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SÁBADO 28
Después de desayunar nos dirigimos hacia Bijagua porque tenemos intención de ver el río Celeste, que parece ser que no anda muy celeste. Vamos a hacer un upgrade y llegamos al Helicornia’s Rainforest Lodge, un lugar encantador, precioso, bien cuidado y con unas vistas espectaculares (cuando está despejado). Llegamos pronto pero la habitación está lista y podemos dejarlo todo. Es una cabaña de madera con terraza, muy amplia y bonita. La chica que nos atiende es muy eficiente y encantadora. Aquí tenemos incluido el desayuno y también sirven cenas si bien hay que reservar y decir con antelación lo que se quiere y así lo hacemos. Decidimos ir a probar suerte y llegamos a la entrada del PN. Aparcamos por 1000 colones y antes de pagar la entrada el guarda de seguridad nos comenta que si venimos a ver el río celeste no va a ser posible porque está chocolate, que si queremos caminar, adelante, pero todo está embarrado. Le agradecemos la información y decidimos probar suerte al día siguiente. Nos volvemos al hotel desde donde podemos hacer 2 caminatas diferentes por el bosque adyacente, una con puentes colgantes. El lugar es precioso y podemos ver monos araña desde bien cerca, arañas, diferentes especies de árboles espectaculares y con frutos “extraños”, … Disfrutamos mucho.
Nos preparamos para ir a cenar y esa noche resulta que salen del termitero todas las termitas del bosque. Nos comentan que un par de noches al año salen todas y nos ha tocado una de ellas. Están por todas partes, con sus alas, metiéndose por todos lados, en la habitación, mientras jugamos en el comedor y mientras cenamos. Bueno, al fin y al cabo son proteínas.
DOMINGO 29
Después de desayunar y cargar el coche nos dirigimos hacia el PN Volcán Tenorio. Como tengo el ticket de aparcamiento del día anterior en el que nos fuimos a los 5 minutos, hoy no nos cobran. Parece ser que hoy sí que podremos disfrutar del color tan particular del río. Después de una caminata llegamos a las escaleras “infernales” que llevan al mirador de la cascada. Hay mucha gente. La verdad es que el color es muy particular e inusual.
Momento trágico, hay que subir las escaleras, jajaja. Llegamos arriba y continuamos el sendero hacia los teñideros. En el camino, el olor a huevo podrido delata que nos acercamos a los borbollones. El camino después de la cascada está bastante embarrado, menos mal que no llueve!! El final del camino es la zona del teñidero, a mí es la que más me gustó. El agua pasa de un color oscuro al color celeste. Es un fenómeno físico y no químico, como se piensa a priori. Mientras nos deleitamos con el cambio de color, un coatí curioso se pasea durante un buen rato por la zona.
Emprendemos el camino de vuelta y mientras observábamos a unos monos cuando quedaban unos 20 minutos para llegar al parking, se pone a llover con fuerza. Yo ya paso y no me pongo nada más que el sombrero. Al salir del PN comemos en la soda que está justo a la salida. Nada del otro mundo pero nos basta para quitarnos el hambre.
Aprovechando que la lluvia nos da una pequeña tregua nos vamos al coche y ponemos rumbo a la zona de Guanacaste, más concretamente a Brasilito, donde nos alojaremos en el Hotel Conchal. Durante el trayecto tenemos momentos despejados pero al final comienza el diluvio y nos pasamos el hotel porque no lo vemos. Tenemos que dar la vuelta y entro en la zona de parking de una pizzería pero al dar marcha atrás choco las luces laterales traseras con un árbol que había caído del cielo en ese momento porque justo antes no estaba allí ;). Como llevo cinta de embalar transparente (en teoría para sujetar las mosquiteras al techo, mosquiteras que no utilizamos en todo el viaje), recojo los trozos del suelo y los pego al coche. Las luces funcionan y la cinta aguanta el resto del viaje. A partir de ahora me llevo cinta a todos los viajes.
Finalmente llegamos al hotel, que es pequeñito pero con mucho encanto, con piscina (la nena llevaba pidiendo piscina desde hacía días y por qué no darle el gusto) y desayuno incluido. Nos recibe un chico canario que nos hace el check-in, nos explica lo más interesante de la zona, nos sugiere una serie de playas y nos enseña la habitación. Los nenes juegan un rato en la piscina y luego nos vamos a cenar al restaurante del hotel (Restaurante Papaya), con unos platos riquísimos, generosos y bien de precio. Xavi cena Suf & turf, un plato que combina solomillo y langosta y yo langosta 5 especias. Los dos pueden costar, una vez añadidos impuestos, unos 40-45€, un chollo a pesar de que seguro que no es el sitio más barato.
LUNES 30
Después de desayunar nos vamos hacia Tamarindo. Nuestra idea es ver cocodrilos y a un lado de la carretera vemos un cartel, así que preguntamos y nos pueden dar una vuelta por el manglar para buscar cocodrilos. Tenemos una embarcación para nosotros y al haber marea baja podemos observar las raíces de los manglares al descubierto, entre las que podemos encontrar 2 cocodrilos de tamaño considerable así como bastantes aves. También desembarcamos en una zona en la que hay cientos de cangrejos y encontramos una familia de monos aulladores descansando en las ramas de unos árboles, muy cerca del suelo.
Regresamos hacia el punto de partida y vemos que una rueda del coche está pinchada. Preguntamos si hay un taller cerca y a 600 metros hay uno, donde nos miran la rueda y la parchean. Tenía 2 parches. No llamamos a la compañía del coche porque seguramente hubiéramos perdido toda la mañana y así en media hora y por 6000 colones (9€) lo tenemos solucionado.
Nos dirigimos hacia playa Conchal para acabar de pasar la mañana y parte de la tarde. Es una playa que en lugar de arena tiene trozos de conchas, muy bonita. Vamos caminando desde playa Brasilito. Allí hacemos snorkel y vemos peces globo, mariposa, gobios, … Xavi ve un pez piedra y una raya tan grande que asusta a Adrià. Una vez fuera del agua vemos un espectáculo inesperado, unas mantas pequeñas dando saltos a lo largo de la playa, fantástico. Lluna alucina porque ¡no ha llovido en todo el día! Jajaja.
Regresamos al hotel para hacer un poco el vago junto a la piscina, los nenes se lo pasan genial.
Cenamos en el restaurante del hotel y volvemos a comer platos con marisco, que en Ibiza lo mismo nos costaría 5 veces más, así que hay que aprovechar.
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