Kilómetros y kilómetros, y tormentas y más tormentas, esa fue la tarde-noche que pasamos hasta que paramos a cenar en un mc donalds y decidimos empezar a plantearnos pasar la noche.
Elegimos el área de Lezoux. Está en el centro de pueblo, no estaba mal pero los baños estaban cerrados con llave. Pasamos la noche muy tranquilos, y al amanecer levantamos el chiringuito y kilómetros de nuevo hasta llegar a la localidad de CARENNAC.
Este pueblo, catalogado como no, entre los más bellos de Francia, conserva su estilo medieval, y sus casas de piedra de antaño.
A la misma entrada del pueblo hay varios parkings donde debes, sí o sí, dejar el coche. Y no les vale con que pagues por dejarlo un par de horas (que más no se tarda en visitarlo) no, te obligan a pagar el día entero.
Visitamos la iglesia de Saint Pierre y el castillo de los Decanos de Carennac, este último gratuito. Y luego dedicamos el resto de la mañana a perdernos entre sus calles y casas. Muy bonito pero se ve rápido. Además hacía un calor entre horroroso y sofocante.
A continuación nos vamos hasta el hotel que hemos reservado para esta noche: Bout de Cote, en Lacam-d´Ourcet. El gps nos jugó una de las suyas y nos llevó por unos andurriales...maaaadre mía pensé que no lo contábamos. Luego descubrimos otro camino más decente para movernos.
El hotel es de los denominados naturistas...así que allí nos encontramos a todo el mundo descalzo. Tal cual lo oís. Tooodo el día descalzos por cualquier parte del alojamiento, incluída la calle...

Pero eso sí, la habitación era preciosa
La dueña del hotel súper amable, nos habló de un lago cercano que tenía muchas actividades y un buen restaurante y ella misma se encargó de hacernos la reserva.
Tenía allí a su sobrino pasando unos días, que curiosamente era de la edad de Hugo, así que mi hijo entre los perros que tenían y el sobrino, ya no quería saber nada del mundo.
Pasamos el resto de la tarde en el Lago de Tolerme, que tiene tirolinas, toboganes de agua, hinchables y una zona de playa con arena incluida.
Y para cenar fuimos al restaurante del mismo lago donde nos habían reservado: Les Rives du Tolerme, donde cenamos de maravilla y preparan unas copas de helado para chuparse los dedos, además de gran tamaño.