Martes 4
El gran día había llegado, íbamos a Chichén Itzá, el mayor icono maya del mundo. El día antes, cuando fuimos a cenar a Pisté, ya echamos un ojo a la carretera y al acceso a las ruinas para poder ser más ágiles: ya vimos que viniendo del hotel, las ruinas y el aparcamiento quedaba a mano izquierda. La hora de apertura es a las 8h y como sabíamos que estaría lleno de gente, nos levantamos puntuales para poder desayunar a las 7h en el hotel. El desayuno era correcto: huevos revueltos, pan con melmelada y café.

Por cierto, para Guillem también cafè. ¿Cómo? Si tiene cinco años, ya pero el zumo no está incluído. Bueno, tráenos el zumo

En cinco minutos estábamos al lado, y cuando giramos a la izquierda ya vimos gente que nos ofrecía aparcamiento por 100 MXN. Pensamos que era buena idea porque no estaba mal de precio y sólo tendríamos que caminar cinco minutos. Jeje...estábamos a punto de cometer un pequeño error, que en un rato descubriréis

Chichén Itzá (es.wikipedia.org/ ..._Itz%C3%A1) es el mayor yacimiento maya del mundo y como tal, está considerada una de las siete nuevas maravillas. Se estima que la ciudad se fundó alrededor del año 250, gozando de su máximo esplendor entre el año 900 y el 1500. Como ya sabéis, la pirámide dedicada al dios serpiente Kuculkán es su principal atracción, y fue edificada en el siglo XII. Por motivos desconocidos, Chichén Itzá fue abandonada poco más tarde.
Este polo de atracción turística conlleva un auténtico ejército de puestos de artesanía donde los vendedores malviven e intentan sobrevivir, y se aglutinan en este paseo de cinco minutos desde la carretera hasta la entrada del yacimiento: sombreros, bebidas frías, artesanía, ropa y todo lo que los guiris podemos comprar a precios de risa. La intrahistoria es que sindicatos y mafias se aprovechan de estos vendedores cobrando tasas o conceptos más turbios a cambio de un buen puesto, o a veces simplemente de un puesto.
Pues al cabo de este paseo llegamos a la entrada y vimos con horror que ahí el párquing costaba 80 MXN, y que habíamos sido víctimas de las prisas y del miedo. A la hora que llegamos había sitio de sobra, y además nos dejaba más cerca de la ya larga cola para comprar las entradas.
Llegados este momento, os contaremos como funciona la entrada: llegas y hay una cola enorme, en la que si es temprano no sufres el calor. Mientras haces cola, los guías oficiales (camisa blanca y emblemas bordados) ofrecen su servicio a grupos. Su argumento es que te ahorras la cola y puedes ver “la película con sonido”; película que si ves sin guía, te pierdes más de la mitad. Razón no les falta.
En un primer momento le dijimos que no a Antonio, pero al cabo de poco rato recapacitamos y acertamos de lleno. Nos acompaño a taquilla, pagamos en efectivo (el pago con tarjeta conlleva una comisión de la que ahora no me acuerdo) y accedimos al interior. Cuidado, los niños no pagan entrada, pero si tienen que dárosla a precio cero porque os la pedirán.
Antonio, guía experimentado y veterano, nos pidió amablemente que TODOS fuéramos al baño antes de la visita: así evitaríamos romper la magia mientras nos explica las maravillas de los mayas. Nuestro grupito estaba formado, a parte de nosotros, por una pareja salvadoreña con dos niños y una mujer mayor peruana.
Un gran acierto. Antonio explicó la historia y las curiosidades del yacimiento, a la vez que desmontaba algunos falsos mitos mayas, muchos de ellos relacionados con el juego de pelota y los sacrificios humanos. Ciertamente, sin él sólo nos hubiéramos maravillado de las piedras sin saber el porqué.

La pirámide, entre muchas otras cosas, es un calendario maya asombroso. Por ejemplo: ¿sabéis que tiene cuatro escalinatas de 91 escalones cada una, y que si los sumamos todos y le añadimos la plataforma final nos da 365 días? Pues este y un montón de cosas más son las que descubres con una visita con guía, así que os animo a hacerlo así y no explico nada más

Como anécdota, os voy a contar algo que pasó que fue muy divertido. El guía Antonio explicaba que los mayas no tenían caballos para hacer funciones de bestias de tiro y de carga: los caballos los trajeron los españoles. Nuestro compañero salvadoreño nos miro y dijo "vuestros antepasados", a lo que yo le contesté con una sonrisa "no, nos míos se quedaron en Europa. Quizás fueros los tuyos"

Fue una gran mañana



Pero ya tocaba irnos, así que nos fuimos al hotel, donde pudimos exprimir las últimas horas como huéspedes en la piscina. Hicimos el check out y paramos en Kaua, en un restaurante típico para turistas: la Tía Panchita. Ya sabéis, a pie de carretera, con un señor que te indica que puedes parar en el párquing, carteles con la wifi y cartas con fotos de los platos. Ahí nos comimos una cochinita pibil y un poc choc por 450 MXN y continuamos la ruta hacia la siguiente parada: Valladolid.
Valladolid (YU) es una bonita ciudad de estilo colonial fundada en 1543 sobre las ruinas de Chauac-Há. Muy distinta por arquitectura y distribución de ciudades como Cancún o Tulum. Ahí habíamos alquilado una casa con piscina algo cara para nuestro presupuesto pero de la que nos enamoramos por los comentarios en Booking. No decepcionó. Matt es un fantástico anfitrión de origen francés que había estudiado y vivido unos años en Barcelona, y que tras la pandemia había decidido cambiar de aires. Su pasado catalán fue la excusa para charlar un buen rato de muchas cosas. Nos recomendó tiendas para comprar comida, restaurantes, sitios para visitar...vaya, una auténtica Lonely Planet personalizada. Un 10 para él.
La casa está en la zona de Bacalar, algo alejada del centro pero mucho más cómoda y con sitio para aparcar.
Así que una vez instalados, cogimos un taxi hasta en centro (unos 35 MXN), visitamos el Museo del Chocolate (145 MXN la entrada de los adultos) donde no pudimos evitar comprar un par de tabletas de recuerdo (105 MXN cada una). Cenamos en el Taco Loco, recomendado por Matt: un restaurante donde no hay que intimidarse por las mesas y sillas de plástico, porque fue estupendo y muy bien de precio: un burrito, un taco y una torta del pastor y una jarra de dos litros de zumo de piña. Todo por 225 MXN.


Estábamos muertos, así que cuando conseguimos subir a un taxi (costó un poco) directos a casa y a las 21h ya estábamos durmiendo. Vaya día.