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Hoy será un día de transición para volver a Tokio. El viaje de vuelta son algo más de 4h (incluyendo el transbordo en Shin-Kobe ya que desde Hiroshima a Tokio no hay trenes directos que no sean Nozomi y esos, recordad, no entran en la JRPass). Nos tocó madrugar un poco porque nuestro tren salía a las 8h15 y no nos entretuvimos ni siquiera a desayunar. A las 6h45 salimos del hotel para coger el tranvía hasta la estación en una mañana fresquita con 7°C y nubes y claros.
Tras confirmar el horario de los trenes que íbamos a coger, ya sí, desayunamos en un Sturbucks (¥3019/20,60€). Puntual, salimos hacia Shin-Kobe. El día anterior cuando hicimos la reserva de los asientos, no quedaban muchos libres así que los reservados para equipajes grandes, ya no pudimos cogerlos. No quedó otra que viajar con las maletas entre las piernas y el espacio no daba mucho de sí por lo que digamos que no fue el viaje más cómodo pero el trayecto solo duro 1h30’.
Aprovechando que la mañana la pasamos entre trenes y que no hay mucho que contar, os vamos a enseñar un par de sitios que visitamos en 2016 y que están en la ruta Hiroshima-Tokio.
El castillo de Himeji es conocido también como “la Garza Blanca” debido a su estilosa apariencia y su color blanco. Su construcción finalizó en 1609 y es considerado como el castillo más espectacular por su imponente tamaño e innegable belleza. Es un tesoro nacional declarado en 1993 Patrimonio de Humanidad por la UNESCO. Le diferencia de otros el no haber sido dañado por la guerra ni tampoco haber sufrido un desastre natural por lo que sobrevive hasta el día de hoy como uno de los doce castillos originales del país.
El castillo de Himeji es conocido también como “la Garza Blanca” debido a su estilosa apariencia y su color blanco. Su construcción finalizó en 1609 y es considerado como el castillo más espectacular por su imponente tamaño e innegable belleza. Es un tesoro nacional declarado en 1993 Patrimonio de Humanidad por la UNESCO. Le diferencia de otros el no haber sido dañado por la guerra ni tampoco haber sufrido un desastre natural por lo que sobrevive hasta el día de hoy como uno de los doce castillos originales del país.
Otro de los lugares que merece mucho la pena visitar, es Hakone. Esta ciudad al suroeste de Tokio (se llega en tren en 1h30’) presume de tener una de las mejores vistas del monte Fuji desde una de las orillas del lago Ashinoko. Y la verdad es que es para presumir. ¿Cómo competir con la estampa de un lago de color azul intenso, una torii roja y el Fuji de fondo?
Además, puedes realizar excursiones por el lago que te llevan a la zona del valle volcánico. El paseo que dimos nosotros, lo hicimos en un barco al más puro estilo de galeón pirata una experiencia divertida sí lo piensas.
Ōwakudani es un valle de origen volcánico con manantiales termales y respiraderos de azufre que siguen activos. Un paisaje casi irreal con vapor y gas volcánico que recuerda a Islandia y al Parque Nacional Yellowstone en Estados Unidos. Las mejores vistas del valle se tienen desde el teleférico que une Togendai con Gora.
No podéis dejar de comer los famosos huevos negros de Hakone. Eso sí, primero tendréis que ser capaces de aguantar el intenso olor a azufre que hay en todo el valle. Estos huevos son cocidos en aguas termales y cogen el color negro del azufre que contienen dichas aguas. Según se cuenta, cada huevo que te comas, alarga tu vida en 7 años. (¡ojo! con las indigestiones ehhh! Jaja)
Además, puedes realizar excursiones por el lago que te llevan a la zona del valle volcánico. El paseo que dimos nosotros, lo hicimos en un barco al más puro estilo de galeón pirata una experiencia divertida sí lo piensas.
Ōwakudani es un valle de origen volcánico con manantiales termales y respiraderos de azufre que siguen activos. Un paisaje casi irreal con vapor y gas volcánico que recuerda a Islandia y al Parque Nacional Yellowstone en Estados Unidos. Las mejores vistas del valle se tienen desde el teleférico que une Togendai con Gora.
