Divido el viaje en tres partes bien diferenciadas de la geografía argentina, Noroeste, Iguazú y Patagonia.
No menciono la ciudad de Buenos Aires porque hay muy buenos relatos referentes a la misma y nosotros apenas si estuvimos dos días, no completos, y no aportaría mucho sobre esta ciudad. Autor:AlejandriaFecha creación:⭐ Puntos: 4.8 (17 Votos)
Después de la noche infernal de lluvia y viento el día se nos presentaba con un futuro incierto, climatológicamente hablando, pero sin amedrentarnos y pertrechados de chubasquero, capa de lluvia, paraguas, allá que nos dirigimos en el flamante coche de nuestro remisero Hector. Nos paramos en mitad del puente dónde comienza Brasil, señalado en el mismo.
Como ya es sabido, los lados brasileño y argentino ofrecen distintos ángulos de visión y una experiencia distinta de las cataratas. El lado brasileño facilita unas vistas más panorámicas, como alguien dijo, en el lado brasileño estás en el patio de butacas y en el lado argentino estás dentro del escenario.
Aquí las entradas se pueden pagar en euros, dólares, pesos argentinos ó reales. Pagamos en euros y la vuelta, claro, nos la dan en reales, ¡se me olvidó por completo que también se puede pagar con tarjeta!, así evitas la vuelta en reales, pero bueno, así te llevas unas monedas de recuerdo.
El traslado por el parque es en autobús, con dos paradas para hacer alguna excursión, el sendero bananeiras y otras actividades (¡el día estaba como para aventuras de esta clase!), pero la mayoría de la gente se baja en la tercera parada, Hotel das Cataratas, dónde empieza el camino de observación de las cascadas. Desde aquí se caminan unos 1,5 km. por una senda con excelentes vistas de las cascadas en el lado argentino, de la jungla y del cañón del río más abajo.
Por muchas fotos que hayas visto la primera visión te deja casi parado, ¡jo!, ¡aquí las tengo!, no dejas de mirar para todos lados y no dejas de hacer fotos. Sigues avanzando y cada curva te revela un paisaje aún más espléndido.
Atrás y en la lejanía vas dejando las cascadas más conocidas del lado argentino, Bosseti, Adán y Eva, San Martín … y de frente comienzas a ver las cascadas que caen desde la isla San Martín, que sólo se ven desde aquí o en paseo en lancha por el río, el salto Dos Mosqueteros, Tres Mosqueteros, Rivadavia, el Escondido ( llamado así por estar en la parte posterior de la isla y sólo visible desde el mirador la Ventana, en la isla, ó desde el lado brasileño).
El camino acaba bajo el majestuoso salto Floriano. Si el día nos estaba respetando respecto de la lluvia, este salto nos hubiera dejado empapados a no ser por nuestros pertrechos de lluvia que decidimos usar para esta ocasión.
Pasando por delante de este salto una pasarela lleva a una plataforma con vistas que quitan el hipo, lástima del día tan nublado....
Desde esta plataforma se divisa la cercana garganta del Diablo (como a 200 m.), con los saltos que la componen en la parte argentina, Salto Belgrano, Mitre, Peñón, y por otro lado una panorámica del río y el cañón que va formando.
A continuación del salto Floriano, en el lado brasileño, se encuentran el salto Deodoro , Benjamin Constant, Santa María y el salto Unión en cuya mitad se encuentra la frontera entre Brasil y Argentina y que es también el salto principal de la Garganta del Diablo. En este punto los arco iris que se forman dicen que son magníficos. En un día nublado como el de hoy no hay arco iris ni revolotean las mariposas. Pero no deja de tener su encanto.
Delante de este salto Floriano se observan gran cantidad de bloques de basalto, caídos en el proceso de erosión y retroceso de la cascada, cubiertos por un lado de hierba larga de un verde lustroso y brillante, que se mueve por el viento y la fuerza del agua, y del otro lado, de color oscuro, su cara de piedra mirando hacia la cascada. En este momento se me antojaron todos estos bloques de basalto cabezas de indios guaranís, con sus melenas al viento, mirando fijamente y sin poder desviar la mirada de este dios propio al que están adorando.
