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Después de 16 horas de viaje llegamos a la capital de Vietnam.
No era la primera vez que viajábamos a Asia ya que habíamos visitado Japón y China, pero he de reconocer que el sudeste asiático es otro mundo.
Había leído que era el país, o al menos uno de los países, con más motos del mundo y desde luego no le falta razón. Es increíble ver tanta cantidad de motos. Es como estar dentro de un enjambre, qué locura!
Ya que apenas hay semáforos a la hora de cruzar las calles es una aventura. Si queréis un consejo cruzad sin más, no os paréis en seco ya que son los motoristas los que os esquivarán. Al principio parece peligroso pero siendo un poco prudente uno puede salir sano y salvo.
Capítulo aparte son los coches, que afortunadamente son pocos, ya que esos ni esquivan ni se paran así que cuidado con ellos.
Tras recogernos en el aeropuerto llegamos al hotel donde como he dicho anteriormente nos trataron como a unos marqueses. Impresionante! Nunca había visto un personal tan amable y eficiente.
La verdad es que la experiencia con los vietnamitas en general fue maravillosa y uno vuelve de allí encantado.
Después de ofrecernos una bebida de bienvenida y repasar todo lo que habíamos contratado con ellos (son muy metódicos), subieron con nosotros a enseñarnos la habitación que además disponía de portátil. Un hotel de 2 estrellas!
Dormimos un rato y salimos a comer. En el hotel nos recomendaron un restaurante que se convertiría en nuestro punto de referencia a la hora de comer y cenar. Estaba dentro de un hotel de la cadena cuyo nombre es Essence Café en el hotel Essence. Además de estar muy limpio y bien decorado, uno puede comer tanto comida vietnamita como internacional a un buen precio y con un servicio perfecto. Qué camareros tan simpáticos!
Es difícil dar con un sitio para comer ya que precisamente restaurantes no es lo que más abunda en la ciudad, o al menos el concepto que tenemos aquí de restaurantes. Todo está lleno de pequeños locales donde se cocina en la calle y los lugareños comen en pequeñas mesas con taburetes.
No describiría Hanoi como una ciudad bonita, pero tiene un ambiente y una vida impresionantes. Es ruidosa, bulliciosa, intensa…todo el mundo está en la calle.
El primer día lo primero que visitamos fue el Old Quarter y el lago Hoan Kiem con su torre de la tortuga. Estos dos sitios son el alma de la ciudad y donde se concentra un gran ambiente, sobre todo en el Old Quarter lleno de pequeños negocios de todo tipo y donde la actividad es frenética.
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