No podéis dejar de comer los famosos huevos negros de Hakone. Eso sí, primero tendréis que ser capaces de aguantar el intenso olor a azufre que hay en todo el valle. Estos huevos son cocidos en aguas termales y cogen el color negro del azufre que contienen dichas aguas. Según se cuenta, cada huevo que te comas, alarga tu vida en 7 años. (¡ojo! con las indigestiones ehhh! Jaja)
Volviendo al momento actual de 13 (martes) de diciembre de 2022, llegamos a Tokio sin novedad pasadas las 12h30. Nuestra estancia esta vez se va a limitar a un par de días de transición para subir hacia Nagano para visitar a Risa. No salimos de la estación para comer porque encontramos un restaurante de ramen y no lo pensamos dos veces (¥4000/ 27,50€).
Tras la pausa del almuerzo, fuimos al hotel para registrarnos y sobre todo dejar las maletas. Volvimos al mismo hotel en el que estuvimos los primeros días, pero no coincidió que fuese la misma habitación.
El resto de la tarde la dedicamos a las compras. Con parada para tomar café a media tarde (¥755/ 5,25€). Para las 20h30 pusimos rumbo al hotel parando en uno de los konbini conocidos para comprar algo para cenar (¥2547/ 17,50€). Hacia fresquete, 7°C.
¡Uy! casi me olvido. Justo antes de ir al hotel nos acercamos a hacer una visita relámpago al Centro Coreano de Tokio que, mira por dónde estaba a pocos metros de nuestro alojamiento. Y es que alguien de por aquí está estudiando coreano y quizás estemos hablando de nuestro próximo destino … jeje
Total, que con el día de transición y andar de tienda en tienda, fotos hoy más bien poquitas así que aprovecho para “colaros” otra foto del 2016: un atardecer de Tokio desde la Skytree con la Tokyo Tower iluminada. Una visita que tendríais que hacer sí es vuestro primer viaje.
Por cierto, nos gustaría contaros que ese día por la tarde, tuvimos problemas con las tarjetas de crédito ING. Las tres dejaron de funcionar las tres a la vez. Al llegar al hotel (no sin esfuerzo), conseguimos llamar a ING y nos dijeron que las tarjetas se habían bloqueado por haber intentado pagar en un establecimiento donde podíamos ser objeto de un fraude y para nuestra protección, las tarjetas se habían bloqueado. Pues bien, el establecimiento es UNIQLO, una marca muy importante de ropa de Japón (con tiendas en Madrid y Barcelona).
Aunque la explicación no nos convenció, lo que nos pareció muy mal es que no nos avisaran desde la propia aplicación del móvil y así se lo hicimos saber a la persona que nos atendió. De cualquier manera, la única solución que nos dieron, fue “quitar temporalmente” la protección anti-fraude de las tarjetas. Eso sí… bajo nuestra responsabilidad.
Os lo comentamos porque podría pasar, entendemos con cualquier otra entidad.
Aunque la explicación no nos convenció, lo que nos pareció muy mal es que no nos avisaran desde la propia aplicación del móvil y así se lo hicimos saber a la persona que nos atendió. De cualquier manera, la única solución que nos dieron, fue “quitar temporalmente” la protección anti-fraude de las tarjetas. Eso sí… bajo nuestra responsabilidad.
Os lo comentamos porque podría pasar, entendemos con cualquier otra entidad.
*** final del día 15 ***
Un nuevo día da comienzo en la ciudad más poblada del mundo, no hay ni rastro de nubes en el cielo y contamos con un gradito más que ayer por la noche, 8°C.
Nos habían dado unos bonos de descuento para el desayuno al hacer el check-in y decidimos desayunar un poco más contundente que de costumbre. El desayuno tipo buffet salió por ¥4500 (30,60€) y la tostada francesa estaba de rechupete. En este punto confesaremos que comimos más de lo que aparece en las fotos…. Jeje…
Nos habían dado unos bonos de descuento para el desayuno al hacer el check-in y decidimos desayunar un poco más contundente que de costumbre. El desayuno tipo buffet salió por ¥4500 (30,60€) y la tostada francesa estaba de rechupete. En este punto confesaremos que comimos más de lo que aparece en las fotos…. Jeje…
El plan para hoy era separarnos porque querían hacer compras y yo no estaba muy por la labor de pasarme el día de tienda en tienda. Así todos más contentos y sin estorbarnos.
