LA PROVENZA FRANCESA INTERIOR EN 5 DÍAS CON UNA BEBÉ ✏️ Blogs de FranciaNuestro viaje de 5 días por el interior de la Provenza francesa con nuestra bebé de 6 meses.Autor: David140773 Fecha creación: ⭐ Puntos: 5 (3 Votos) Índice del Diario: LA PROVENZA FRANCESA INTERIOR EN 5 DÍAS CON UNA BEBÉ
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Datos útiles para el viaje:
·Los franceses comen alrededor de la una. Eso hizo que casi todos los días tuvieramos dificultades para encontrar restaurantes a nuestra hora de comer. ·Los precios son algo más altos que en España, pero bastante asumibles. ·A los franceses de Provenza les gusta conversar. Por supuesto, Daniela era el centro de la mayoría de éstas conversaciones con desconocidos. Hacía tiempo que no realizábamos un viaje largo. Desde que Daniela nació ninguno había durado más de 4 días. Con la niña ya de 6 meses decidimos pasar fuera de casa 21 días, 5 de ellos en la Provenza francesa. Y ésta fue nuestra aventura: La idea inicial era volar directos de Lanzarote a Toulouse, pasar 2-3 días incluyendo Carcasona (Carcassonne), y a continuación marchar a la Provenza, pero...llegamos al aeropuerto con todos los bártulos cargados a reventar, con una ilusión que nos salía por las orejas, unas orejas de Daniela que nos comíamos a besos cuando ya con el check-in hecho, llegamos al mostrador. Nos dijeron que no podíamos pasar. Por lo visto, para volar al extranjero, un bebé necesita un DNI, no como al volar entre islas (canarias), que con el libro de familia basta (también llevábamos su certificado de residente). Pero ésta vez no bastaba, era sábado, y la persona que teníamos delante no nos daba una solución alternativa que no fuera un cruce de brazos que significaba "de aquí no pasáis". Acabábamos de aprender la primera lección de viajar con bebé. Así que volvimos a casa con el coche a reventar de trastos. Nuestras cabezas nos decían "adiós viaje", "pues nos vamos a Fuerteventura, y ya está". No entendíamos que nadie nos hubiera dicho nada hasta ése momento respecto al DNI de Daniela en el proceso de compra del billete. Claro que entendíamos que hay unos requisitos que debíamos haber sabido, pero no entendíamos que sin el DNI te dejaran no sólo comprar un billete, sino además hacer el check in sin requerir en ningún momento lo que luego sí iban a pedir en la puerta del avión. El caso es que el fin de semana pasó sin poder hacer nada, y llegamos al lunes. Hicimos el DNI de Daniela en la comisaría con cita previa y volvimos a casa. ¿Qué íbamos a hacer? ¿Nos quedábamos en casa, o nos íbamos? "Nos vamos" dijimos, aunque eso no lo habíamos tenido tan claro el sábado al volver del aeropuerto. Así que nos pusimos a mirar por internet las maneras de llegar a La Provenza desde Lanzarote para aprovechar lo que habíamos pagado, y cumplir los sueños de viaje que seguíamos teniendo. Enseguida vimos que ninguna de las posibilidades era tan cómoda como el vuelo directo a Tolouse que habíamos perdido. Nos decidimos por un billete que nos obligaba a quedarnos una noche en Barcelona y desde ahí, coger el AVE al día siguiente hasta Avignon. Teniendo en cuenta que teníamos a una bebé de 6 meses, la idea no era de lo más seductora. Era eso o no ir de viaje, así que sacamos las tarjetas de crédito, y el sonido del cajero sonó varias veces (avión, hotel y tren). No habíamos ni salido de casa y ya se nos habían esfumado varios cientos de euros. Las ganas de viajar nos podían. Por fin cogimos el avión, nos quedamos ésa noche en Barcelona, aprovechamos para ver algunos amigos, y al día siguiente por la tarde nos esperaban 4 horas de tren hasta Avignon. Ya no había marcha atrás. A eso de las 21.30 de la noche llegamos a la estación de Avignon donde entre alguna queja de una cansada Daniela y alguna ojera de los intrépidos padres, teníamos que coger el coche de alquiler para llegar al pueblo de Lagnes. Ahí estaba el apartamento que habíamos alquilado para 4 noches (la quinta noche la pasaríamos en un coqueto hotel de Avignon). Pero...oh, sorpresa, mi carnet de conducir estaba caducado. Isa y yo nos miramos el uno al otro mientras la tierra nos tragaba en sus entrañas a cámara lenta. Cuando ya teníamos la mitad de nuestros cuerpos enterrados y olíamos a tierra, Isa metió sus dedos en su cartera y vio que tenía su carnet de conducir, para milagro de todos los allí presentes. Normalmente