Habíamos pasado malos momentos viendo de cerca como el mundo y concretamente España pasaba por uno de los peores momentos de su existencia. Contagiados, fallecidos, confinamiento, miedo, ansiedad, incertidumbre...
Mientras esto pasaba nuestra vida se complicaba.
Teníamos que seguir trabajando y cuidar y educar a las niñas ya que los coles habían cerrado.
Mientras, en el trabajo no contábamos con medios y veíamos como algún compañero cercano enfermaba, alguno más grave que otro.
El miedo a contagiarse aumentaba y solo te sentías seguro al llegar a casa.
Decidimos alquilar un chalet para los meses de verano, ya que dábamos por hecho que este año no habría viaje, pese a tener todo reservado y pagado para viajar a Amsterdam-Paris-Disneyland.
En abril, después de tenerlo todo reservado para viajar a Miami-Cayos de Florida-Bahamas, habíamos visto como se había truncado todo debido al inicio de la pandemia.
Afortunadamente y peleando mucho pudimos conseguir el reembolso de prácticamente todo lo invertido en ambos viajes.
Habíamos pasado de estar encerrados en un piso sin ni siquiera balcón a estar en un chalet con piscina.
Al principio fue un cambio tremendo a mejor.
Pero el ser humano es inconformista y ambicioso y mi necesidad por viajar afloraba con la nostalgia e incertidumbre de no saber si algún día podría volver a esa vida.
A la vez mi mujer sentía el agobio típico de un verano sin viajar.
Esos que ya hacía tiempo no vivíamos.
Entonces llegaron mejores cifras en España y la nueva normalidad nos incitó a valorar hacer un viaje.
Tenía que ser un destino donde pudiéramos sentirnos seguros por la baja incidencia del coronavirus.
Enseguida a la mente nos vinieron los países nórdicos.
Yo tenía en mente como destino próximo, uno de mis viajes soñados, Islandia.
Entonces los pros sobre ese destino ganaron con mayoría al siguiente de la lista, Noruega.
Creímos que Islandia sería más acordé para las niñas, además Noruega cada 14 días actualizaba los países a los que decretaba cuarentena obligatoria y no confiábamos mucho en la responsabilidad individual de los Españoles.
Acertamos, poco después se cumplió la cuarentena de Noruega.
En Islandia por contra, te hacían un test al entrar, por lo que el coronavirus allí, casi no existía.
Solo nos quedaba el miedo de depender de si el de al lado daba positivo y te confinaban a ti también por el contacto directo.
Finalmente nos tiramos a la piscina y en cuatro días organizamos todo.
Compra del vuelo, reserva de la autocaravana, pre registro para el test a la entrada, declaraciones para entrar en Italia (compré vuelo a Milán y vuelo de Milán a Keflavik), compra de ropa necesaria, organización de ruta...
A parte conseguí dos test rápidos para hacérnoslo mi mujer y yo antes de viajar para estar tranquilos.
Aunque ya nos habíamos hecho dos más antes (pagado de forma personal y en el trabajo) queríamos viajar con total seguridad y total solo nos supuso 18€ más a gastar.
Asique llegó el día 22 a las 06:00 y después de haber trabajado toda la noche, comenzaba nuestro viaje, lleno de expectativas positivas.
Mientras esto pasaba nuestra vida se complicaba.
Teníamos que seguir trabajando y cuidar y educar a las niñas ya que los coles habían cerrado.
Mientras, en el trabajo no contábamos con medios y veíamos como algún compañero cercano enfermaba, alguno más grave que otro.
El miedo a contagiarse aumentaba y solo te sentías seguro al llegar a casa.
Decidimos alquilar un chalet para los meses de verano, ya que dábamos por hecho que este año no habría viaje, pese a tener todo reservado y pagado para viajar a Amsterdam-Paris-Disneyland.
En abril, después de tenerlo todo reservado para viajar a Miami-Cayos de Florida-Bahamas, habíamos visto como se había truncado todo debido al inicio de la pandemia.
Afortunadamente y peleando mucho pudimos conseguir el reembolso de prácticamente todo lo invertido en ambos viajes.
Habíamos pasado de estar encerrados en un piso sin ni siquiera balcón a estar en un chalet con piscina.
Al principio fue un cambio tremendo a mejor.
Pero el ser humano es inconformista y ambicioso y mi necesidad por viajar afloraba con la nostalgia e incertidumbre de no saber si algún día podría volver a esa vida.
A la vez mi mujer sentía el agobio típico de un verano sin viajar.
Esos que ya hacía tiempo no vivíamos.
Entonces llegaron mejores cifras en España y la nueva normalidad nos incitó a valorar hacer un viaje.
Tenía que ser un destino donde pudiéramos sentirnos seguros por la baja incidencia del coronavirus.
Enseguida a la mente nos vinieron los países nórdicos.
Yo tenía en mente como destino próximo, uno de mis viajes soñados, Islandia.
Entonces los pros sobre ese destino ganaron con mayoría al siguiente de la lista, Noruega.
Creímos que Islandia sería más acordé para las niñas, además Noruega cada 14 días actualizaba los países a los que decretaba cuarentena obligatoria y no confiábamos mucho en la responsabilidad individual de los Españoles.
Acertamos, poco después se cumplió la cuarentena de Noruega.
En Islandia por contra, te hacían un test al entrar, por lo que el coronavirus allí, casi no existía.
Solo nos quedaba el miedo de depender de si el de al lado daba positivo y te confinaban a ti también por el contacto directo.
Finalmente nos tiramos a la piscina y en cuatro días organizamos todo.
Compra del vuelo, reserva de la autocaravana, pre registro para el test a la entrada, declaraciones para entrar en Italia (compré vuelo a Milán y vuelo de Milán a Keflavik), compra de ropa necesaria, organización de ruta...
A parte conseguí dos test rápidos para hacérnoslo mi mujer y yo antes de viajar para estar tranquilos.
Aunque ya nos habíamos hecho dos más antes (pagado de forma personal y en el trabajo) queríamos viajar con total seguridad y total solo nos supuso 18€ más a gastar.
Asique llegó el día 22 a las 06:00 y después de haber trabajado toda la noche, comenzaba nuestro viaje, lleno de expectativas positivas.