Ellas ya sabéis dónde estuvieron y yo tenía muchas ganas de volver a visitar los que, en mi opinión, son los mejores jardines de la ciudad, los jardines Hamarikyu, en la zona de Hamamatsuchō. Entrar cuesta ¥300/ 2€, con guía en español que incluye el mapa con los puntos más interesantes. Si os interesa echarle un vistazo, os la podéis descargar aquí.
Ellas ya sabéis dónde estuvieron y yo tenía muchas ganas de volver a visitar los que, en mi opinión, son los mejores jardines de la ciudad, los jardines Hamarikyu, en la zona de Hamamatsuchō. Entrar cuesta ¥300/ 2€, con guía en español que incluye el mapa con los puntos más interesantes. Si os interesa echarle un vistazo, os la podéis descargar aquí.
A mediados del siglo XVII, este jardín fue el lugar de descanso elegido por la familia del Shogun Tokugawa. Sirvió como fuerte defensivo del castillo Edo y cuenta con un foso de agua marina y dos zonas reservadas para la cacería recreativa de patos.
Tras la restauración Meiji, la familia Imperial lo convirtió en una villa y le cambió el nombre a Hama-rikyu. A causa del terremoto de Kanto y los bombardeos de la II GM, muchas de las construcciones incluida la Casa de Té (Ochaya) sufrieron grandes daños o fueron destruidas. Los Emperadores donaron el jardín a la ciudad de Tokio a finales de 1945 y tras los trabajos de restauración, se reabrió al público un año después como los jardines Hama-rikyu (información sacada de la guía).
Nada más acceder lo primero que te encuentras es con un imponente pino que tiene la friolera de 300 años y fue plantado para conmemorar la gran renovación de los jardines llevada a cabo bajo el mandato del sexto Shogun Ienobu. Tiene un aspecto curioso y suponemos que, por el peso, las ramas crecen hacia los laterales en lugar de hacerlo hacia arriba.
Tras la restauración Meiji, la familia Imperial lo convirtió en una villa y le cambió el nombre a Hama-rikyu. A causa del terremoto de Kanto y los bombardeos de la II GM, muchas de las construcciones incluida la Casa de Té (Ochaya) sufrieron grandes daños o fueron destruidas. Los Emperadores donaron el jardín a la ciudad de Tokio a finales de 1945 y tras los trabajos de restauración, se reabrió al público un año después como los jardines Hama-rikyu (información sacada de la guía).
Nada más acceder lo primero que te encuentras es con un imponente pino que tiene la friolera de 300 años y fue plantado para conmemorar la gran renovación de los jardines llevada a cabo bajo el mandato del sexto Shogun Ienobu. Tiene un aspecto curioso y suponemos que, por el peso, las ramas crecen hacia los laterales en lugar de hacerlo hacia arriba.
Cuando digo que me parecen los jardines más bonitos, aunque parezca una tontería, el tener este espacio natural dentro de esta gran ciudad hace que se produzcan grandes contrastes. Puedes estar sentado tranquilamente en un banco mirando unos patos nadar en el estanque y levantar la vista y encontrarte con unos enormes rascacielos. Quizás unas fotos sean más descriptivas…
El estanque está construido de tal manera que el agua de mar puede entrar en pleamar y cambiar su apariencia por medio del flujo de la marea. Las compuertas son abiertas y cerradas de acuerdo al nivel del agua en la bahía de Tokio, ajustando así el flujo de agua que entra y sale del estanque. Peces de agua salada, como el gobio amarillo, el tribolodon brandtiila, la gamba oriental, el cangrejo verde mediterráneo y la anguila habitan el este entorno.
Hay también una parada de autobús acuático, que realiza el trayecto entre diferentes puntos de la bahía como Ryogoku, parque de la playa de Odaiba y el parque de Kasai-rinkai. Esta puede ser una manera interesante de ver la bahía de Tokio desde un punto vista distinto.
Hay también una parada de autobús acuático, que realiza el trayecto entre diferentes puntos de la bahía como Ryogoku, parque de la playa de Odaiba y el parque de Kasai-rinkai. Esta puede ser una manera interesante de ver la bahía de Tokio desde un punto vista distinto.
Dentro hay cuatro casas de té, pero la más importante y que sigue haciendo esa función es la Nakajima-no-ochaya. Como casa de descanso el Shogun y sus invitados de la corte imperial disfrutaban de la magnífica vista del estanque principal. El edificio actual es una reconstrucción de 1983 y se puede tomar un té con un dulce japonés por ¥850 (5,85€). De esas cosas que hay que hacer incluso sí no te gusta el té como ya sabéis que es mi caso.