En Porto Canoas hay un ascensor que sube hasta una plataforma desde la que se divisan las cataratas desde mayor altura y aquí es dónde llega el autobús en su última parada el cual tienes que coger para la vuelta.
La lluvia nos había respetado en toda la mañana pero volviendo en el autobús, parece como si hubiera esperado a que finalizáramos la senda, comenzó a caer de nuevo, cada vez más fuerte, y los planes de la tarde se fueron al traste.
Decidimos entonces guardar nuestro bocata para la noche y darnos un homenaje en el Quincho del Tío Querido. Nuestro remisero se ofreció a llevarnos, no sin antes darnos una panorámica de la costanera y el Hito de las Tres Fronteras (sin coste adicional). No teníamos reserva pero al estar el día lluvioso sólo tuvimos que esperar media hora para tener mesa.
Todo lo bueno que se diga de este restaurante es cierto, buen ambiente, con música en vivo, y una comida excelente. Yo no soy de comer carne roja y me atreví con una media parrillada que acabé por completo, al igual que los compañeros con sus respectivos platos, sin dejar sitio para los postres que también tenían una pinta estupenda.
Al estar la tarde así de lluviosa la dedicamos a vaguear y hacer cada uno lo que le apeteciera. Fuimos a un Ciber con locutorio que estaba abierto (era domingo) y echamos el rato mirando el correo y hablando con la familia.
En Argentina hablar con la familia en España en estos locutorios sale baratísimo, yo creo que estuve hablando al menos quince minutos, si no más, y sólo me cobraron 17 pesos. No es lo mismo oír la voz directa de tu madre, tus hijos, que los mensajes y correos.
Hoy el día parece que quiere darnos un respiro, ha salido el sol y tengo la corazonada de que así va a seguir.
Al igual que en el lado brasileño a este parque se accede a través del centro de visitantes dónde se compran las entradas, aquí sólo se puede pagar en pesos, ofreciendo otros muchos servicios. A la salida hay una serie de stands ofreciendo las distintas actividades. Nos hubiera encantado hacer el sendero Macuco para llegar hasta el salto Arrechea pero suponíamos que el día no daba para tanto así que optamos sólo por la aventura náutica. Atravesamos el tranquilo y agradable sendero verde hasta la estación Cataratas y desde allí hasta el faro como punto de referencia desde el que parten los circuitos inferior y superior.
El circuito inferior es un conjunto de pasarelas estratégicamente diseñadas que hacen posible las más diversas vistas de las cataratas y un encuentro íntimo con las cascadas y encantadores rincones de la selva y también con gran cantidad de escaleras que te descienden hasta el río.
El circuito superior, mucho más corto, da acceso a un paseo con lindas panorámicas desde arriba de las cataratas, unas cascadas cercanas y otras en la lejanía y al delta del río Iguazú formado por un conjunto de frondosas islas
Comenzamos por el paseo inferior, hacia la izquierda dirección a los saltos situados más al interior dentro de la selva, el salto Lanusse y el salto Alvar Núñez el cual tiene un minicircuito que lo rodea para verlo por la parte superior e inferior. Avanzando se llega como a un punto panorámico desde dónde se ve el cañón del río y al fondo la Garganta del Diablo, a su izquierda el lado brasileño y la senda del día anterior, más adelante, de frente, la Isla San Martín la cual , con su verde montaña erguida entre las cascadas añade gran atractivo al ya espectacular paisaje de las Cataratas, abajo en el río y en el brazo San Martín las lanchas de la gran aventura y la aventura náutica, a la derecha el salto San Martín, una cascada rugiente y ensordecedora que nos maravilla con la fuerza con que sus aguas se despeñan, hacen un remolino y forman un segundo salto, más abajo, terminando todo el espectáculo a más de 70 m. de altura dando lugar a una gran nube de gotas de agua cuyo efecto sentiríamos más tarde.
