Estambul ✏️ Diarios de Viajes de Turquia

De los pasajes que visitamos destacaríamos dos, el Çiçek y el Avrupa. El primero es una galería señorial con varios cafés y restaurantes, mientras que el segundo contiene tiendas de artesanía, regalos y objetos curiosos. Además el pasaje Avrupa está junto a una animada calle de restaurantes y tiendas de frutas, dulces típicos y pescados.

Una vez hubimos recorrido toda la calle fuimos hasta la torre de Gálata. Sin ser una edificación especialmente alta, desde lo alto se obtiene una magnífica panorámica de Estambul. Se puede observar perfectamente el inicio del Bósforo y del Cuerno de Oro, la parte asiática y la europea, los edificios más representativos…

Aunque a nosotros casi nos llamó más la atención el tráfico fluvial que hay en la zona: todo tipo de embarcaciones grandes, pequeñas y medianas, yendo de un sitio para otro sin parar. Así es el trasiego de gente en esta peculiar ciudad que une dos continentes.
La terraza de observación de la torre de Gálata es más bien estrecha, y como había bastante público, nos llevó un rato recorrerla entera.

De nuevo en la calle decidimos volver paseando hasta el apartamento. Para ello atravesamos el puente de Gálata, donde pudimos ver un buen número de pescadores apostados; también observamos más de cerca el trasiego de las embarcaciones que habíamos visto desde lo alto de la torre.

Una vez atravesamos el puente de Gálata nos adentramos en el bazar de las Especias, también llamado bazar Egipcio. Es una construcción más bien pequeña consistente en dos calles en forma de L. En su interior, además de especias, se pueden encontrar dulces típicos, frutos secos, innumerables tipos de té, y algún puesto de regalos, ropa y joyerías. Sin embargo, el olor y el color de las especias predominan en todo el recinto.

Nuestro segundo día en Estambul lo comenzamos madrugando: queríamos estar bien pronto en Santa Sofía. Llegamos antes de que abrieran y ya había bastante cola para entrar. Afortunadamente nosotros habíamos comprado las entradas por Internet antes de iniciar el viaje, así que nos pusimos a la cola de los que ya tenían entrada, mucho más corta que la otra. Eso nos permitió disfrutar del interior del edificio sin mucha aglomeración. Al menos durante unos minutos.
Un enorme andamio que ocupaba por lo menos la mitad del recinto afeaba un tanto la visión del conjunto: afortunadamente pudimos observar completa la famosa cúpula que según todos los tratados de historia “parece que flota”.

Cuando la zona comenzaba a llenarse subimos a la galería del primer piso. Allí pudimos observar los famosos mosaicos de Santa Sofía y el mármol que reviste la estancia. Desde arriba se obtiene mejor la sensación de grandeza del edificio (a pesar del dichoso andamio).
Al terminar la visita fuimos a la Cisterna Basílica, probablemente uno de los sitios más originales que visitamos. Se trata de una estancia grande y subterránea literalmente plagada de columnas y todo lleno de agua. Antiguamente lo utilizaban como cisterna para almacenar agua. Hoy han puesto una pasarela para que los turistas podamos contemplarla, convirtiéndose en una atracción más de la ciudad. Al fondo de la cisterna hay dos columnas con sendas medusas en su base, una boca abajo y la otra de lado. Para darle más misterio al lugar, la poca iluminación que contiene parte de unos focos situados en la base de algunas columnas, y se acompaña de una sugerente música ambiental.

A la salida estuvimos haciendo no pocas fotografías en la zona ajardinada que hay entre Santa Sofía y la mezquita Azul.

Tras la sesión fotográfica entramos en la mencionada mezquita. Para acceder había una cola considerable. Una vez dentro pudimos admirar la majestuosidad del interior con todas esas sucesiones de cúpulas sujetándose a sí mismas, y las descomunales columnas sosteniéndolo todo.

Tras esta visita fuimos a otras dos mezquitas: pequeña Sofía y Sokollu Mehmet Pasa. La primera era una antigua iglesia ortodoxa reconvertida en mezquita. Es un edificio pequeño, muy recogido y en el que no había casi turistas, lo que le daba un aire especial.

La segunda, que se encontraba junto a nuestro apartamento, estaba cerrada. Dada la cercanía a nuestro alojamiento decidimos volver en otro momento: hasta el final de nuestro viaje volvimos hasta tres veces más, pero en todas las ocasiones nos la encontramos cerrada. Así que no pudimos visitar su interior.
Decidimos ir a echar la tarde al Gran Bazar. En el gran templo turco de las compras nos chocó que el idioma que más escuchamos después del turco fuera el español. Debe de ser que los españoles y sudamericanos somos los que tenemos mayor afán de comprar (desde luego no creemos que sea porque somos los que tenemos más dinero para gastar). El Gran Bazar es un auténtico laberinto de calles llenas de tiendas de todo tipo: de regalos, ropa, joyerías, artesanía…

En su interior tiene varios caravasares y un par de mercados antiguos en los que lo único que cambia es la arquitectura, porque las tiendas siguen siendo parecidas. Después de dar muchas vueltas y de pasar varias veces por el mismo sitio, comenzamos a orientarnos ligeramente.

