Como para tomar la carretera AZ-64, que nos lleva del Gran Cañón al Norte de Arizona, es necesario pasar por la puerta del entrada del parque en Grand Canyon Village, habíamos comprado pase de acceso para más de un día, así que todavía paramos en algún que otro mirador esa mañana antes de dejar atrás definitivamente el parque.


El último mirador se sitúa en una atalaya de piedra llamada Desert View Watchtower, que tiene 21 metros de altura y fue construida en los años 30. Desde las ventanas de su última planta se puede tomar una vista de 360º de todo el Gran Cañón.
Finalmente, dejamos el parque por su puerta Sureste y continuamos por la AZ-64, adentrándonos en territorio Navajo. En realidad, el parque está dentro de la reserva pero la gestión -y por tanto sus ingresos- es federal. A pocos kilómetros está el mirador Little Colorado River al que se puede acceder con permiso de los indios que allí tienen sus puestos de artesanía. A nosotros no nos cobraron nada por acercarnos y tomar unas fotos.

De tanto en tanto, a orillas de la carretera veíamos los poblados de los indios, nada parecidos a los de las películas: más bien son asentamientos de caravanas y coches con chabolas. Según he leído, muchas de ellas siguen hoy día sin agua corriente y electricidad.
Paulatinamente, la carretera se va haciendo más y más solitaria con interminables rectas donde tienes tiempo de parar para tomar fotos.

Hasta que empiezan a aparecer las famosas formaciones rocosas de las películas del Oeste. El Monument Valley se sitúa en el límite entre los estados de Arizona y Utah, está gestionado por la tribu Navajo y su acceso es de pago. Nuestra visita la describo en la siguiente etapa de este diario.