El sendero sigue con los saltos de frente a continuación del San Martín, Mbiguá,, guarda parque Bernabé Mendez ( en memoria de un guarda parque que perdió su vida en defensa de este ecosistema de Iguazú, asesinado a manos de unos cazadores furtivos), Adán y Eva y el que encontramos de frente al final de este tramo del paseo, el salto Bossetti, que rompe sus aguas en dos partes para elaborar un espectáculo inolvidable a la vez que su húmeda brisa nos refresca. Dentro de este espectáculo vuelvo a sentir la presencia de decenas de cabezas de indios guaranís, en distintas posiciones escalando la ladera con su melena verde al viento y su cara pétrea fija hacia la visión que tienen delante.
Retrocedemos por este sendero hasta el cruce con el trayecto, único de ida y vuelta, que nos desciende hasta el río con imponentes acantilados a la izquierda y multitud de flores en el camino. Por aquí llegamos al embarcadero que nos llevará a la aventura náutica. Casi al final del sendero, antes de que se bifurque en otro que lleva a las lanchas que van a la isla San Martín, hay un señor que pregunta si vas a la isla y te entrega un ticket, el servicio es gratuito pero querrán llevar un control.
Llegamos antes de la hora que teníamos reservada pero nos instalan en la siguiente lancha. Te dan una gran bolsa de plástico para guardar las pertenencias y un chaleco salvavidas.
La lancha sale y se dirige hacia el salto S. Martín deteniéndose como a la mitad del camino para que hagamos fotos, hace varias tentativas como para avanzar rápidamente pero las detiene. Da media vuelta y sale del brazo S. Martín y se adentra en el río hacia la garganta del Diablo, al poco se vuelve a detener. Ahora ves que el personal que va en ella se empieza a poner chaquetas, pantalones, guantes, gorras, todo impermeable, parece que la función está pronta a comenzar.
Avisan de que se guarden las cámaras y sin más se dirige por su costado derecho hasta debajo del salto los Mosqueteros ( el dos o el tres, no lo sé) y toda la fuerza del agua cae sobre la gente que va en este costado salpicando al resto. Parece que va a girar y pasar por agua al costado izquierdo. Como estoy en este lado me paso al que ya ha sido mojado, pero parece que me observan y pasan por agua otra vez el mismo lado, así que sentí sobre mí el enorme choque de la caída del agua. Siempre que me cae agua por la cara siento como si me estuviera ahogando, así que el efecto ahora se multiplica. ¡A quien se le ocurre meterse en esta aventura con esta fobia al agua!, a nadie más que a mí. Con anterioridad ya había advertido de que podía dar gritos y así fue.
Después de otros conatos y pases por debajo de la cascada, la lancha da la vuelta y se vuelve a dirigir al brazo S. Martín hacia la cascada del mismo nombre, muy cerca se vuelve a detener y, como si cogiera velocidad, arranca y ¡allá vamos!, de los miles de litros de agua que caen por esta cascada una gran parte cayeron sobre toda la barca, si la sensación anterior había sido fuerte ¡esta ni puedo contarla!. Literalmente mojados de los pies a la cabeza, chorreando agua por todas partes, así nos bajamos todos de la lancha, al igual que el resto que se producen a lo largo de los días. Menos mal que has guardado las zapatillas y algo de ropa seca en la mochila.
De aquí nos bajamos directamente al embarcadero para ir a la isla San Martín. Allí en su pequeña playa nos vamos secando y reponiendo del remojón y del susto (por parte mía), pero aparte de esto, no dejo de reconocer que es divertido, si bien yo no volvería a hacerlo.
Ya secos nos decidimos a explorar la isla. Subiendo los casi 200 escalones de piedra se accede a un sendero que se divide en otros que llevan al Salto San Martin y a otros miradores. Seguimos hacia los miradores que dan al rio y después al mirador que llaman La Ventana, una formación geológica desde la cual, dicen, se puede ver la Garganta del Diablo y el Salto Escondido. Al finalizar el sendero ves esta formación de la Ventana pero el acceso hasta ella no se encuentra habilitado así que las vistas desde ella nos las perdemos.
