DÍA 1. LUNES 7 DE DICIEMBRE DE 2009
El lunes es un día prácticamente perdido. Al ser vuelos de tipo chárter, es muy complicado conseguir un vuelo que salga pronto y llegue pronto como para aprovechar este día.
El vuelo salió al mediodía y llegó por la tarde-noche, entre retrasos y demás, a cenar.
Generalmente los barcos suelen incluir la cena del primer día, si la llegada es antes de las 20:00. Si es más tarde, depende del barco, aunque generalmente suelen dejarte en la habitación una cena fría a base de unos pequeños bocadillos. Mi consejo es que llevéis un bocata desde casa… que os sabrá más rico incluso después de varias horas en la mochila.
DÍA 2. MARTES 8 DE DICIEMBRE DE 2009
El “primer” día allí nos levantaron bastante pronto, cerca de las 5 de la mañana. Este día hay que ver muchas cosas y los barcos zarpan hacia el siguiente destino entre 13:00 y 13:30.
Una vez en el autobús que nos acompañaría en nuestra etapa, la primera parada la hicimos junto a los Colosos de Memnon.

La segunda parada la hicimos para visitar el Templo de la reina Hatseptsut. La panorámica es excepcional, con el templo enclavado a los pies de un gran circo de roca. Si además le añadimos que no había mucha gente, al visita fue magnífica.

Del templo, fuimos al Valle de los reyes. En principio, supone una pequeña decepción. Cuando oyes hablar del Valle de los reyes piensas en algo señorial, enorme, colosal… y cuando llegas, te encuentras con una cantera de gravilla. Veamos, el famoso valle no es más que un montón de piedras en medio del desierto. Lo que ocurre es que esas piedras tienen unos agujeros que descubren tumbas maravillosas. Pinturas perfectamente conservadas y antiguos sarcófagos.
La visita se organiza de tal modo que la entrada te da derecho a visitar tres tumbas, Tutankamón aparte. Nosotros visitamos la de Ramsés VI, Ramsés III y Ramsés I. Las tres distintas, pero todas con su encanto. La opción de Tutankamón no la valoramos, porque por lo visto no tiene nada más que las anteriores y sí algo menos.
Tras el Valle de los reyes le llegó el turno al Templo de Luxor. La verdad es que siempre piensas que este tipo de templos estarán en medio del desierto, pero muy al contrario, lo encuentras en medio de una ciudad como el que va por León y llega a la catedral. Este templo forma parte de eso que llamamos “el impresionante Egipto”. Ya la entrada da muestras de lo colosal que supone. Ver los grabados, los restos de las estatuas, las columnas… increíble. Y si además tenemos en cuenta el paso del tiempo y de las diferentes culturas, la sensación es fenomenal.
El Templo de Karnak. Al igual que nos venía ocurriendo (y quizá influenciados por el cine y las versiones modernas de “La momia”, con Brendan Fraser), pensábamos que a Karnak llegaríamos atravesando dunas. Sin embargo, el complejo de Karnak lo encuentras atravesando una enorme plaza. Como ya pasó con Luxor, el templo es una maravilla arquitectónica y entre sus ruinas te das cuenta de cómo debió ser en la antigüedad.
Del templo de Karnak, al barco, a comenzar la navegación hacia Edfú, atravesando la esclusa de Esna.
DÍA 3. MIÉRCOLES 9 DE DICIEMBRE DE 2009
Amanecimos en Edfú a una hora más apropiada y menos intempestiva. Desayuno y a visitar el Templo de Edfú, dedicado al dios Horus.

En este templo pudimos contemplar los mejores (a nuestro juicio) grabados. Magnífico… enorme… y lleno de gente. Viendo la cantidad de gente que había, no quisimos ni pensar cuánta gente habría en verano. Al salir, tuvimos que atravesar el mercadillo anejo y sufrir el acoso de los vendedores. Aconsejo (aquí sí), llevar todo bien agarrado, incluso a vuestras parejas femeninas. Siento ser machista en este aspecto, pero chicas, si no queréis que conozcan vuestro cuerpo de “primera mano”, agarraos a un compañero masculino que les mire con cara de “si la tocas, te toco”.
De allí, al barco, para navegar hacia Kom Ombo.
Llegamos a Kom Ombo al atardecer. El templo no es tan espectacular como los anteriores, pero tiene algo especial, al escuchar su historia y para quién estaba construido.

