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Vuelta a la parada del bus circular y otra vez estábamos en la estación central de Victoriossa. Para visitar la Ventana azul el bus es el 311 y sale cada hora a los 25 minutos. Tras una espera de media hora y sabiendo ya la curiosa “mutación” que sufren los buses al llegar a las dársenas, estábamos junto a la parada como dos clavos acompañados de tropecientos turistas mas. Ya nos había pasado en el bus a Ggantija, parece que cuando eres turista esta justificado perder los modales y el respeto a normas tan básicas como respetar una fila, algo que nos resistimos a aceptar y nos cuesta mucho digerir. Pero tampoco te vas a poner a malas con todo el mundo que lo hace y no haciéndolo consigues ser el último tonto que entra al bus a pesar de estar el primero y quedarte mosqueado un buen rato. Por ello cogimos nuestra educación, nos la tragamos sin masticar y sacamos los codos, aplicando las técnicas desarrolladas en los grandes museos como el Louvre o el Hermitage. Sólo pasaron delante de nosotros una señora mayor con su familia – el respeto a las canas no lo pudimos tragar – y tres chavales Malteses que ya tienen mas que aprendido el truco de ponerse pegaditos al bus y deslizarse hasta la puerta. Aún así bloqueamos el paso a 2 de ellos que se quedaron con una gran sorpresa en la cara de ver a un guiri ganándoles en estrategia.
Y nos sentamos, antes de que el bus se convirtiera en una lata de sardinas. No nos esperábamos que el lugar fuera asi. Al bus le costó prácticamente lo mismo llegar hasta el lugar que recorrer los últimos 200 metros hasta la parada debido al caos que había de vehículos en el parking. Entre los buses de excursiones que llegaban, que se iban y los coches de particulares eso era una locura. Lo primero, mirar en la parada la hora de vuelta a la estación de buses para controlar los tiempos de la visita. Nos desplazamos lo primero al fuertecito de la parte derecha para ver la fila que había en las barquitas que hacen recorrido por la zona y estaba cerrado. La mar estaba alborotada, que penaaaa
Resignados fuimos para la ventana, intentándonos acercar desde lo mas lejos posible de manera frontal. Así fuimos sorteando los desniveles y viendo las curiosas cavidades en el suelo creadas por las subidas del mar y la sal se queda en alguna de ellas debido a la evaporación durante años y años.. imagino.
Una vez en el lugar mas cercano vimos a un grupito de españoles que habían ido mas allá, a una especie de islote en apariencia inalcanzable. Pero me enseñaron el camino guiándome desde allí. Tuvo un precio, la foto de grupo que sino hubiese llegado hasta allí nadie les podría haber hecho.
Desde allí se tiene una vista completa de la gran ventana y también del agujero azul y la chimenea.
Poco rato nos quedó rato para mucho mas. La gente subía hasta llegar a pasar por encima de la ventana pero nosotros no quisimos ir. Un cartel avisa a mitad de camino que no se puede pero nadie lo vigila. De todas formas las vistas que debe haber desde allí tienen que ser impresionantes. El peligro también. Nos quedamos allí cerca una ratito, tranquilos y en silencio disfrutando de la inmensidad del mediterráneo,
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