V
Un día de invierno en Río es un día de primavera en el norte de Patagonia. Ayer cuando me zambullí en el agua recordé los lagos en verano de la Cordillera de los Andes, mientras camino por las calles de Ipanema o cuando me tomé un suco de naranja en un café temático de gatos o cuando subí hacia al Cristo, sentí el calor amable de 23 grados, el cielo húmedo y la felicidad de estar en viaje.
Anduve por la ciudad hoy un poco más suelta y con el plan del día que cumplí muy bien. Tuve gastos extras como tomar taxis pero me sentí cómoda y más relajada que si hubiese elegido las opciones del metro o el ómnibus.
Subí el Cristo sin problemas, tiene una vista impactante de Río y el tren que te lleva a la cima es muy pintoresco. Había mucha gente, monitos buscando comida, gente en una pequeña capilla a los pies de la Maravilla do mundo, tiendas con objetos, lugares para comer y fotos, selfies, videos en celular, en cámara analógica, en digital. Registros de personas amontonadas, niños y niñas riendo y gritando, personas mayores subiendo por escaleras mecánicas, jovencitos posando la pose ensayada, empleados tocando el silbato porque algunos se pasaban de las barandas.
Quilombo, Río es un lindo quilombo.
Ahora escucho samba mientras les escribo y pienso que viajar sola a un país con el que no compartís tu lengua es misterioso. Hablo poco, callo y entonces escucho y observo, siento la arena apretada y blanca de la playa y soy otra.
Mañana sigo.





