deshielo del glaciar, por lo que hay bastante oleaje. El empuje del mar hacia la tierra hace que los bloques del deshielo acaben posándose en la arena durante más de un kilómetro, otros pasan flotando por el agua y acaban encallando dentro del mar y otros se pierden en las profundidades. En la arena hay bloques de todos los tamaños. Por cierto, allí es donde más frío pasé en toda la semana, las corrientes de aire, la humedad…
Después ya nos fuimos al lago que queda al lado. Hay un parking gratuito, aunque pequeño, un par de tiendas y camionetas con comida y unos baños. El lago fue una sorpresa, un lago enorme con icebergs del tamaño de un edificio, en la desembocadura del lago al mar hay algunos bloques enormes que ves como se van rompiendo se mueven y se encallan, es flipante. Y si te fijas mucho de vez en cuando ves asomar la cabecita de alguna foca.
Hicimos una excursión con un anfibio al interior del lago, hay una caseta que venden tickets justo al lado de la tienda. Las compré por internet pero se pueden comprar allí mismo. Subes es un camión/barco que tiene ruedas y circula por la tierra para posteriormente meterse dentro del lago. La excursión dura unos 20 minutos entre que vas al centro del lago y vienes, hay un guía que de manera rápida en inglés te explica el porqué de los icebergs, el color, el glaciar etc etc. Nos costó unos 12000 isk, unos 85 euros, no vale la pena, la verdad, me los hubiera ahorrado, pensaba que íbamos a acercarnos mucho a un iceberg y la verdad no estábamos tan cerca, se ven bien los icebergs desde la orilla.
Volvimos al alojamiento, el cual como dije quedaba lejos, una ducha caliente y pensamos en ir a cenar fuera. Donde estábamos alojados no había nada de nada para comer, había que desplazarse al pueblo de Skaftárhreppur o como se llame, a unos 8 kilómetros del alojamiento. Allí hay 3 o 4 restaurante, algunos de temporada que estaban cerrados, una tienda, una licorería, una gasolinera y poco más. Fuimos a un bar llamado Systrakaffi, el menú a base de pizzas, ensaladas, pescado, hamburguesas. Sabíamos que íbamos a pagar caro, pero me moría por comer algo cocinado después de tantos días de sándwich, así que me comí una hamburguesa y para casa.