Desde aquí hasta la pasarela delante del salto San Martin hay un paseo entre la selva de lo más agradable, todo en llano y viendo gran cantidad de fauna y flora (su riqueza ecológica forma una de las mayores reservas de flora y fauna en el Iguazú inferior) entre la que destacamos un armadillo y la visión de gran cantidad de jotes , buitres negros americanos, y es que en esta isla hay una población importante de esta especie.
Antes de verlo, me refiero al Salto San Martin, lo sientes por el tronar de su cascada y, al poco, la brisa que te llega y te refresca. En la parte final del sendero, antes de entrar en la pasarela, hay dos enormes bloques de basalto, uno a cada lado del sendero, que parecen dos cabezas de guerreros guaranís cubiertas con penachos verdes, con su cara pétrea y seria mirando hacia el salto y parecen vigilar a todo el que pasa por allí. Esta visión privilegiada del majestuoso salto San Martin, de frente, tan cercana, se lleva la palma de todas las demás, participas de forma más íntima en la caída atronadora del agua, con tonos verdosos al iniciar la caída, del remolino que forma abajo con tonos blanco lechoso y de la nube que forman sus gotas de agua y que te mojan. Desde esta pasarela también se tienen otras vistas privilegiadas del resto de los saltos. A la vuelta los guerreros guaranís seguían en la misma posición, ni nos miran, debemos haber sido de su agrado.
De regreso decidimos tomarnos el bocata en un cruce de los senderos que hay bancos para sentarse, rodeados de toda esta húmeda selva, lo dejamos a medias porque unas cuantas orugas querían ocupar nuestro sitio en el banco, y es que éramos nosotros los intrusos. Así que nos lo terminamos de comer abajo, en la playita de arena dorada volviendo a contemplar los magníficos saltos Bossetti, Adan y Eva, Ramírez ….
Volvemos a cruzar el brazo San Martin en la barca y proseguimos con el circuito inferior a partir del cruce al salto Bosseti, hacia los saltos Chico y Dos Hermanas. Este salto, formado por dos cascadas, cuenta con una balsa natural (una pileta como le llaman por aquí) formada por la acción de las aguas, de unos ocho metros de profundidad en la que antiguamente era posible darse un baño. Ahora no está permitido, pero su mirador, equipado con zonas para el descanso, conforma un alto en el camino muy agradable.
Nos incorporamos ya al circuito superior el cual, como su nombre indica, nos lleva a la parte superior de las caídas del agua. El punto de observación desde este nivel más alto cambia bastante la visión del paisaje, vemos despeñarse a nuestros pies estas aguas turbulentas y el chocar de las mismas con la piedra (en algunas), los miradores del circuito inferior, el sendero que baja hasta el rio y de nuevo visitaremos los saltos Dos Hermanas, Chico, Bossetti, Adán y Eva, Guardaparque Bernabé Mendez, Mbiguá y de lejos el salto San Martín. También en este circuito tenemos la oportunidad de ver parte del bonito delta del rio Iguazú.
Como hoy ha brillado el sol hemos tenido la oportunidad de ver gran cantidad de arco iris en distintos saltos y las mariposas nos han acompañado en nuestro recorrido. Cuando llegamos a la estación Cataratas para ir en el tren ecológico a la estación Garganta del Diablo, había mariposas a cientos, muchas de ellas de de color amarillo, una preciosidad.
Hemos dejado la visita a la Garganta del Diablo para el final, como colofón a un día con muchos adjetivos. El paseo por la pasarela, de 1.100 m., es precioso, vas viendo el manso delta del rio con sus islas, su mucha fauna ( tortugas, peces de varias clases, un yacaré ..), y el contraste de colores del agua, el verde de las islas, y el cielo. Si no lo hubieras visto antes no te creerías que un río tan tranquilo pueda formar la que tiene liada más abajo. Y lo que te queda por ver.
