Esta noche dormimos muy bien, se nota el calor, casi nos sobran hasta los sacos de dormir…
Mientras desayunamos conversamos un poco con nuestro vecino húngaro. Apenas habla inglés, pero sorprendentemente chapurrea italiano, así que nos entendemos mejor de lo esperado.
Por la mañana tenemos previsto visitar el palacio de Nymphenburg.
Llegamos al centro y desde allí tenemos que tomar un tranvía, pues está algo alejado, y aquí empiezan los problemas. Resulta que precisamente hoy, 3 de agosto, la línea se encuentra suspendida por obras. Hay unos carteles en alemán y en inglés que nos indican las posibles alternativas, pero que no se corresponden con las opciones reales. Preguntamos a la gente, a los policías, en la oficina de turismo e incluso a varios conductores de otros tranvías y nadie sabe darnos las indicaciones correctas. Después de innumerables vueltas por fin encontramos un autobús que nos lleva hasta el palacio, pero con toda esta “broma” llevamos perdidas dos horas.
La entrada cuesta 11.50€ pero nosotros la tenemos incluida en el ticket de 14 días. El palacio Nympheburg se comenzó a construir en el SXVII siguiendo el modelo de las villas romanas. Cada uno de los sucesivos gobernantes fue añadiendo pabellones, dando lugar a la inmensa construcción de casi un 1 km que vemos hoy en día.
En el interior destaca la sala de recepciones, decorada enteramente en estilo rococó y la galería de las bellezas de Luis I, donde se encuentran 36 retratos de bellas jóvenes de todas las clases sociales, incluida la bailarina Lola Montez por cuya escandalosa relación con el monarca este se vio obligado a abdicar. Claramente eran otros tiempos. También se puede visitar la habitación donde nació Luis II, que, se supone, conserva el mobiliario original. El recorrido se realiza por libre con una audio guía, y está permitido tomar fotografías.
Habitaión en la que nació Luis II
Galería de las Bellezas y Retrato de Helene Sedelmayer en la Galería de las Bellezas
Diseminadas por el parque del palacio hay varias construcciones interesantes.
En primer lugar visitamos el Amalienburg, un coqueto pabellón de caza enteramente rococó por dentro y por fuera.
Amalienburg
También entramos en el Pagodenburg, un pabellón chinesco con solo tres estancias revestidas con finas porcelanas, seda brocada y maderas nobles.
En otra zona del inmenso parque se encuentra el Magdalenenklause, una curiosa capilla que, siguiendo el muy romántico gusto dieciochesco, fue construida como si de una ruina se tratase. El interior está enteramente decorado con conchas.
Para acabar, entramos en las antiguas caballerizas, hoy museo de carruajes, Marstallmuseum, que alberga, entre otros, los fastuosos y anacrónicos coches de caballos utilizados por Luis II así como un buen número de trineos. Es mucho lo que el palacio de Nymphenburg da de sí y aunque podríamos haber continuado paseando o acercarnos, por ejemplo, a ver los baños, decidimos poner aquí punto y final a la visita.
Trineo de Luis II
Al salida del palacio nos encontramos con el colmo del esperpento, una familia que hace turismo en un coche-funeraria!!! Serían los Addams??
Volvemos al centro, esta vez afortunadamente sin tantas vueltas y comemos en Viktualienmarkt, bullicioso mercado de comida al aire libre repleto de puestos de comida tradicional y como no, de cerveza. El proveedor de ésta va rotando, pero siempre es un fabricante de la ciudad. No sé a quién le correspondía aquel día, pero estaba buenísima!! Aunque es bastante tarde todos los bancos están repletos. Nosotros somos fieles al Nord See y nos pedimos una macro ensalada y un bocata de pescado, acompañado de medio litro de cerveza por cabeza. Viktualienmarkt es un punto de encuentro muy popular para los muniqueses y visita obligada para todos los turistas.
Con las fuerzas repuestas nos dirigimos a iglesia de San Pedro, Peterkirche o Alter Peter como la conocen cariñosamente los muniqueses, para subir los 306 escalones que nos llevan a lo alto de su torre. (2€). No hay ni una nube en el cielo y la vista desde allí arriba es una pasada. Todo Múnich a vista de pájaro!
Bajamos y aprovechamos para entrar en la iglesia, aunque originariamente fue construida en estilo románico es poco lo que se puede ver de esa época, habiendo sido reconstruida después de la IIGM cuando quedó prácticamente destruida
Otra iglesia con un bonito interior barroco que merece una visita es la Heilig Geist Kirche, detrás del antiguo Ayuntamiento. El resto de la tarde lo dedicamos a callejear, que es una de las cosas que más me gusta hacer en las ciudades desconocidas, caminar sin rumbo e ir descubriendo rincones y lugares fuera de los habituales recorridos turísticos.
Por último nos acercamos hasta la Hofbrau para tenerla localizada, ya que al día siguiente tenemos pensado cenar allí.