no se lo lleva de viaje para no perderlo. Así que cuando ya estábamos firmando diversos contratos "divertidísimos" de leer para nuestros ansiosos ojos, el personal, que por otra parte era muy amable y comprensivo, nos comentó que no tenían silla para bebés en ésa oficina. Alguien de la empresa se había olvidado de rellenar no sé qué...vamos, que si pensábamos llegar a casa antes de las doce como cenicienta, mejor nos leíamos el cuento. Menos mal que habíamos cenado un bocata en el tren. Nos dieron 2 coches a elegir, y ni en el más grande cabían las cosas sin hacer un tetris...pero tras varios intentos, las piezas encajaron en uno de los coches, y el efecto dominó contagió al resto del viaje. Pasando rápido la película, los dueños de la casa nos esperaban pacientemente con las llaves en las manos y tanto sueño en lo ojos como nosotros. Nos acostamos. Provenza nos esperaba al día siguiente. Etapas 1 a 3, total 6
DIA 1 : GORDES Y ROUSSILLÓNNuestra primera visita fue a los pueblos medievales de Gordes y Roussilón
El pueblo donde nos quedamos a dormir se llamaba Lagnes. Lagnes es un pueblo muy pequeño y bonito, que está muy bien ubicado en la zona que íbamos a visitar. El área que íbamos a recorrer con nuestro flamante coche de alquiler eran los pueblos medievales al este de Avignon, así como Arles y Saint Remy, al sur de Avignon. Terminaba el viaje con una última noche en Avignon.
Así que en cuanto nos levantamos y desayunamos, pusimos rumbo a Gordes. Gordes es un pueblo medieval espectacularmente colgado de una colina. Cuando estás llegando por la carretera, aparece de repente una imagen de postal alucinante que se estampa en tus narices y te dispara la imaginación llevándote a tiempos muy antiguos. Por supuesto, lo primero que quisimos hacer fue sacar el dron y grabar aquello que veíamos, para lo cual internet no nos había preparado. Había que inmortalizarlo desde el aire. Así que casi casi temblando, sacamos nuestro aparato con hélices y vimos desde la pantalla del móvil un lugar impresionante. En ése momento nos dimos cuenta que el pueblo nos iba a tomar más tiempo de visita del que habíamos planeado. Recogimos el dron en la mochila y los 3 subimos una empinada cuesta desde el parking hasta el pueblo. Por cierto, como en varios de los pueblos más bonitos, hay que pagar para poder aparcar, normalmemte en las afueras. En éste caso el coste fue de 4 euros. Los 4 euros te permitían aparcar durante 4 horas, tiempo suficiente para callejear Gordes. Lo primero que se ve es el pueblo coronado por la Iglesia de San Fermín y un castillo medieval, indicador este último de que no debieron vivir muchos tiempos de paz, como así se puede confirmar googleando un poco por internet. La sangre derramada es una característica común en la historia de ésta zona de Provenza. Rodeando a la iglesia y al castillo, hay un laberinto de calles a cada cual más estrecha donde el placer de recorrerlas se agotará con el cansancio de subirlas. No es una frase hecha con un intento vano poético. Es un hecho que nos acompañó el resto del día y del viaje. No abundan pueblos medievales sin algún empinamiento empedrado, que con un carro relleno de una bebé de 6 meses y un sol guerrero que se impuso a las predicciones de lluvia, en algún momento nos supusieron un reto. Avisado está el lector. Nuestra siguiente parada fue el pueblo de Roussillón, quince minutos al este en coche. Así como en Gordes te llena los ojos un pueblo colgante con unos colores grisáceos por las casas construídas en roca, en Roussillon el ocre domina la vista con todo tipo de tonos rojizos y marrones. Por lo visto,aquí se encuentra uno de los depósitos de ocre más grandes del mundo. Ésta gama de color lo convierte en un pueblo peculiar y muy dado a atraer no sólo turistas sino a algún que otro pintor. Aunque la iglesia Saint Michel es del siglo XI, la mayoría de casas son del siglo XVIII, por supuesto, de color ocre. Callejuela tras callejuela, subiendo y bajando se nos hicieron las 3, hora ya muy tardía para los franceses para comer. Pero tuvimos suerte y nos atendieron con un menú resultón y no muy caro en uno de los restaurantes que allí abundan. Para nuestra sorpresa, ni Gordes ni Roussillón tenían demasiados turistas en el mes que estábamos: abril, eso sí, pero no era Semana Santa. Ah, y el parking para coches aquí te descontaba 3 euros del bolsillo; eso