Cuando salimos fuimos a tomar un té con dulces típicos. Allí es muy habitual comprar los dulces en una tienda y luego ir a tomar el té a una tetería, sacar los dulces y comérselos, y todo eso sin que te miren mal. Nosotros encontramos una tetería muy agradable por casualidad; aunque vimos que en la entrada había un cementerio, nos pareció que había mucho trasiego de gente entrando y saliendo, y decidimos ir a cotillear: nos encontramos con un lugar tranquilo y agradable, con ventiladores en el techo, en el que tomar un té con dulces mientras descansábamos del calor, del gentío y de caminar. Volvimos todos los días.
Esa tarde estuvimos contemplando el atardecer paseando sin rumbo por la animada zona de la mezquita Azul y Santa Sofía.

Al día siguiente repetimos la operación del día anterior, esta vez en el palacio de Topkapi: madrugamos para llegar a la entrada antes de que abrieran y ponernos a la cola de los que ya llevaban entrada para evitar aglomeraciones matutinas.
Una vez dentro decidimos comenzar nuestra visita por el harén, que es una zona dentro del propio palacio con su acceso particular y cuya entrada se paga aparte.
La visita del harén se efectúa siguiendo un itinerario previsto, durante el cual se atraviesan diferentes dependencias y patios. En esta zona nos llamó la atención los revestimientos de nácar que había en muchas puertas y ventanas. Las estancias estaban vacías o disponían de pocos muebles (nada que ver con la decoración de los palacios occidentales).
Una vez hubimos finalizado la visita del harén, comenzamos a ver la enorme sucesión de pabellones que hay en el interior del recinto del palacio. Sin duda los más llamativos, y en los que más cola hay que hacer, son los que albergan los tesoros: son cuatro estancias consecutivas con un sinfín de artilugios bastante recargados de piedras y metales preciosos.
Al final, entre curiosear por todas las salas y pasear por los jardines, echamos toda la mañana en el palacio de Topkapi.

Por la tarde fuimos a la mezquita Rustem Pasa, bastante espectacular debido a que está recubierta por todas partes de bonitos azulejos azules.

Continuamos hasta la mezquita Nueva, que fue quizá la que más nos gustó. Es un edificio también muy grande, situado junto al puente de Gálata, y que también está recubierta de azulejos en el interior.

Al igual que la mezquita Azul, es muy alta y posee tres cúpulas muy grandes. Su interior es un remanso de paz comparado con el exterior, donde confluyen el puente de Gálata, el bazar de las Especias y las zonas de embarque para numerosos ferris.

Aprovechamos la cercanía para dar otro paseo por el interior del bazar de las Especias. Como no habíamos previsto ninguna visita más esa tarde, nos acercamos hasta la estación principal de tren, cuyo único interés es el nostálgico, pues allí llegaban los trenes del Orient Express procedentes de París.
Nuestro último día en Estambul lo comenzamos visitando el palacio de Dolmabahçe. Este suntuoso palacio, mucho más parecido a un palacio occidental que el de Topkapi, tiene un régimen de visitas estricto: solamente se puede visitar en grupo, y la visita es en turco o inglés. A la entrada hay que descalzarse y ponerse unos plásticos en los pies y no está permitida la realización de fotografías en su interior.
A nuestra llegada tuvimos que esperar un poco, pero en seguida se formó un grupo en inglés. El grupo era excesivamente numeroso y el guía no tenía especial interés en que todo el mundo escuchase sus comentarios, así que la organización de la visita dejó bastante que desear. Además fue de unos 40 minutos de duración, y estamos seguros de que en el interior del palacio hay lugares muy interesantes para visitar que podían haber alargado un poco la experiencia. Sea como fuere, el interior del palacio está muy bien conservado y lo que se visita es bastante espectacular, especialmente el último salón, de proporciones descomunales, con unas columnas enormes.
La ubicación del palacio de Dolmabahçe, a la orilla del Bósforo, es magnífica. En sus jardines hay un par de estanques.

Para la penúltima visita del día tuvimos que tomar un autobús en el conglomerado de autobuses que hay junto al puente de Gálata. Así llegamos hasta el museo de San Salvador en Chora. Esta pequeña iglesia ortodoxa reconvertida en museo alberga los mosaicos más bonitos y mejor conservados de la ciudad. Es una pequeña joya, lejos del conglomerado central. La visita suele ser corta, ya que el recinto es muy pequeño: tan sólo depende de lo que cada cual quiera disfrutar de los mosaicos. Quizá uno de los más curiosos es el que muestra al benefactor que dio el dinero para la construcción del lugar, con una iglesia en la mano ofreciéndosela a Jesucristo. Sin duda, un lugar que merece el desplazamiento.

La última visita fue a la mezquita de Suleiman, de grandes proporciones y también muy espectacular. Los arcos de los laterales tienen un aspecto mozárabe que nos recordaron a la Mezquita-Catedral de Córdoba.

Al día siguiente nos fuimos de Turquía con la sensación de que ese país es mucho más que Estambul.