Dormimos un montón y vimos por la mañana que llovía. Domirmos un poco más (al final del día maldecimos ese rato perdido) y se me ocurrió enviar un mensaje preguntando si la excursión se podía hacer: nos contestaron que no habia problema y que nos mandaban un tuk tuk a recogernos. Cabe decir que es muy fácil encontrar agencias que ofrecen esta excursión: basta con buscar mediante Google Maps y las hay a montones; entonces se contacta mediante Whatsapp y suelen contestar bastante rápido. Lo gestionamos con Madu River Safari by Buddhi.
Cuando llegamos al punto de salida empezó a llover más fuerte, de manera esperamos un rato en un zona de espera con toldo y mesas y mientras nos ofrecieron un zumo de fruta. Al cabo de nada, subimos a la barca y empezamos a navegar. La barca a motor tenia un toldo abatible y cuando llovía fuerte nuestro guía lo subía, así que pudimos hacer el recorrido tranquilamente. Durante la navegación íbamos parando y nos explicaba los animales y plantas que íbamos encontrando. Paramos en la Cinnamon Island, donde hay un templo hinduista y después en otra isla donde nos explicaron como se procesa la canela y como se obtiene en versión polvo, aceite o más derivados. La excursión duró un par de horas, y en mi opinión es un imprescindible si se pasa por esta zona.

Continuaba lloviendo, así que pedimos si el tuk tuk nos podía dejar en el hotel. Llegamos ahí, hicimos el checkout y pusimos ruta a Galle: tiempo estimado, una hora.
Llegamos a Galle, y lo que teníamos previsto ver en una mañana ¡tuvimos que reducirlo a un par de horas, incluyendo la comida! Así que nos comimos una pizza en el Dominos, más que nada para no perder mucho tiempo y nos dirigimos al fuerte, que es una zona amurallada al lado del mar que está llena de edificios de estilo colonial con sus tiendecitas turísticas y como no, las murallas frente el mar.

Tras el paseo y mirando todo el rato el reloj a reojo, subimos al tuk tuk con destino a Rekawa, en Tangalle. Era tarde y hay que recordar que en esas latitudes a las 18h ya oscurece, y pasan dos cosas: aunque las carreteras no están tan mal, la visibilidad se reduce unm montón, y todos los talleres mecánicos cierran. Llegados a este punto, hay que saber que los tuk tuk tienen una fiabilidad regular, y por esta razón hay montones de talleres para hacer pequeños apaños. Así que cruzamos los dedos y nos lanzamos a la carretera: unos 90 quilómetros que venían a ser dos horas y media.
Íbamos al Turtle Watch Cabana y nos habíamos decidido por este hotel porque habíamos leído comentarios estupendos de Asanka, el amfitrión. Asanka te acompañaba a la playa para ver el desove de tortugas, que es justo lo que queríamos ver. Y creemos que una ayudita en estos casos no va nada mal, y te ahorras mucho tiempo y malentendidos. Nos costó 28,9 USD
El camino se hizo eterno, porque a esas alturas todavía no tenía mucha soltura con las marchas, y si se calaba el tuk tuk no tenía luz para ver en qué marcha tenia puesto el motor. Pero nada malo pasó y en el tiempo previsto estábamos ya muy cerquita del hotel...pero cuando ya nos veíamos llegando, el GPS nos indica que dejemos la carretera y nos metamos en una pista forestal!!! ¡Yo ahí no me meto, y menos así a oscuras! Pero en ese momento fue cuando empezamos a descubrir el verdadero carácter cingalés: llega un tuk tuk con unos chavales (o al menos a mi me lo parecieron) y nos preguntan si nos hemos perdido. Les contestamos que sí, y que estamos buscando el hotel...y la respuesta es "Pues no sé donde está, pero sígueme y lo bucamos". Y empieza la travesía por las pistas forestales, llega un punto que el camino está cortado por una excavadora, pero que no cunda el pánico, sólo es un momento. Tras unos infinitos veinte minutos, ¡llegamos al hotel! Ufffff
Qué pena, era ya demasiado tarde para ver las tortugas en la playa. Aún así le preguntamos a Asanka, el amfitrión si estamos a tiempo. "¡Claro! No hay problema". Tiene en el móvil un montón de grupos de Whatsapp i Telegram donde te indican donde hay alguna tortuga poniendo y enterrando huevos. Así que nos subimos a su tuk tuk y nos lleva al Centro de Conservación, donde pagamos 4000 LKR (los niños no pagan). Caminamos a la playa donde había más grupos, al cabo de nada vimos una tortuga enorme (como la de Dragon Ball) semienterrada en la arena y poniendo huevos. Para verla hay que usar si o sí linternas de luz roja, que es el color que no molesta a estos amfibios. Una vez pone los huevos los tapa con arena y este proceso dura alrededor de una hora, y se vuelve otra vez al mar. Guillem se aburrió un poco al final, pero como había venido tambien el hijo de Asanka, jugaron juntos.

Así que volvimos al hotel, cenamos unos panes enormes que nos habían costado 150 LKR con embutido que habíamos traído de casa (siempre llevamos algunos paquetes para estas ocasiones) y a dormir.