Nos han recogido a las 8 para empezar la ruta al volcán. Se nota ya el número de turistas; si la primera vez íbamos solo 8, ahora vamos en dos furgonetas: 4 chinas, 5 ingleses, 2 israelíes, 4 danesas, un brasileño, Pablo y yo.
El brasileño habla español perfecto y rápidamente se ha unido a nosotros. Está viajando con un 4x4 junto a su mujer y su hija de 4 años por toda América. Van a estar viajando un año y ya llevan 7 meses de viaje. La mujer y la hija evidentemente no se han apuntado a la subida.
Al llegar al punto de inicio se ve mucho turista, lo bueno es que somos de los últimos y se amortigua el impacto. El tiempo que hace es especial. Hay nubes bajas y sol. Una maravilla. Nada más empezar se nos unen dos perros y al rato uno más. Este último perro es algo increíble. Hace un mes lo vi y tenía una oreja arrancada, probablemente de una pelea. Tenía una herida feísima, debería ser reciente e incluso se le veía el cráneo bajo lo que debería ser la oreja, con el pelaje de ese lado lleno de sangre, dantesco. Cuando lo vi me impresionó tanto que no podía ni mirarlo. Imaginé que ese perro moriría de una infección y de repente aquí está, un mes después. Ha aparecido con la oreja super bien curada, aunque aún tiene herida, está totalmente cerrada y con buen aspecto. Imagino que alguien debe haberlo ayudado porque se le ha curado de maravilla. De los tres perros que he puesto en la foto, es el que sale tumbado sin oreja. Además, el perro es super cariñoso; en cuanto paramos me da con la pata para que, si no le doy comida, al menos lo acaricie.
La subida con el grupo se hace pesadísima porque van parando cada 10 minutos, un calvario. Le he dicho al guía que yo sé ir al campamento y que nos vamos a nuestro ritmo. Hemos arrancado Pablo, el brasileño y yo. El paisaje que la primera vez no pude disfrutar por el mal tiempo, ahora sí. Todo un bosque precioso con vistas a Antigua y los volcanes. Hemos llegado al campamento a las 15 con pleno sol y nubes bajas que cubren el volcán de vez en cuando. Nos hemos sentado en los banquitos de cara al volcán y, mientras lo veíamos explotar, nos hemos sacado unas cervezas que compramos ayer. El resto del grupo ha llegado dos horas después. Esas dos horas solos han sido maravillosas.
Pablo es un tío auténtico y resulta que es un aventurero de los duros. Habla con ese acento vasco que le da un toque de gracia, ya que por momentos es el puro cliché de los vascos. Cuenta auténticas locuras con la tranquilidad vasca, sin fliparse nada e incluso minimizándolas. Cuenta que a él le gustan las aventuras donde la probabilidad de sobrevivir sea del 64%. El brasileño le ha preguntado por qué no el 65% y dice que entonces sería muy fácil y que menos del 64% es inasumible. Así de peculiar es. Ha estado viviendo un año en Nueva Zelanda censando kiwis y de guardia forestal. Un año en Canadá viviendo en una Chrysler Voyager, mientras hacía de guía de ski o trabajaba de chófer. Trabajaba un poco para dedicarse a esquiar, hacer escalada en hielo y pescar. Ha contado cómo hacía para poder sobrevivir al frío viviendo en el coche, ha contado anécdota tras otra como por ejemplo lo peligroso de no echar vaselina en las gomas de las puertas todos los días cuando duermes a temperaturas extremas de frio. Si no le echas vaselina, la goma se congela instantáneamente y la puerta no se abre. Si te levantas a mear y en un descuido cierras la puerta sin vaselina, podrías quedarte fuera y morir. Historietas una detrás de otra mientras el volcán de fuego explotaba con un penacho de ceniza de vez en cuando. Era como estar en un podcast. El brasileño y yo flipando. Estuvo un año viviendo en Alaska haciendo de guía de pesca y un censo de salmones. La historia más loca fue cuando bajó el Yukon él solo durante 20 días en canoa. Con razón me decía que lo de la cueva del otro día era "puro backpacker". Resulta que ha salido entrevistado en el programa de Levando Anclas hace ya tiempo, es que es el perfil ideal de ese programa. Mira si es poco flipado que llevo una semana con él y hasta ahora no había contado el nivel de expedición que hace. Este mismo año ha estado tres semanas bajando ríos en una especie de piragua en Patagonia. Le ha dado la vuelta a Menorca en kayak, el Camino de Santiago en una bici rara, y una parte de la Transpirenaica en esquí de travesía... Tela.
Con el podcast finalizado y el grupo entero en el campamento, nos hemos preparado para hacer la aproximación al volcán. La aproximación al volcán ha sido más difícil de lo que parecía. Una bajada primera de pura arenilla y una subida bastante pronunciada también de grava. 6 kilómetros ida y vuelta. Íbamos con el guía que nos ha contado que estaba en el volcán cuando fue la explosión que mató a más de 300 personas en 2018. Dice que estaban bajando el volcán cuando de repente todo tembló con una explosión fuertísima. Empezó a llenarse de cenizas todo y a llover piedras, las piedras que pisamos ahora mismo. En diez minutos estaba todo tan oscuro que llegaron al campamento de milagro, bajaron abandonando todo lo que traían. Una locura. Un pueblo entero sepultado.
Ya totalmente de noche llegamos a la base del volcán de fuego justo cuando una explosión arroja lava cubriendo todo el cono... Espectacular. Es de las cosas más impresionantes que he visto sin duda. Es un disparate. Hemos estado tumbados cerca de una hora, viendo dos explosiones grandes y varias pequeñas. Una gozada. Sin duda ha merecido la pena repetir. Las fotos nocturnas son con el móvil de una de las chinas, yo he intentado grabar video.
El frío era tal que a la hora no aguantábamos más y hemos puesto rumbo al campamento. Se ha levantado un viento fortísimo y muy frío. Después de una hora sentados había perdido el calor y me ha entrado una tiritona incontrolable. Bajando la cuerda del volcán lo he pasado fatal, no podía ni usar el bastón de la tiritona que tenía. No solo yo, una de las chinas que venía iba igual o peor, le escuchaba castañetear los dientes constantemente. El viento cada vez era más fuerte y costaba incluso andar. Hemos intentado ir más rápido hasta que el camino ha girado protegido del viento y hemos podido por fin coger el calor suficiente para dejar de tiritar. Esto, fuera bromas, puede ser peligroso. Uno se pierde aquí y como no encuentre resguardo muere de hipotermia. No recuerdo haber pasado tanto frío como en ese tramo de bajada en mucho tiempo, la equipación que llevaba se quedaba corta a todas luces con el frio que hacía. Era incontrolable la tiritona, todo el cuerpo.
A las 22 hemos llegado reventados al campamento. Nos tenían preparados un plato de macarrones y un chocolate caliente. Tenía pensado estar toda la noche viendo el volcán pero estoy fundido. Hemos cenado y nos hemos acostado unas horas.