Por el ruido del agua, el rumor de la gente y las gotas que te empiezan a mojar notas su presencia antes de verla. Aquí te quedas ya embobado del todo. Ya no se trata de ver un bonito y elegante salto cayendo y chocando con las piedras, es la fuerza bruta y atronadora del agua, de miles de metros cúbicos arremolinados desplomándose hacia abajo entre nubes y vapor de gotas de agua que te van empapando (y mira por dónde no me importa) y que forman un arco iris de espectacular belleza. Esta maravilla de la naturaleza verdaderamente te llega a emocionar. De alguna forma quieres retener todo lo que ves y entonces la sensación de impotencia es grande, por más que saques fotos y vídeos no lograrás expresar con imágenes lo que vives en este lugar. Y como no se puede explicar muy bien las sensaciones que te produce voy a reproducir el primer y último párrafo de una poesía que hay en un panel a la entrada de las pasarelas:
“Permite que tu alma sea saciada/ con la belleza impar de este paisaje/ que aunque el mundo recorras en tus viajes/ nunca podrás hallar, como esto, nada
Y no intentes describirlo con tu voz/ sólo inclina la frente ante este abismo/ que es el espejo de la palabra Dios.”
De allí nos fuimos casi los últimos, sin querer irnos, volviendo la vista atrás pero con la sensación de haber pasado un día magnífico en nuestras vidas.
Con previsiones de lluvia el sol había brillado y la lluvia se había esperado a que volviéramos a Puerto Iguazú para comenzar a caer de forma continuada y, a veces, torrencial. Nos quedamos sin luz y cuando decidimos ir a cenar todavía seguía sin volver, algunas calles estaban a oscuras. Por ello y porque el agua seguía cayendo poniéndonos el pantalón perdido de barro colorado, tomamos un taxi para ir de nuevo al Quincho del Tío Querido, para despedirnos de esta ciudad y que ya nos había reservado nuestro remisero.
El taxista era un tío de lo más extraño, ni hablaba ni contestaba, nos estaba llevando por calles que no conocíamos y que estaban a oscuras y de pronto pregunta: ¿tienen plata?, ¿qué clase de pregunta es esta?, plata, ¿para qué?, ¿para pagarte?, a lo que contestó que sí, es lo único que habló en todo el trayecto. Nos llevamos tremendo susto imaginándonos secuestros y atracos en las calles oscuras de Puerto Iguazú. Pero finalmente nos dejó en la puerta del restaurante y el susto se nos pasó enseguida porque dentro reinaba un ambiente muy acogedor y divertido. Estaban actuando un guitarrista y un señor que cantaba estupendamente para goce y disfrute de los que allí estábamos. Nos sentaron en una mesa al lado de una reunión numerosa de personas de raza hindú sentados en dos mesas alargadas y grandes, los hombres por un lado, las mujeres por otro. Al parecer se lo estaban pasando de lo lindo, las mujeres no paraban de pedir caipiriñas y comer patatas fritas con kétchup, los platos de cena que habían solicitado estaban intactos. Armaban gran alboroto y tenían a los camareros algo dislocados. Al final de la velada a los camareros les cambió la cara cuando vieron el fajo de billetes que les dejaron de propina. Al otro lado de la sala otra reunión de muchos hombres brasileños, quizá es que era la noche de las peñas.
Nos decidimos por probar el pescado de río llamado Surubí y nos gustó bastante. Finalizamos la noche nosotros también tomándonos una caipiriña frente al dúo musical que actuaba y que seguía calentando los ánimos. De vuelta a la cabaña la lluvia había parado y había luz en las calles y por ello volvimos dando un paseo.
23 de Octubre: Traslado desde Iguazu a Bariloche haciendo escala en Buenos Aires
Llegamos al aeropuerto de Bariloche ya bien comenzada la tarde y allí teníamos que recoger un coche alquilado en la compañía Alamo. Teníamos concertado un Opel Corsa y nos dieron un Chevrolet con un maletero bastante grande que nos permitió guardar casi el equipaje completo de los cuatro y en los días siguientes en los muchos kilómetros de ripio que transitamos se portó muy bien. Al salir del aeropuerto a la explanada de delante dónde tenían el coche aparcado soplaba un viento muy fuerte y bastante frío, le comentamos al encargado del alquiler el mal día que parecía hacer y nos contestó, con una sonrisa irónica, que estábamos ya en la Patagonia y que esta es la tónica general. Y así debe de ser porque el frío viento no nos abandonó en todos los días que estuvimos, siendo, en algunos momentos, bastante desagradable. Me imagino que los que viven aquí ya estarán acostumbrados.
