En cuanto a la entrada y salida de Cuba, podemos decir que fue una experiencia un tanto tensa.
• Se sentía constantemente la presencia de vigilancia, tanto de personal uniformado como de paisano, especialmente en el aeropuerto.
• Había cierta incomodidad en no saber si algo que estás haciendo podría ser interpretado como inapropiado o llamar la atención.
• Las instalaciones del aeropuerto eran muy antiguas, algo que ya esperábamos por la situación general del país.
• Lo que sí nos sorprendió gratamente fue el estado de los autobuses, que eran modernos y en muy buen estado, aunque las carreteras estaban bastante deterioradas, tal como imaginábamos.
Respecto al hotel, podemos afirmar que superó nuestras expectativas. Íbamos con la idea de que sería bastante más deficiente, influenciados por muchos comentarios que leímos sobre la falta o escasa variedad en la comida de los buffets, la carencia de bebidas en los bares, la necesidad de reformas, la baja calidad en algunos servicios, etc. Lo cierto es que, aunque en parte todo eso es verdad, también encontramos aspectos muy positivos que no siempre se ven en otros viajes, ni siquiera en lugares como Riviera Maya o Punta Cana. Algunos ejemplos:
• La limpieza de las piscinas se hacía a diario. A primera hora de la mañana se veía al personal usando barre fondos para retirar hojas y mosquitos acumulados del día anterior. Durante el día era normal que se vieran algunas hojas, ya que el complejo está rodeado de manglar.
• Aunque el buffet era pequeño y limitado, se compensaba con los platos de la carta, que eran muy sabrosos. En ocasiones no había algún ingrediente o plato disponible, pero el personal siempre buscaba una solución para satisfacer al cliente. A pesar de ser repetitivo, nunca sentimos que nos faltara nada, ya que el ambiente general entre clientes y personal era de adaptación y comprensión mutua. Se notaba que el equipo del hotel se esforzaba para que no te fueras con un mal sabor de boca.
• En algunos momentos, los bares se quedaban sin hielo o ciertos refrescos, pero el personal lo compensaba ofreciendo otras opciones con una sonrisa y una disculpa. La respuesta de los clientes solía ser un simpático: “pues eso mismo”, con total normalidad.
• Al principio nos chocó ver algunas moscas en el restaurante, pero con el paso de los días lo entendimos mejor al conocer la situación del país. Se trataba de detalles que, si bien en otro contexto nos habrían molestado, en este no nos afectaron.
• Los jardines estaban increíblemente bien cuidados. Cada mañana se veía al equipo de jardinería trabajando: limpiando, podando y manteniendo el entorno en perfecto estado.
• La limpieza de las habitaciones era diaria y profunda. Siempre encontrábamos todo en orden y recogido al regresar.
• Las villas, aunque mostraban signos de desgaste —como puertas que no cerraban del todo bien, marcos agrietados, una mampara con silicona suelta o un sofá algo deteriorado—, presentaban estos fallos como minucias frente a la comodidad general del alojamiento.
• La amabilidad del personal fue sencillamente espectacular. Siempre con una sonrisa, siempre dispuestos a ayudar en lo que hiciera falta. Nos hicieron sentir verdaderamente bienvenidos.
En resumen, sí, hubo carencias: en los buffets, en los bares, en el mantenimiento de algunas instalaciones… En otro viaje, quizás hubiéramos sido más críticos. Pero en esta ocasión, incluso a nosotros nos sorprendió nuestra actitud. Supimos adaptarnos y disfrutar de la experiencia por lo que fue, no por lo que le faltaba. Lo que más nos llevamos es el trato humano, la calidez del personal del hotel, y por supuesto, esas playas de aguas cristalinas que nos dejaron sin palabras.
Entendemos perfectamente a quienes buscan estándares más altos: variedad, perfección, todo disponible siempre. Es comprensible que haya viajeros que, al visitar este tipo de hotel en Cuba, se sientan decepcionados. Pero creemos que son lugares a los que hay que llegar con la mente abierta, sabiendo adónde se va, y entendiendo la situación económica y social del país. Allí, conseguir repuestos o materiales es una tarea muy difícil, y eso se refleja en el mantenimiento de las instalaciones.
A pesar de todo lo mencionado, estos detalles no arruinaron en absoluto nuestras vacaciones. Mi filosofía es clara: uno debe ir con actitud de disfrutar. Siempre habrá pequeños contratiempos, pero no deben empañar la experiencia. El momento de analizar los pros y contras es al volver a casa, no durante el viaje. En destino, hay que vivir, disfrutar y crear recuerdos.
Y nosotros, sinceramente, no solo volveríamos a este hotel, sino que ya estamos valorando repetir el próximo año. Es más, hemos descartado otras opciones como Riviera Maya o Punta Cana, porque este viaje nos ha enamorado.
Porque, siempre que podemos, buscamos nuestras…
¡¡¡¡¡¡VACACIONES EN EL CARIBE!!!!!!