09 Las Vegas ✏️ Diarios de Viajes de USA

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Nos levantamos un poco tarde para lo que estábamos acostumbrados los últimos días, sobre las 9 y pico de la mañana. Tras ducharnos nos dirigimos al Flamingo, dónde queríamos utilizar el pase del Buffet de buffets para desayunar. Fuimos tranquilamente paseando y tras unos minutos de cola pudimos acceder al buffet. Nos encantó: mucha variedad y bastante calidad. Como podréis imaginar nos pusimos morados y eso más la hora en que salimos del buffet, el desayuno pasó a ser considerado un "brunch", por lo que descartamos la idea inicial de volver a comer en otro de los buffets. Una cosa es aprovechar el pase de 24h y la otra acabar con una indigestión.

Tras la comilona visitamos el Flamingo, con un jardín precioso con peces y como no los flamencos y otras aves. El calor era ya insoportable cuando abandonabas cualquier lugar sin aire acondicionado, por lo que no paseamos mucho rato. Pasamos por el Linq, un casino más, y llegamos al Venetian. Aquí volvimos a flipar en colores, como con el Paris, al comprobar como pese a ser todo un poco artificial, consiguen transportarnos al espíritu de la ciudad de los canales. Lo más chocante creo yo, es la gente subiendo a las góndolas mientras los gondoleros cantaban canciones italianas. Más guiri no puede ser, pero hay que decir que las caras de la gente eran de "estoy en Venecia". Como a nosotros no nos va mucho este rollo, seguimos paseando tranquilamente y disfrutando de la cantidad de detalles y zonas de este enorme casino y complejo comercial.

Pasamos al Palazzo, otro precioso casino con una recargada decoración interior. Tras un paseo decidimos que era el momento de empezar a regresar hacia la zona de nuestro hotel por la otra acera, para visitar los casinos de ese lado. El problema era la hora: la una - dos de la tarde en agosto y en el desierto no es una hora muy recomendable para pasear por el exterior y menos si, como era el caso, da el sol de lleno. Por lo que el regreso fue a marcha rápida muy agobiados por el sol. Tanto que pasamos de largo de casi todos los casinos, haciendo sólo alguna foto desde el exterior. Así dejamos el Treasure Island, el Mirage y cuando llegamos al Caesars Palace acabamos liándonos sobre por dónde entrar y con el agobio acabamos en el Bellagio sin ganas de volver atrás para entrar en el Caesars. Me sabe mal porque era uno de los que más gracia nos hacía ver, pero de verdad, yo creo que el calor nos agobió tanto que nos nubló la vista y el pensamiento, y andábamos justos de tiempo para verlo todo.

Refrescados gracias al aire acondicionado, conseguimos recuperar un poco las fuerzas y nos dispusimos a seguir. El Bellagio por dentro también vale la pena por ser majestuoso y por ser quizás el casino más fotografiado y que aparece en más series y películas. A la hora en punto salimos al exterior para ver, medio sofocados porque el calor seguía haciendo de las suyas, el espectáculo de las fuentes. Tras acabar, dura unos pocos minutos, decidimos pasar por la habitación para descansar 20 minutos y cogimos el coche en dirección a Fremont Street.

Había bastante tráfico, por lo que tardamos más de lo normal en llegar. Eran más o menos las 5 y pico de la tarde cuando aparcamos en el parking oficial de la calle Fremont. Esta calle no deja de ser un gran paseo comercial al aire libre, eso sí, bastante a la sombra, plagado de tiendas de souvenirs, restaurantes y, como no, algún que otro lugar dónde perder tu dinero jugando. Hay una atracción en la que la gente se tira en tirolina cruzando la calle a gran altura y a toda velocidad. Demasiado para nosotros, pero debe ser toda una experiencia. Cada pocos metros, en unos círculos marcados en el suelo, encuentras un montón de artistas callejeros y algún que otro vendedor de cosas hechas a mano. Es un paseo ameno y como el calor era más soportable (pese a ser horrorosoooo) lo disfrutamos bastante y aprovechamos para comprar alguna tontería de recuerdo. El espectáculo de luces, la atracción que todo el mundo recomienda ver después de las fuentes del Bellagio si vas a Las Vegas, empezaba mucho más tarde y como el peque quería ver el Luxor, decidimos que ya lo veríamos en otra ocasión. Así que cogimos el coche y regresamos al hotel.

Como teníamos aún el buffet en vigor y el bruch ya había desaparecido de nuestros estómagos, nos dirigimos al buffet del Planet Hollywood para poder cenar temprano y pasear después con más fresquito por la calle si es que fresquito son 37 o 38 grados. El buffet del Planet no estaba tampoco nada mal, y en esta ocasión, como me apetecía poder tomar un poco de vino para cenar, escogí el extra de buffet de vino y cerveza, que no es lo que parece. Simplemente por un precio razonable te van llenando la copa de vino y acabas tomando las típicas dos o tres copas que te tomarías en una cena.

Después de la cena, bajamos por la acera opuesta a nuestro hotel en dirección al Luxor. En nuestro viaje visitamos varios casinos, entre ellos New York que de fuera es un poco absurdo, mostrando varios edificios de NY y la estatua de la libertad a escalas muy raras y todo muy artificial, pero en el interior consiguen recrear el ambiente de la ciudad de los rascacielos con sus locales para tomar algo, restaurantes, etc.… Muy divertido porque sí que consigue transmitir el espíritu de la ciudad real.

Otro lugar que nos encantó fue el Excalibur, un casino ambientado en un mundo medieval muy fantástico más que realista, porque encontramos una zona en el casino dirigida, por fin, a los más pequeños. Eran diferentes atracciones de todo tipo que funcionaban con unos pocos dólares e iban dando a los peques unos tickets para cambiar por regalos, como en las ferias de las fiestas de pueblo. Disfrutamos de lo lindo durante más de una hora jugando a clásicos como encestar pelotas de baloncesto, la carrera de caballos que se mueven metiendo unas bolas en unos orificios, etc. Al final el premio elegido fue un surrealista peluche que eligió mi hijo por ser una de las cosas más frikis que hemos visto nunca: un pez con un cuerno de unicornio. Sí, es así. Un pezunicornio.

Ya era tarde, pero nos quedaba ver el Luxor que estaba justo al lado. Muy divertido también con sus interiores decorados como si estuviéramos en el antiguo Egipto y el hotel, con su característica forma de pirámide, es muy fotogénico. Ya era muy tarde, así que la vuelta la hicimos en Uber con un simpático conductor que nos dejó en el hotel en pocos minutos. A descansar que mañana teníamos uno de los días más duros del viaje.

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