Nuestro hotel en esta ciudad era el Grand Hotel Bariloche situado en la Cl. Mitre, en pleno centro, casi al lado de la Catedral. Era una reserva de Booking con pago anticipado, sin reembolso, y nos salió muy bien de precio. Es un hotel de 3 estrellas algo antigüillo pero que te proporciona una estancia cómoda y agradable y tienen aparcamiento para el coche gratuito en la siguiente calle. El restaurante del hotel debía estar bien porque estuvo todas las noches al completo.
Pese al viento, Bariloche me pareció una ciudad con mucho encanto. Dicen que tiene un estilo arquitectónico centroeuropeo y en cierto modo puede que te recuerde a poblaciones del centro de Europa pero yo creo que tiene un estilo y sello propio de ellos mismos, no en vano utilizan maderas nobles locales y también piedra del lugar. Además está rodeado de suficientes recursos naturales como para convertirla en un centro turístico de lo más importante y aún así, yo creo que mantiene su encanto.
Como nota de color hay que añadir que en muchas calles del centro los árboles, el tronco y parte de las ramas, se encuentran vestidos con tejidos de lana entretejida, en croché, en telas formando password, de múltiples colores, parece como si quisieran abrigar a los árboles contra este viento fuerte que sopla. No sé si tiene algún significado o simplemente surgió, pero es una idea original y que añade eso, una nota de color, y de alegría a la ciudad.
Nada más dejar las maletas en la habitación nos dirigimos a la Avd. Bustillo para intentar recorrer el Circuito Chico. Este encantador circuito debería poderse hacer de forma lenta pero el denso tráfico, al menos en los 25 primeros kilómetros, lo hace muy difícil, porque como se te ocurra aminorar algo la velocidad ya tienes coches pegados al trasero que parece que quieren comerte. De esta forma hay muchos detalles que te vas perdiendo. Queríamos llegar a tiempo de subir al Cerro Campanario en la aerosilla pero cuando quisimos darnos cuenta ya estábamos en el km. 20 y aunque nos dimos la vuelta llegamos tarde, ya estaba cerrado, y aunque la aerosilla seguía funcionando, nos dijeron que era para que la gente bajara de la cima del cerro. Nos quedamos sin ver las vistas desde esta cima.
En toda esta avenida, en lo que pudimos observar, hay gran cantidad de hosterías y hoteles, restaurantes, casas de té, cervecerías artesanales, comercios de productos de rosa mosqueta…, todo un alarde de vida comercial de esta ciudad.
Apenas sin darnos cuenta ya estábamos en Puerto Pañuelo que, a estas horas, no tenía actividad alguna y enseguida nos encontramos en el acceso al hotel Llao LLao y nos topamos con el guarda que nos pregunta qué deseamos, - tomarnos un café-, y sin haberlo planeado estamos delante de este famoso hotel. El sitio en el que se encuentra el hotel es totalmente privilegiado, dentro del parque Nacional Nahuel Huapi, sobre una colina entre el lago Moreno y el lago Nahuel Huapi, rodeado de bosques y con vistas impresionantes a las montañas que lo rodean, como son el Cerro López, el Cerro Capilla y el Cerro Tronador. Con una tarde como esta, con sol brillando a tope, las vistas son de ensueño. Así lo deberían de haber pensado toda la gente que estaba en una galería cubierta, en el interior del hotel, en la que se estaba sirviendo, como hora del té ó merienda, un servicio libre de toda clase de exquisiteces primorosamente expuestas al módico precio de 150 pesos. A cubierto del viento, con este sol y estas vistas era bastante tentador el sentarse allí a pasar la tarde y hartarse de todos aquellos manjares pero …. Solamente te dejaban pasar a la galería si querías este servicio, nosotros optamos por tomarnos un chocolate caliente en los sillones del elegante salón que tampoco tenía desperdicio y además el chocolate estaba riquísimo.
