Jueves 6
Nos despertamos pronto, cerramos maletas y Matt vino a despedirse. Había que ir a Chiquilá, en el extremo noreste de la península del Yucatán, donde dejaríamos el coche y subiríamos a uno de los ferrys que iban a Holbox. Hay dos empresas que realizan la ruta y se alternan cada media hora, así que no nos preocupaba nada la hora de llegada: Holbox Express y 9 Hermanos.
Así que, según lo previsto, llegamos en un par de horas a Chiquilá y tal como habíamos leído esquivamos todas las ofertas de párquings hasta que llegamos al final de todo. Ahí dejamos el coche en Orange Parking, donde ya nos dijeron que cobraban 100 MXN por dia (por lo que habíamos visto, lo mismo que en los otros sitios). Dejas ahí el coche con las llaves y te dan un papel con un esquema donde señalan los daños que hay para que luego puedas verificar que no hay ningún golpe o rasguño nuevo. Nos dijeron que el coche estaría bajo techo….y luego vimos que no. No nos importó, pero tenedlo en cuenta porque insisten mucho y luego nada de nada.
Habíamos metido el equipaje en dos mochilas pequeñas con lo necesario para dos días, y así no tener que llevar a cuestas las grandotas. Y ya que el aparcamiento era el más cercano al muelle, fuimos a comprar los boletos relativamente ligeros. Compramos en Holbox Express y nos salío ida y vuelta por 400 MXN por adulto y 240 MXN por Guillem. Y cuando pasamos la barrera del muelle nos cobraron 60 MXN más por adulto en concepto de tasa medioambiental.
El embarque es rápido y eficiente. Si llevas maletas grandes te las dejan en bodega, y si son pequeñas las puedes llevar encima. Una vez el barco zarpa, hay que ir sentado todo el trayecto, que dura veinte minutos.
Cuando llegamos a Holbox el embarcadero ya estaba lleno de taxis esperando los turistas. Los taxis son los únicos vehículos a motor que pueden circular por las polvorientas calles y son todos iguales: carritos de golf con ruedas 4x4 y pintados de negro y amarillo, como los taxis de Barcelona. Si os apetece, se puede alquilar uno durante la estancia, pero no tengo ni idea de los precios porque no lo hicimos.
Por cierto, habíamos leído que el Holbox son comunes los cortes eléctricos y de agua. Además, los comentarios que leíamos en Booking eran horrorosos: malas maneras con los huéspedes, falta de higiene, sin desayuno habiéndolo contratado...se nota que Holbox se está poniendo de moda, porque si querías algo con buenas reseñas salía bastante caro. Estábamos algo asustados, pero nada malo pasó.
Dicho esto, nos costó bastante encontrar nuestro alojamiento. A pesar que el anfitrión nos dio instrucciones por whatsapp, estas eran poco concisas...pero vaya, nada que no solucione la paciencia y la tenacidad. Así que nos instalamos y fuimos a un súper a comprar pan, fruta y agua; nos comimos unos bocadillos y nos fuimos a la playa...¡ nada de perder el tiempo !
Y ahí pudimos ver que lo que quizás hace un tiempo había sido Holbox, ya no lo era. Las calles son polvorientas y ruidosas, los taxis pasan por todos lados y hay un montón de tiendas de souvenirs y restaurantes; vaya, se ha puesto de moda y está muy masificada. En realidad no dejamos que esto nos afectara y fuimos a lo nuestro: playa y descanso. Ya llevábamos un montón de días siguiendo horarios y queríamos relax.


Después de la playa, una ducha, una cena genial en el Poblano, un rato en el parque para que Guillem tuviera su tiempo y a dormir. Se trata de un miniparque de atracciones para niños que está entre Calle Palomino y la calle principal, Tiburón Ballena a la altura de Porfirio Díaz. Todas las calles crean una cuadrícula, así que es muy fácil orientarse….incluso para tipos como yo, que se pierden cada dos por tres.
Pudimos apreciar también el arte urbano de Holbox, con un montón de grafitis de temática autóctona:



Y para acabar, aqui podéis ver un primer plano de los famosos taxis de Holbox en una de sus plazas:
