Dentro de nuestro periplo por algunos de los pueblos más bonitos de Francia este día teníamos uno de los platos fuertes... Rocamadour, no ya por su belleza, si no por su popularidad. Resulta que este pueblo es el segundo lugar más visitado de Francia, sólo por detrás del Monte Saint Michel. Su fama se debe a la aparición del cuerpo momificado de un ermitaño en la Edad Media, San Amadour. Esto hizo que las pequeñas ermitas que había por aquel entonces fueran creciendo hasta que se construyeron varios santuarios sobre la roca y se convirtió en un lugar de peregrinación. Llegaron peregrinos de todas partes de Europa, y la ciudad se integró en el Camino de Santiago. Los devotos querían expiar sus pecados subiendo la gran escalera de piedra y rezando en alguna de las 12 capillas que llegó a tener Rocamadour.
Para variar, madrugamos este día. Esta vez el camino era un poco más largo y atravesamos varios pueblecitos, tardando algo más de una hora en llegar. Existen varios parkings de pago, el Parking 2 está en la zona del castillo, y seguramente es el más solicitado, y el 5 en la parte baja del pueblo. El 1, el 3 y el 4 se encuentran en la zona de L'Hospitalet, un barrio algo más alejado del centro. Nosotros fuimos directamente a esa zona, y tuvimos la suerte de poder aparcar en una zona gratuita en la carretera principal, al ser temprano era más fácil, pero en cuanto empieza a llegar más gente no queda más remedio que aparcar pagando ya que dentro del pueblo es imposible y L'Hospitalet el aparcamiento gratuito también es bastante limitado. Además, aparcar aquí tiene una gran ventaja, y es que se tiene una buenísima vista del conjunto principal del pueblo, viendo como se adapta al perfil de la montaña y cómo van trepando los edificios y santuarios.

Para llegar al centro histórico de Rocamadour hay dos caminos, seguir la Route de la Corniche (Ruta de la cornisa) o la Voie Sainte (Vía Santa). En nuestro caso fuimos por la cornisa y volvimos por la Vía Santa. El paseo hasta la zona del castillo es agradable, y más a esa hora que hacía fresquito. El castillo se encuentra en lo alto del pueblo, así que si vas por la cornisa es lo primero que te encuentras. Es de propiedad privada y no se puede visitar, sólo las murallas, pero no entramos. Al lado del castillo sale el "Chemin de la Croix", o Camino de la Cruz. Es una pista que va bajando la ladera de la montaña de forma serpenteante y donde vas viendo las estaciones del Via Crucis, la mayoría son pequeñas capillas pero hay alguna más elaborada.



Tras acabar el Via Crucis entras de lleno en la zona del santuario por la puerta de Saint Martial. A partir de este punto entras en un complejo patios, capillas, escaleras... un poco caótico, y cuando estuvimos nosotros lleno de gente. Hay unos voluntarios, la mayoría gente joven, que dan información sobre lo que la gente preguntara, nosotros no lo hicimos, pero imagino que les preguntarían sobre los santuarios o los horarios de las misas.

De todas las capillas las más importantes son:
- Iglesia de San Salvador: es la capilla más grande y, por tanto, la que más destaca del recinto. Fuee construida en honor al descubrimiento de los restos del santo en una época de clara transición de arte románico y gótico. Se le otorgó condición de basílica a principios del siglo XX y está declarada Patrimonio de la Humanidad.
- Cripta de San Amador: Justo debajo de la iglesia de San Salvador se encuentra la Cripta de San Amador, que no es más que una pequeña capilla donde descansan los restos del santo.
- Capilla de Notre Dame: es la capilla más venerada de todo el complejo, ya que está dedicada a la Virgen Negra, una de las más queridas de Francia. Es una capilla pequeña e íntima. Del techo cuelgan varios barcos, ya que esta virgen es la patrona de los marineros. En la entrada a la capilla de Notre Dame, clavada en la pared de la roca del precipicio, se encuentra la espada de Rolando, Durandal, uno de los símbolos del Santuario. Cuenta la leyenda que fue el propio Rolando quien la incrustó allí para que no cayese en manos de los enemigos.


Para continuar hacia la parte baja del pueblo hay bajar la Gran Escalera, una escalinata de 216 escalones que los peregrinos debían subir de rodillas para obtener el perdón de sus pecados. Una vez abajo entras de lleno en "la calle" de Rocamadour, una calle estrecha jalonada de tiendas de souvernirs, restaurantes, tiendas de productos típicos de la tierra, etc. El contraste de esta zona tan comercial con el santuario llama mucho la atención. A lo largo del recorrido, de 1 Km, aproximadamente, te vas encontrando las puertas que tuvo la localidad:En varios puntos encontrarás varias puertas que sirvieron de protección para la ciudad: la Porte Salmon, la Porte Hugon y la Porte du Figuier. Como ya era la hora de comer aprovechamos que encontramos sitio en la terraza de una crepería, "La Maison du Famille", justo al lado de la Porte Salmon, y nos pedimos unas deliciosas gallettes, que como no podía ser de otra forma, tenían queso de Rocamadour, el que habíamos comprado por casualidad unos días antes y que nos había encantado. El camino de vuelta al coche lo hicimos por la Vía Santa, y la verdad que a esa hora y recién comidos fue un poco duro, porque hacía ya bastante calor y pegaba todo el sol. Menos mal que tampoco fue mucho tiempo.

El siguiente punto de la ruta era otro pueblo, pero antes decidimos hacer una parada en un sitio que encontré por casualidad mirando el Google Maps, la "Résurgence de Saint Sauveur". Para llegar hay que atravesar carreteras locales e incluso una zona sin asfaltar, hasta que llegas al punto, el GPS te lleva bien. Se trata de una zona natural donde emergen aguas formando una pequeña laguna rodeada de árboles. Cuando llegamos había gente allí bañándose, o comiendo allí en la orilla. Dimos una vuelta por allí y el Starito aprovechó para darse otro baño y jugar con los palos que iba encontrando.


Después de esta refrescante parada nos dirigimos a nuestro siguiente destino, La Roque - Gageac, del que nos separaba casi una hora de coche. Este pequeño pueblo está situado en el departamento de Dordoña, ya en la región de Nueva Aquitania. Pese a su reducido tamaño, destaca por su ubicación a orillas del río Dordoña y enclavado contra un inmenso acantilado calcáreo, ofreciendo una bonita postal. A la entrada del pueblo nos encontramos un parking gigantesco, tremendamente desproporcionado al número de habitantes, lo que indica también la cantidad de turismo que recibe. Y es que este pueblo, además de por su belleza, es conocido por los deportes acuáticos que se practican en el río, así que siempre tiene muchos visitantes.

La Roque Gageac fue una plaza fuerte importante e inexpugnable durante la Guerra de los Cien Años. De esta época datan los fuertes trogloditas y los castillos de los obispos de Sarlat. Durante el Renacimiento, el pueblo se embelleció con hermosas mansiones de piedra. Nosotros dimos una vuelta por el pueblo, recorriendo las callejuelas que suben el acantilado, fijándonos en las casas y en el paisaje que se veía desde lo alto del pueblo. Una de las atracciones más famosas del pueblo son las cuevas prehistóricas excavadas en la misma roca del acantilado o los restos del fuerte usado para defender al pueblo de los ataques de los vikingos, pero no entramos porque no se podía con el perro.


El resto del tiempo que estuvimos allí lo dedicamos a pasear por la orilla del río y tomarnos un heladito en una terraza. Y después otra hora de coche hasta llegar a Cahors para difrutar de nuevo de un ratito de piscina y sauna en la residencia.