Este hotel tiene el nombre de un hongo redondo de color amarillento que crece en los troncos del ñire y cohiue y que significa rico rico, dulce dulce. Este hongo tuvimos ocasión de verlo en el bosque de ida al glaciar Huemul, días más tarde.
Nos pusimos nuevamente en camino y al poco comenzamos a atravesar el Parque Municipal Llao Llao el cual protege los bosques nativos por los que estamos pasand. Bosques de coihues y cañas colihues (algo contaré de estas cañas cuando vayamos a la cascada de los Alerces), algunos arrayanes, cipreses y otros arbustos.
Toda esta zona tiene un encanto especial y en ella abundan muchos senderos para hacer rutas de distinta dificultad y que parecen estar bastante bien indicadas. Más adelante se encuentran los desvíos para Villa Tacul y Lago Escondido llegando a un puente llamado Angostura, sobre el río del mismo nombre, que une los lagos Nahuel Huapi y Perito Moreno, sitio merecedor de una paradita y de unas cuantas fotos.
Siguiendo el trayecto por la base del Cerro López y bordeando el lago Moreno se pasa por el cementerio del montañés y unos kilómetros después nos topamos con el llamado Punto Panorámico. Este es un sitio excelente para tomarse algo con estas maravillosas vistas pero el viento sopla que da gusto y nos conformamos con mirar y hacer fotos. Desde aquí se distingue el hotel Llao LLao rodeado de lagos y todo el entorno de Villa Llao LLao.
Más adelante dejamos el desvío del puente que cruza el lago Moreno por su punto más estrecho ( dicen que es la unión del lago Moreno y Morenito) y seguimos por pista de ripio hacia la Colonia Suiza, llamada así porque sus primeros pobladores eran inmigrantes del Cantón de Valais siendo el primer asentamiento de suizos en la Patagonia. Se adivina que es un sitio encantador como para pasar un día ó una temporada de descanso, con restaurantes y casas de té, pero ahora está todo cerrado.
Esto nos pasaría en más de un lugar, es temporada baja y la única actividad que se nota, cuando la hay, es la preparación de los sitios para días próximos de temporada estival. Y después de aquí volvimos ya para Bariloche con muy buena sensación por toda la variedad de paisajes vistos en el recorrido. Tan sólo la espinita de no haber podido subir al Cerro Campanario.
Esta noche probamos a cenar en el Boliche de Alberto, en el dedicado a la pasta, y salimos encantados por su calidad y precio. Destacar que pedimos una lasaña y nos indicaron que eran muy grandes y que compartiéramos una entre dos personas, con total razón. En otro sitio, quizá, te hubieran servido las dos lasañas que habíamos pedido.
Fantástico diario y tan detallado... me ha servido de ayuda para saber que quiero hacer , mucho más que una guía de viajes. Muchas gracias por compartir tu trabajo.
Gracias a ti @saracosta por tu comentario. Ha trascurrido un tiempo ya, si. He regresado a Argentina recientemente y mi propósito es añadir algunos lugares más.
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Hola,nos estamos planteando viajar a Argentina, ya que es un viaje que hace tiempo nos apetecía hacer y ahora se podrían dar las circunstancias, pero quería saber, dada la actualidad política y económica, si sería buen momento.
Espero consejos.
Muchas gracias.
Saludos a todos
Cuales son tus dudas concretamente?
Hola, pues me preocupa la seguridad y si el transporte, vuelos y demás, funcionan con normalidad.
A veces, en las noticias, no se ve la realidad tal y como es.
Gracias
txemarizgz Indiana Jones 20-01-2009 Mensajes: 1321
Argentina en general para el turista es segura. No creo que te de por ir a Rosario o las zonas más complicadas del cono urbano en Buenos aires, así que en general no vas a tener problemas en ese sentido. El transporte igual, salvo ciertos paros que pueda haber en el transporte público (en realidad en buenos aires suele haberlos casi siempre) que te puedas encontrar, pero lo mismo, no creo que sea un problema.
En ese sentido yo iría bastante tranquilo. De hecho para lo que está pasando la cosa está muy calma.
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Me gustaría poder compartir y que me... Leer más ...
alejandria Moderador de Zona 01-01-2009 Mensajes: 8571
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