Matsu-no-ochaya es otra casa de té, también reconstruida concretamente en 2010. Aunque Hama-rikyu no es el jardín donde más momiji se puede ver en Tokio, en algunos rincones todavía pudimos ver algún arce con las hojas rojas, muuuy rojas.
Caminando entre los diferentes rincones que me iba encontrando me dieron las tres de la tarde, no había comido pero tenía mis dudas sobre sí se podría salir, comprar algo y volver a entrar. Y no contaba con la ayuda de Raquel para poder preguntarlo. Así que aprovechando que el atardecer no iba a tardar ya demasiado, ¿por qué no quedarse en el parque e intentar sacar alguna foto? Lo hablé con las chicas, que seguían a lo suyo y quedamos en hacerlo así. Eso sí, tomé el te y lo acompañé con un dorayaki.
Os pongo dos fotos sacadas desde el mismo lugar en 2016 y ahora en 2022. Intenté el mismo ángulo pero los momentos del día eran diferentes, mañana y atardecer. ¿Cuál os gusta más?
Y a medida que pasaba el tiempo, fueron apareciendo en el cielo algunas nubes, el sol empezó a perder fuerza para coger un color amarillo intenso que tiñó, literalmente de oro, los jardines. ¡Mirad!
En cuestión de 15 minutos, el sol se escondió entre las nubes bajas y, aunque el cielo cogió un color rosáceo bien chulo, el dorado de los rascacielos había desaparecido.
A las 17h decidí que ya era hora de marchar y quedamos en encontrarnos la estación de Shinjuku, pero de camino, estuve sacando alguna otra foto. Una vez reunidos fuimos directamente a merendar porque yo tenía un poco de hambre, tengo que ser honesto (¥1839 /12,75€).
Acabamos el día dando un paseo para disfrutar de la iluminación navideña en una zona en los alrededores de la estación de Shinjuku.
Como la temperatura había bajado y no pasaba de los 6ºC pensamos en que era buen momento para ir volviendo al hotel, parar en el konbini, comprar la cena (¥2414 /16,50€) y descansar …. ¡que comprar es agotador! ….. (Por cierto, las tarjetas de ambas volvieron a fallar, así que punto negativo para ING porque no solucionaron nuestro problema y nos dejaron “con el culo al aire”).
*** final del día 16 ***
Digamos que hoy hace fresquito, como 3°C y al mirar por la ventana de nuestro cuarto, se ven nubes y claros. El día lo vamos a dedicar a las compras principalmente así que fotos, no habrá muchas.
A las 10h ya estábamos en Shibuya, donde hay una de las tiendas Daiso más grandes de Tokio. Al salir de la estación nos encontramos con la estatua del perro Hachikō, que se hizo famoso porque se cuenta que esperó a su amo (fallecido) en la estación durante más de 9 años.
Sobre el cruce de Shibuya, creo que poco podremos contaros que no sepáis ya o más bien, hayáis visto ciento de veces. La foto nocturna, es del 2016. (Podía haberse hecho de noche dentro del Daiso, pero no, salimos mucho antes de anochecer… jaja)
Sobre el cruce de Shibuya, creo que poco podremos contaros que no sepáis ya o más bien, hayáis visto ciento de veces. La foto nocturna, es del 2016. (Podía haberse hecho de noche dentro del Daiso, pero no, salimos mucho antes de anochecer… jaja)
No nos alejamos demasiado de la zona y decidimos que nos apetecía comer shushi. Recordábamos haber estado en uno la vez anterior y aunque localizamos el local, ya no se dedicaban a lo mismo. Así que recurrimos a sangoogle para encontrar uno por los alrededores. El que encontramos también era de los que pedías los platos en una tablet y llegaban a tu sitio a través de railes. La comida para los tres nos salió por ¥3610 /24,75€.
No muy lejos encontramos una tienda Muji donde entre otras cosas, se nos antojaron unos bollos para el desayuno. (¥1000 /6,80€).
Agotados de tanto ir y venir, nos acercamos a la zona Shinagawa para ver la iluminación navideña a lo largo de ambas orillas del río Meguro.
Y no nos extendimos mucho más. La temperatura iba bajando por momentos y decidimos ir tranquilamente hacia el hotel pasando por el konbini para comprar la cena (¥1415 /10€).
*** final del día 17 ***
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