Esta mañana nos hemos levantado a las 8:30h, he desecho las maletas y nos hemos ido a desayunar. Ya me han picado los mosquitos, que tiene narices que no me hayan picado en todo Kenya y al llegar al “lujo”del hotel de Zanzíbar me piquen.
Después del desayuno hemos pasado la mañana en la playa y la piscina pero la verdad es que no hemos podido disfrutar demasiado de la bonita playa del hotel porque estaba nublado y han caído 3 trompas de agua. Así que hemos decidido aprovechar el día nublado para comenzar a visitar la isla.
Karembeu nos ha llevado a la capital de Zanzíbar, Stone Town, y allí nos hemos montado en una barca típica de aquí para llegar a la isla Prisión y ver sus famosos habitantes, unas tortugas gigantes que fueron traídas de las islas Seychelles en el siglo XIV.

Después hemos regresado a Stone town para visitar la ciudad. Lo que más me ha impresionado es cuando hemos entrado al mercado, tantísima gente, mujeres con burka, los olores del pescado, la carne, las frutas y las especias. Todo el pescado repleto de moscas y sin neveras ni hielo ni nada.
Las callejuelas de la ciudad son muy estrechas, todas las casas con sus puertas típicas de madera tallada para distinguir una casa de ricos de otra de pobres. Es sinceramente una ciudad pequeña, con un encanto especial.

Otra cosa que me ha impresionado ha sido al atardecer, cuando hemos empezado a escuchar unos cánticos en árabe por las calles y resulta que era la llamada a la oración que hacen en las mezquitas para que los musulmanes vayan a rezar. Entre la llamada a la oración y ver tanta mujer con burka por la calle se me ponía un poco la carne de gallina, parecía que estaba en una película tipo “ no sin mi hija”, aunque realmente todo son prejuicios que tenemos inconscientemente hacia lo que no conocemos. He tenido un sentimiento un poco extraño, he experimentado por vez primera lo que es sentirse “diferente” alrededor de un gran mayoría con culturas complejas o desconocidas.
La primera excursión con nuestro guía karembau ha sido todo un éxito, lo recomiendo a todo el mundo, es increíble todo lo que sabe sobre la historia de su país y lo bien que se explica.
Al acabar la excursión hemos vuelto al hotel a cenar y hemos ido a ver la animación, pero es pésima y todo pensado para los italianos. Total que hemos cogido unos cubatitas y nos hemos ido a dar un paseo por la playa a ver las estrellas. Allí había un montón de masais contratados por el hotel para vigilar que nadie entre a robar. Hemos pasado el rato charlando con ellos y nos han llevado a ver el restaurante del mar, que a las 12 de la noche se convierte en discoteca pero era demasiado pronto y estaba vacío, así que hemos dado otro paseo por la playa acompañados por los que ya llamamos “amigos masais” y nos hemos ido a dormir.