Volvemos al camping para cenar y antes nos acercamos al rio que pasa allí al lado, hay una especie de cascada-ola donde la gente aprovecha para practicar surf, o algo parecido…
Mientras desayunamos conversamos un poco con nuestro vecino húngaro. Apenas habla inglés, pero sorprendentemente chapurrea italiano, así que nos entendemos mejor de lo esperado.
Por la mañana tenemos previsto visitar el palacio de Nymphenburg.
Llegamos al centro y desde allí tenemos que tomar un tranvía, pues está algo alejado, y aquí empiezan los problemas. Resulta que precisamente hoy, 3 de agosto, la línea se encuentra suspendida por obras. Hay unos carteles en alemán y en inglés que nos indican las posibles alternativas, pero que no se corresponden con las opciones reales. Preguntamos a la gente, a los policías, en la oficina de turismo e incluso a varios conductores de otros tranvías y nadie sabe darnos las indicaciones correctas. Después de innumerables vueltas por fin encontramos un autobús que nos lleva hasta el palacio, pero con toda esta “broma” llevamos perdidas dos horas.
La entrada cuesta 11.50€ pero nosotros la tenemos incluida en el ticket de 14 días. El palacio Nympheburg se comenzó a construir en el SXVII siguiendo el modelo de las villas romanas. Cada uno de los sucesivos gobernantes fue añadiendo pabellones, dando lugar a la inmensa construcción de casi un 1 km que vemos hoy en día.
En el interior destaca la sala de recepciones, decorada enteramente en estilo rococó y la galería de las bellezas de Luis I, donde se encuentran 36 retratos de bellas jóvenes de todas las clases sociales, incluida la bailarina Lola Montez por cuya escandalosa relación con el monarca este se vio obligado a abdicar. Claramente eran otros tiempos. También se puede visitar la habitación donde nació Luis II, que, se supone, conserva el mobiliario original. El recorrido se realiza por libre con una audio guía, y está permitido tomar fotografías.
Habitaión en la que nació Luis II
Galería de las Bellezas y Retrato de Helene Sedelmayer en la Galería de las Bellezas
Diseminadas por el parque del palacio hay varias construcciones interesantes.
En primer lugar visitamos el Amalienburg, un coqueto pabellón de caza enteramente rococó por dentro y por fuera.
Amalienburg
También entramos en el Pagodenburg, un pabellón chinesco con solo tres estancias revestidas con finas porcelanas, seda brocada y maderas nobles.
En otra zona del inmenso parque se encuentra el Magdalenenklause, una curiosa capilla que, siguiendo el muy romántico gusto dieciochesco, fue construida como si de una ruina se tratase. El interior está enteramente decorado con conchas.
Para acabar, entramos en las antiguas caballerizas, hoy museo de carruajes, Marstallmuseum, que alberga, entre otros, los fastuosos y anacrónicos coches de caballos utilizados por Luis II así como un buen número de trineos. Es mucho lo que el palacio de Nymphenburg da de sí y aunque podríamos haber continuado paseando o acercarnos, por ejemplo, a ver los baños, decidimos poner aquí punto y final a la visita.
Trineo de Luis II
Al salida del palacio nos encontramos con el colmo del esperpento, una familia que hace turismo en un coche-funeraria!!! Serían los Addams??
Volvemos al centro, esta vez afortunadamente sin tantas vueltas y comemos en Viktualienmarkt, bullicioso mercado de comida al aire libre repleto de puestos de comida tradicional y como no, de cerveza. El proveedor de ésta va rotando, pero siempre es un fabricante de la ciudad. No sé a quién le correspondía aquel día, pero estaba buenísima!! Aunque es bastante tarde todos los bancos están repletos. Nosotros somos fieles al Nord See y nos pedimos una macro ensalada y un bocata de pescado, acompañado de medio litro de cerveza por cabeza. Viktualienmarkt es un punto de encuentro muy popular para los muniqueses y visita obligada para todos los turistas.
Con las fuerzas repuestas nos dirigimos a iglesia de San Pedro, Peterkirche o Alter Peter como la conocen cariñosamente los muniqueses, para subir los 306 escalones que nos llevan a lo alto de su torre. (2€). No hay ni una nube en el cielo y la vista desde allí arriba es una pasada. Todo Múnich a vista de pájaro!
Bajamos y aprovechamos para entrar en la iglesia, aunque originariamente fue construida en estilo románico es poco lo que se puede ver de esa época, habiendo sido reconstruida después de la IIGM cuando quedó prácticamente destruida
Otra iglesia con un bonito interior barroco que merece una visita es la Heilig Geist Kirche, detrás del antiguo Ayuntamiento. El resto de la tarde lo dedicamos a callejear, que es una de las cosas que más me gusta hacer en las ciudades desconocidas, caminar sin rumbo e ir descubriendo rincones y lugares fuera de los habituales recorridos turísticos.
Por último nos acercamos hasta la Hofbrau para tenerla localizada, ya que al día siguiente tenemos pensado cenar allí.
Volvemos al camping para cenar y antes nos acercamos al rio que pasa allí al lado, hay una especie de cascada-ola donde la gente aprovecha para practicar surf, o algo parecido…