sí, 3 euros para todo el día. Así que nuestros cansados cuerpos nos pidieron que volviéramos a casa a descansar, que ya valía de puertos épicos dignos de un Tour de France de carro de bebés, y que una cerveza sería una medicina ideal para reponer fuerzas. Pero claro, en casa no teníamos de nada salvo cuatro tonterías, así que ya de vuelta decidimos que íbamos a parar en L´isle-sur-la-Sorgue a comprar comida, y así de paso fisgonear a ver si merecía la pena el pueblo más grande de la zona. Al llegar ya vimos que el pueblo tenía buena pinta. No era tan medieval, ni con cuestas, ni con calles estrechas; los canales rodeaban el casco antiguo...vale, decidimos que íbamos a visitarlo una tarde o una mañana cuando tuviéramos más energía que la que nos quedaba ése día. Así que hicimos unas fotos rápidas atardeciendo, entramos al super y compramos unos tomates con muy buena pinta que íbamos a aderezar con aguacate y aceite de oliva. Lo que no sabíamos era que los tomates que estabamos comprando son uno de los puntos fuertes de la Provenza. Cuando por fin los cenamos en casa, flotamos de gusto. Esos pinches tomates fueron increíblemente de lo mejor del viaje. Qué bien dormimos ésa noche. Etapas 1 a 3, total 6
DIA 2 : LOUMARIN, BONNIEUX Y UN INTENTO FALLIDO DE COLORADONuestras siguientes visitas fueron los pueblos de Lourmarin y Bonnieux.
Un día nuevo nos esperaba en una mañana ya no tan joven. Los café espresso de un desayuno casero nos supieron a gloria dado que el buen café no parece ser el fuerte de ésa zona. Y allá que fuimos, a Rustrel a ver el Colorado francés. Aparcamos llenos de energía, así que a pesar de ver que para llegar al "cañón" había que recorrer un camino que parecía de caballos, nos lanzamos con el carro de Daniela y ella dentro. Hasta que lo predecible ocurrió: tras 10 ó 15 minutos caminando a buen ritmo, un gran charco con cuesta nos dijo que por ahí no pasábamos. Para colmo, 5 minutos antes el dron también se había negado a despegar debido a un rotor roto. Sin más dilación, nos dimos la vuelta para poder aprovechar el día en otros menesteres. El destino siguiente que elegimos fue Lourmarin.
Llegamos a Lourmarin, un pueblo que por alguna razón refleja un toque más acicalado. A lo lejos, en las afueras se ve su famoso castillo renacentista y medieval. No lo visitamos porque ya veníamos cargados de cansancio acumulado del día anterior y del fallido intento de "Colorado". Lourmarin tiene las típicas calles adoquinadas que llevan a la iglesia del pueblo. Y las calles están llenas de tiendas chic que llaman la atención por estar en un pueblo, lo que nos indica que por ésa zona hay clientes con pasta. Por lo visto la zona está llena de casas de millonarios y famosos. Por supuesto, se nos hicieron las 3 y nos negaron comer en una pizzería que tenía muy buena pinta. Así que el día continuaba algo gafe (Colorado, dron, y ahora comida) y recorrimos las calles que nos faltaban buscando un sitio en el que nos dieran de comer. Acabamos en la típica sandwichería aparentemente cutre donde nos pusimos las botas por cuatro duros. El local se llamaba "Pain Garni", y si se tiene un presupuesto algo justo, es el lugar ideal. Encima tiene vistas al castillo, es tranquilo y tiene sombra. Para rematar, no cobran por aparcar en el pueblo, por lo menos en la entrada. Comimos y sin terminar la digestión, apretamos el acelerador a Bonnieux. Éste pueblo parece más grande que Lourmarin, tiene aún más cuestas, y no tantas tiendas chic. Su belleza nos conquistó en seguida, pero después del movimiento de turistas de Lourmarín, Bonnieux casi parecía un pueblo fantasma en comparación. El pueblo se encuentra en lo alto de un risco, con lo cual, nos esperaban unas apetitosas cuestas. Así hicimos lo que ya era una rutina en cada pueblo, aparcar (ésta vez gratis también), ponernos cachas a base de subir y bajar calles medievales, ver iglesias antiguas, cruzar túneles callejeros, y terminar echando alguna cerveza en la terraza de alguna tasca con alguna mesa en equilibrio contra la gravedad. Desde luego, el pueblo era grande y seguramente no lo vimos todo, pero de nuevo nuestras piernas cansadas y su sindicato nos exigían un respiro y una pronta vuelta a casa. Así hicimos. Tomateamos antes de caer rendidos en las redes de nuestras sábanas. Etapas 1 a 3, total 6
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