Al salir, un buen y agobiante mercadillo de esos que, como digo, te toman las medidas a mano.
Varios consejos aquí.
Chilabas. Los vendedores saben que este día tendréis fiesta de chilabas en el barco, así que estarán como locos por venderos una. Las chilabas malas valen de 3 a 5€. Las mejores, son más caras, lógicamente (a partir de 10€). Se nota enseguida cuáles son las buenas y cuáles las malas. El caso es que os dirán “chilaba 1€” y os la tirarán al hombro. Sin problema, la cogéis y se la devolvéis. Si no la aceptan, educadamente la dejáis sobre el poyete que hay frente a los puestos. Si la aceptáis a 1€, lo más probable es que os digan que sí, que muy bien, pero que faltan 10€. Vamos, un engañabobos…
Por lo demás, un mercadillo normal. Prefiero el de Aswan.
Si os apetece, junto al mercadillo hay algunos sitios para tomar el té, con música en vivo.
De ahí, a cenar al barco mientras navegaba a Aswan.
DÍA 4. JUEVES 10 DE DICIEMBRE DE 2009
Aswan es un destino sin mucho que ofrecer, sinceramente. Este día pasó sin pena ni gloria, salvo por el mercado, que aparte de acogedor, es muy grande y tiene de todo. Vayamos por partes.
La presa. La presa de Aswan es una obra arquitectónica de la que los egipcios están muy orgullosos. Personalmente y al margen de lo que político y económicamente implique, me parece simplemente un muro de piedra al que te llevan a ver, pero que no me aporta absolutamente nada.
Las fábricas de esencias. Típica visita donde te enseñan lo magníficos e hipermaravillosos que son sus perfumes y esencias, para posteriormente venderte algo. La mayoría acaban comprando algo que no usará en España, pero bueno, vosotros mismos. Me recordó a la fábrica de rosa mosqueta en Bariloche (mirad mi diario de Argentina).
El paseo en faluca. Dar una vuelta en una barca, para el que no lo haya hecho nunca, pues bien. Pero vamos, que no es ni divertido, ni emocionante ni nada. Nosotros nos sentimos como al niño que le suben al burro, le dan una vuelta a la manzana y se acabó.

El pueblo nubio. El mayor timo de Aswan. Te llevan en una barca, te bajan en medio de un camino, en el que decenas de niños te asaltan, porque saben que llevas bolígrafos, caramelos o euros sueltos. Niños de esos que saben latín, para qué engañarnos. Te llevan por una calle en el que hay un mercadillo con las mismas cosas que en otros sitios. Las tres o cuatro mujeres nubias se ríen de ti, como tú te reirías del típico turista al que llevan a ver tu casa por fuera. Te meten en una escuela (que me da la sensación que no funcionaba desde los tiempos de Maricastaña) y te enseñan el abecedario y los números. Y como colofón, te llevan a ver cómo un tipo sostiene en su brazo una cría de cocodrilo, más asustada que otra cosa y cómo un cocodrilo más muerto que vivo está encerrado en una jaula de reducidas dimensiones. En definitiva, lamentable. ¿Os imagináis que a un montón de chinos les llevásemos a ver cómo viven en un poblado de chabolas y como colofón les metiesen en una para ver cómo un tío sostiene una cabra? De coña.

Por lo demás, el mercado, como digo. Después de la experiencia en Khan el Khalili (El Cairo), el mejor. De hecho, más cómodo que aquél, más espacioso… no sé, buena experiencia.

Por la noche, en el barco, al ser la última, tendréis la fiesta de las chilabas. Nosotros ni las compramos ni nos pusimos ninguna. Para bailar o tomarte algo no necesitas ir disfrazado y mi concepción del ridículo (pude comprobarlo), es bastante diferente de la del resto. Típicos juegos y bailes de campamento de niños, pero bueno… mola ver cómo las abuelitas se pican contigo porque les ganas en cualquier juego y se ponen furiosas gritando que has hecho trampas (lo que me pude descojonar allí…).